sábado, 5 de junio de 2010




La caída de Málaga, febrero 1937

Artur LondonDe «Se levantaron antes del alba».


Después del nuevo revés sufrido ante Madrid, los fascistas necesitaban obtener un éxito incluso limitado, fuera el que fuera y donde fuera (...) El general Queipo de Llano decidió lanzar una gran ofensiva sobre Málaga, en el sur de España.
La realización de ese plan se hizo posible con la llegada a Cádiz, a fines de diciembre de 1936 y comienzos de enero de 1937, de varios miles de legionarios italianos. Incorporados al Tercio, fueron formadas con ellos unidades completas mandadas por oficiales italianos igualmente; en total, dos regimientos de tres batallones, con la proporción necesaria de ametralladoras, morteros y piezas de campaña. Con otros cuadros y nuevos grupos de legionarios llegados de Roma se crearon otras dos brigadas italo-españolas que recibieron los nombres de Flechas Negras y Flechas Azules.
Las fuerzas italianas fueron puestas bajo el mando del general Roatta.
(...) El diez de enero se pusieron en marcha los fascistas, con fuerzas considerables. Solamente las fuerzas "voluntarias" que apoyaban la operación estaban compuestas de 5 regimientos de infanterí, 4 compañías de tanques, autoblindados, motoametralladoras, un grupo de artillería de 14,90 y 7 baterías (...) El apoyo aéreo estaba asegurado desde la base de Tablada (Sevilla), por escuadrillas de bombardeo, caza y reconocimiento. El avance se hallaba apoyado desde el mar por los cruceros fascistas Baleares y Canarias, armados con cañones de 203 y 120mm. Queipo de Llano instaló su cuartel general en el crucero Canarias, durante toda la operación.
Las fuerzas republicanas eran muy inferiores en número, armamento y equipo. Los combatientes antifascistas se batían en ese frente montañoso (...) vestidos con ropas ligeras y calzados con alpargatas.
Desde el comienzo de las operaciones se hizo evidente que el mando militar de esa zona era culpable de grandes negligencias que bordeaban la traición. En tales condiciones podía comprenderse que los soldados republicanos, aunque lucharan con encarnizamiento, no podrían contener el ataque fascista.
La resistencia de los republicanos frente a Ronda fue muy tenaz. A comienzos de febrero, los fascistas atacaron de nuevo sobre el eje Burgos-Ardales-Alcora-Monda-Coín. Los combates se hicieron cada vez más duros.
El cinco de febrero, tres columnas fascistas se dirigieron sobre Málaga. El seis, la ciudad fue bombardeada a la vez desde el aire y el mar (...) El ocho de febrero, Málaga fue ocupada por los fascistas.
Los batallones republicanos intentaron aún contener el avance del enemigo entre Colmenar y Vélez, pero tuvieron que retirarse para escapar del cerco que los amenazaba. El diez de febrero, los destacamentos de vanguardia italianos entraron en Motril.
Los pilotos italianos, que se habían entrenado en Etiopía en matar mujeres y niños, asesinaron a la población civil que huía hacia Almería a lo largo de la carretera que bordea la costa.
Los cruceros Baleares y Canarias cañoneaban a los fugitivos. Decenas de miles de ancianos, mujeres y niños a pie, en mulas o carros, cargados con pobres bultos que encerraban lo más preciado que tenían, intentaban escapar de ese infierno.La masa de personas que desembocaban de los pueblos de la montaña aumentaba sin cesar la de los habitantes de Málaga que huían por la carretera de la costa.
El espectáculo de ese éxodo era apocalíptico; aquí, una madre lloraba sobre el cadáver de su hijo; allí, unos niños aterrados no soltaban la mano de la madre muerta (...) Llenos de terrible desesperación, los hombres maldecían al mar, a la tierra, al cielo, a la guerra, al fascismo, a todo lo que era causa de su desgracia, a todos los responsables de todos los sufrimientos que padecían. Maldecían al dios que reinaba sobre esa tierra y ese cielo mortíferos, maldecían a los hombres que permanecían indiferentes ante sus sufrimientos.

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