martes, 30 de diciembre de 2014

viernes, 26 de diciembre de 2014

Confidentes, infiltrados y traidores


La larga sombra de la delación, que a todos sitios llega.
Desgraciadamente para la guerrilla, tanto urbana como rural, el listado de confidentes, infiltrados y traidores es alarmantemente extenso, y sus resultados, devastadores. Hoy bucearemos en las cloacas de la desconfianza y la delación, causadas a veces por la tortura, a veces por el beneficio económico, o la ideología, el miedo, las rebajas de condena…y otras por el simple y concienzudo trabajo de las fuerzas represoras. En España, el confidente delataba para conseguir algún tipo de beneficio, bien en el orden material, recibiendo, de oscuros presupuestos, el equivalente a las treinta monedas, o bien para preservar su seguridad.
Una vez más, nos centraremos en el ambiente libertario, por ser en el que estamos interesados y en el que encontramos ejemplos más que de sobra. Fue la BPS, la encargada de ocuparse no solo de los diversos grupos urbanos, sino también de la inmensa infiltración que sufrieron partidos y sindicatos en el exilio, centrándose en el país vecino, Francia. Para seguir con las buenas costumbres, la encargada de los grupos rurales fue la dura y eficiente guardia civil.

El tristemente famoso infiltrado Eliseo Melís Díaz.
Posiblemente el más conocido de la infame lista, fuera Eliseo Melís Díaz, miembro del sindicato fabril y textil de la CNT en Barcelona, quien detenido en febrero de 1939 por los esbirros de Quintela, empieza su colaboración con la BPS, proponiendo a la vez a la CNT realizar un doble juego que no será tenido en cuenta. Tras diversas caídas de elementos confederales, no será hasta 1943 cuando la fuerza de las sospechas lo marginen de los nuevos comités. Para 1945 ya estaban bastante claras las cosas y un grupo de acción al mando de José Pareja bajará hasta la ciudad condal con la misión de acabar con él, aunque fracasan en la tentativa. El mismo Pareja, dirigirá otro grupo en julio de 1947 con el mismo fin, consiguiendo su objetivo, pero perdiendo la vida en el intento tras el tiroteo.
Antonio Seba Amorós, fue también detenido en febrero del 39 por las huestes de Quintela, antiguo comandante de la columna Tierra y Libertad, también pasa a colaborar con la BPS, lo que no le impide seguir ejerciendo cargos en la Federación local de Barcelona. Desde 1945 hay informes acusándolo de agente infiltrado, pero no será hasta 1949, más concretamente en febrero, cuando el grupo de Los Maños lo tirotee como escarmiento en el bar Bracafé de Barcelona, dejándolo herido, abandonando Seba tanto la ciudad condal como toda militancia tras el atentado.

Aniceto Pardillo Manzaneroinfiltrado en el grupo de "los Maños".
Aniceto Pardillo Manzanero “el Chaval”, estaba integrado en el grupo de los Maños pese a algunas sospechas, que por desgracia para el citado grupo, no pasaron de ahí. No solo desbarató los intentos de acabar con el caudillo, sino que vendió al grupo y consiguió que apresaran y ejecutaran a varios de sus componentes a principios del año 50. Tras un asalto frustrado en París, fue encarcelado durante 4 años en la capital gala, saliendo a mediados de junio del 54, un mes después fue interceptado por un grupo de acción que lo dejó malherido y que cuando intentó rematarlo descubrió que el traidor había huido. Fue curado en Francia y posteriormente volvió a Barcelona donde se pierden sus pasos.
Jacinto Guerrero Lucas “el Peque” fue propuesto por varios sindicatos para el cargo de secretario general en el exilio, su nivel de infiltración queda bien claro tras eso. Fue el responsable de la caída de Granados y Delgado y puede ser responsable también de las detenciones entre otras, de Fernando Carballo y Stuart Christie.
Ramón Benichó Canuda “Leriles” también había pertenecido a la CNT y después se había integrado en la mafia francesa, lo que no quitaba para que al parecer fuera parte del grupo Paladín, como indica Stuart Christie. Dicho grupo era una de las bandas secretas de pistoleros dirigidas por el jefe de la Brigada Político Social, Eduardo Blanco. Este elemento acabo con la vida de Laureano Cerrada el 18 de octubre de 1976.
Sobre Adrián Giménez, solo sabemos que colaboraba tanto con Antonio Seba como con Melís en la ayuda policial desde las filas de las CNT exiliada, por ahora no disponemos de más datos.

Jacinto Guerrero Lucas "el Peque".
Estos casos solo eran la punta del iceberg, por cada nombre que aquí aparece, son incontables los desconocidos. Como trágica anécdota, decir que de todos los grupos de acción que pasaban la frontera para actuar en el estado, solo sabemos del grupo Massana como único grupo que por un lado no sufrió la muerte de ni la detención de ninguno de sus miembros tras varios años de actuación, ni la de su encargado, el propio Marcelino Massana, entre otras cosas, porqué este tras recibir las misiones que tenía que realizar, nunca daba a la organización, ni la fecha de paso, ni los lugares por los que lo haría. La prudencia le salvó la vida.
  Dejamos el exilio y nos adentramos en las sierras peninsulares, por tierras cordobesas nos encontramos a Juan Olmo García “Abisinio”, carbonero y delincuente habitual, que se vendió por presiones a la guardia civil, y entrego a la partida de los Jubiles, el resultado, todos muertos menos “Quincallero” que resultó gravemente herido y posteriormente encarcelado.

Juan Olmo García "Abisinio" fue quien vendió a "los Jubiles".
También por tierras de la misma provincia, los grupos del “Cojo de la Porrada” y “Eugenio del Real” ejecutaron a varios delatores y confidentes entre ellos a Miguel Hernández García, en Hornachuelos en otoño del 46, al guarda Nicolás Alonso Lucena en el mismo término, al cortijero Andrés Muñoz Troya en Espiel, en Valsequillo al guarda Francisco Rayo Carmona, de nuevo en Hornachuelos al cabrero Manuel Castillejo y a Francisco Robles. En La Granjuela a Manuel Villaseca Arellano, en Belmez a Francisco Peña Porriño, en Villanueva del Rey al guarda Julián Morales. Todos estos hombres fueros ejecutados en los primeros meses de 1947 y la mayoría de ellos resultaron ahorcados.  El grupo de “Vicente del Puerto” ahorca a Manuel Díaz Santiago en Villaviciosa en agosto de ese mismo año. En 1948 la misma partida ejecuta al guarda Antonio Ramos Pérez. En Hornachuelos los de “Eugenio del Real” ahorcan a Manuel Flor Sánchez, en Alanís lo intentan con Eduardo Falcón, aunque consigue librarse, en Cazalla de la Sierra acaban con Alejandro González Lagares.

Imágenes como esta fueron habituales por tierras de Córdoba.
Juan González Ventura “Voluntario”, de la partida de “Eugenio del real”, tras ser detenido en Madrid se pone al servicio de la guardia civil delatando entre otros al “Comandante Ríos”.
Pasamos ahora a la zona de Málaga y Cádiz y nos encontramos con el cenetista Francisco Fernández Cornejo “Largo Mayo”, miembro de la partida de “Moyita” y posteriormente de la Agrupación Fermín Galán, harto de sus años en la sierra, el 30 de diciembre de 1949, se entrega a las autoridades y se convierte en delator, gracias a sus servicios, los civilones conseguirán acabar con Bernabé López Calle “Comandante Abril”, máximo dirigente de la Fermín Galán y con Juan Ruiz Huercano “Capitán” durante la madrugada del 31 de diciembre.
En la ciudad de Granada, Miguel Peña Martínez, de profesión cabrero, tenía fama de confidente desde antes de la guerra, de hecho, el mismo 18 de julio recibió varios navajazos debido a ello, así que no es de extrañar que en marzo del 44, cuando se enteró de que el grupo de Antonio Fernández Murillo estaba en un prostíbulo de la calle Piedra Santa avisara a la policía. El resultado, un inspector de policía y tres guerrilleros muertos.
Sin cambiar de ciudad, encontramos a los hermanos Rodríguez González “los Guinea”, familia de confidentes, José será el primero en caer asesinado a manos de “el Modesto”, de la partida de “los Quero”, a finales de marzo de 1944, por haber delatado a otro miembro de la partida que resultó muerto. El 16 de septiembre de ese mismo año, será Luis, el otro hermano quien también sea asesinado, a manos de Antonio Vázquez Murillo y su gente.
Por concluir con la provincia de Granada, comentar que el grupo de “los Clares”, que durante 1947 habían eliminado en Güejar Sierra al confidente Antonio Martín Benavides y poco después al infiltrado y delator Fermín Castillo, a principios de 1949 tras una seria confrontación con la Agrupación Guerrillera de Málaga Granada, pasarán a colaborar durante unos meses con la guardia civil, causando varias bajas a la citada agrupación. A finales de 1949, los restos del grupo dejan de colaborar y se vuelven a “echar” al monte.
En Ciudad Real, el pequeño grupo de “el Lechuga”, se entrega en febrero del 48 a la guardia civil, a cambio de sus vidas, colaboran con los civilones, entre sus víctimas, “Lazarete” y su mujer.

"El Lechuga" y su grupo cambiaron de bando
durante el año 48 y persiguieron guerrilleros.
En Cantabria, la partida de “el cariñoso”, ejecutó también a dos delatores, en 1938, a Santos Manuel Casar y en 1940, en La Cavada a Víctor Gómez Aja. Aunque el propio Cariñoso morirá tras ser delatado por uno de sus enlaces, llamado Escalante, en octubre del 41, su compañera María Solano resultará detenida, y otros tres miembros de la partida, “Lola”, “Cenizo” y “Melenas” también resultan muertos tras un tiroteo por la delación del mismo enlace.
La partida de “el Petrol” que operaba en la provincia de Teruel, ejecutó al falangista y teniente de alcalde de Dos Torres de Mercader, acusándolo de delator el 25 de noviembre de 1945.
Como la lista podría eternizarse y el texto se va alargando, lo dejamos para una próxima entrada.


Fuentes: La red de evasión del grupo Ponzán. (Antonio Téllez), Facerías. (Antonio Téllez), Hijos de una guerra. (Jorge Marco), La resistencia armada contra Franco. (Francisco Moreno), Franco me hizo terrorista. (Stuart Christie), Maquis. (Secundino Serrano), El Cariñoso. (Isidro Cicero),http://diariodevurgos.com/dvwps/el-hombre-que-mato-a-laureano-cerrada.php



domingo, 21 de diciembre de 2014

Ante la Ley Mordaza



El pasado día 31 de Octubre fué aprobada por el gobierno el proyecto de Ley de Seguridad Ciudadana y votada hoy día 11 en el congreso. Esta ley no está de ningún modo justificada, ya que el Ministerio del Interior muestra cómo el Balance de Criminalidad 2014 del mismo Ministerio indica que los delitos han disminuido a la par que las estadísticas del Centro de Investigaciones Sociológicas afirman que la seguridad no es la principal preocupación (el 1,7%, frente al 77% del paro).CNT denunciamos la situación de paro, desprotección, pérdida de derechos y carencia de medios de subsistencia que sufrimos los/as trabajadores/as provocada por el gobierno y la patronal. Denunciamos que ante las movilizaciones sociales y sindicales que tratan de hacer frente a esta situación, el gobierno, lejos de intentar solucionar dichos problemas, opta por defender sus intereses y los de su clase mediante la represión con la llamada Ley Mordaza haciendo oidos sordos al sentir popula (un 82% de la población pide cambiar o retirar dicha ley). Se acabó el "palo y la zanahoria", se han repartido todas las zanahorias y para nosotros quieren dejarnos los palos. Hacemos un llamamiento a los/as trabajadores/as a dar respuesta organizada a tanto atropello.
A continuación reseñamos los puntos mas destacados y los cambios realizados.
Esta Ley de Seguridad Ciudadana se ha aprobado con varias modificaciones. Se basa en sanciones que atribuye a numerosas conductas, dividiéndolas entre faltas muy graves, graves y leves. A primera vista se puede observar que aquellos que se las inventaron desconocen cual es el sueldo de un/a trabajador/a:
- Muy graves: de 30.001 a 600.000 euros (4 faltas)
- Graves: de 601 a 30.000 euros (26 faltas)
- Leves: de 100 a 600 euros (17 faltas)
A su vez las multas por infracciones muy graves y graves se dividen en tres grados: "se impondrá en grado máximo cuando se justifique por el número y entidad de las circunstancias concurrentes". Enunciado poco claro cuando menos.
 INFRACCIONES MUY GRAVES
Las faltas muy graves pasan de seis en la versión anterior a cuatro:
- Manifestarse ante lugares donde se presten servicios para la comunidad: "Las reuniones o manifestaciones no comunicadas o prohibidas en instalaciones en las que se presten servicios básicos para la comunidad o en sus inmediaciones, incluyendo su sobrevuelo (...) En el caso de las reuniones y manifestaciones serán responsables los organizadores o promotores". Responsabilizan a los convocantes de todo lo que hagan los convocados.
- Armas: "La fabricación, reparación, almacenamiento, circulación, comercio, transporte, distribución, adquisición, certificación, enajenación o utilización de armas reglamentarias, explosivos catalogados, cartucherías o artículos pirotécnicos, incumpliendo la normativa de aplicación, careciendo de la documentación o autorización requeridas o excediendo los límites autorizados cuando tales conductas no sean constitutivas de delito así como la omisión, insuficiencia, o falta de eficacia de las medidas de seguridad o precauciones que resulten obligatorias, siempre que en tales actuaciones se causen perjuicios muy graves".
- Espectáculos suspendidos o prohibidos: "La celebración de espectáculos públicos o actividades recreativas quebrantando la prohibición o suspensión ordenada por la autoridad correspondiente por razones de seguridad pública". Habrá que ver luego en la práctica lo que entienden por seguridad pública.
- Láseres: "La proyección de haces de luz, mediante cualquier tipo de dispositivo, sobre los pilotos o conductores de medios de transporte que puedan deslumbrarles o distraer su atención y provocar accidentes". El legislar en base a el supuesto de ir a alumbrar con un puntero láser a un piloto es de traca y en la práctica requisarán todos los punteros no vaya a ser que pase un avión...
En el anteproyecto las concentraciones no comunicadas ante instituciones del Estado estaban tipificadas como muy graves, con multas de hasta 600.000 euros. Finalmente se modifica: si las manifestaciones no cuentan con los permisos necesarios y no han sido comunicadas, pasarán a ser una infracción leve y solo será grave si, además de no tener permisos, se produce una "perturbación grave de la seguridad ciudadana". Queda por saber cómo se tipificará esa "perturbación" de la seguridad ciudadana. Pero Interior ha rebajado la sanción que pasa a tener de un máximo de 30.000 euros. Cabe destacar el descaro de dicho punto al irresponsablemente blindarse a si mismos.
En el anteproyecto de ley del mes de noviembre se había incluido entre las muy graves las manifestaciones no comunicadas ante el Congreso y el Senado, así como ante infraestructuras críticas, como centrales nucleares o pistas de aeropuerto que quedarán en falta grave. En caso de tener un conflicto situado en una llamada “Infraestructura Crítica”, ¿como se compagina esta restricción con la Ley de Libertad Sindical?
La grabación y difusión de imágenes de agentes de las fuerzas de seguridad en el ejercicio de su trabajo que atenten contra el derecho a su honor o su imagen y que puedan poner en peligro su seguridad o la de la intervención policial correspondiente. Nuevamente pretenden dejarnos indefensos ante sus abusos después de la relevancia en cuanto a denuncia pública que están teniendo en los últimos tiempos las grabaciones. Así mismo atenta contra la defensa jurídica al eliminar pruebas de facto. Este punto ha sido criticado hasta por los propios miembros del sindicato de policias.
- Los escraches o actos de acoso a cargos públicos. Más autoblindaje. La ley contemplará que la Policía pueda establecer un perímetro de seguridad que no deben sobrepasar los concentrados. Vamos, que las quejas en el buzón de sugerencias al lado de la papelera ¿o es la papelera la que esta al lado del buzón de sugerencias?
 INFRACCIONES GRAVES
Son 26 las infracciones graves, entre las que destacan:
- Perturbar la seguridad ciudadana en actos públicos, espectáculos deportivos o culturales, solemnidades y oficios religiosos u otras reuniones a las que asistan numerosas personas, cuando no sean constitutivas de delito.
- Perturbar la seguridad ciudadana durante reuniones o manifestaciones ante el Congreso, el Senado y las asambleas de las comunidades autónomas, aunque no estén reunidos los diputados o senadores en ellas.
- Impedir a cualquier autoridad, empleado público o corporación oficial ejercer sus funciones, cumplir o ejecutar acuerdos o llevar a cabo resoluciones administrativas o judiciales, siempre que no sean delito. Este es un saludito para Stop Desahucios entre otros.
- Negarse a disolver reuniones y manifestaciones en lugares de tránsito público tras una orden de la autoridad competente. A mandar.
- Perturbar el desarrollo de una reunión o manifestación lícita.
- El ofrecimiento, la solicitud, la negociación y la aceptación de los servicios de prostitución en las proximidades de zonas infantiles, como parques o colegios, o en lugares donde se ponga en peligro la seguridad vial, como los arcenes. Lo que significa que podrán ser sancionados tanto los clientes como quien ejerza la prostitución pero interior dice que la prostitución como tal no se sanciona y que se multará en esos supuestos por la vulnerabilidad del lugar.
 INFRACCIONES LEVES
Se han tipificado 17 infracciones en esta categoría, entre las que destacan las siguientes:
- La celebración de reuniones en lugares de tránsito público o de manifestaciones, sin los permisos correspondientes. Incluidos los alrededores del Congreso o el Senado. Si se producen disturbios, pasa a ser considerada falta grave.
- Las injurias o faltas de respeto y consideración que se realicen en una reunión o concentración cuyo destinatario sea un miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ejercicio de sus funciones, cuando estas conductas no sean constitutivas de delito (en la primera versión era falta grave).
- La ocupación de cualquier inmueble, vivienda o edificio ajenos, o de la vía pública, fuera de los casos permitidos por la ley. Aqui pretenden invalidar uno de los mas históricos actos reivindicativos, lo cual evidentemente no van a conseguir.
- No denunciar el robo o la pérdida del DNI. También negligencia en la custodia y conservación de la documentación personal legalmente exigida, considerándose como tal la tercera y posteriores pérdidas en un plazo de tres años. Si, papá.
POTESTAD DE LA INTERVENCIÓN POLICIAL
Este regimen de sanciones implica un poder a los policias a través del cual eres acusado, sentenciado y condenado. Incluyen también el bochornoso procedimiento utilizado en las multas de tráfico en el cual renuncias al derecho de alegación y de interponer recurso a cambio de un descuento del 50% si callas y pagas rápido. 50% de descuento como en las ofertas del súper.
 A MODO DE CONCLUSIÓN
Queremos señalar como las actuales estrategias represivas aún diseñadas para combatir a las organizaciones se dirigen hacia el individuo. La generalidad represiva es más sutil y queda invisibilizada al adoptar la forma de sanción. Atenta contra nuestros bolsillos de forma individual tratando de minimizar y eliminar las imágenes de acciones mas ligadas a la represión. Lo llaman ley de seguridad ciudadana pero los que atentan contra la seguridad ciudadana son ellos, sus chanchullos, sus reformas laborales, sus planes de ajuste; responsables directos de las condiciones de vida miselable de millones de trabajadores
 Dicha ley puede descargarse en





jueves, 11 de diciembre de 2014

Laureano Cerrada, “el empresario anarquista”



Ya sólo el título de este libro provoca que nos detengamos en el mismo, por aquello de conseguir la cuadratura del círculo. A estas alturas del mundo, hasta el olmo da peras, pero conocer a un empresario anarquista sorprende, aunque, ¿no sería más correcto decir «anarquista empresario»? En cualquier caso, esta es la biografía novelada de Laureano Cerrada, un personaje singular y casi un héroe para los anarquistas y libertarios en pleno régimen franquista. Haciendo una mala comparación, Cerrada parece un Oskar Schindler o un Claus Von Stauffenberg a la española, sin demasiado éxito en sus operaciones pero con ideas peculiares.
El retrato que de Laureano Cerrada construye César Galiano es gracias a libros de Historia y a través de entrevistas con camaradas. El resultado es una novela que combina fragmentos de entrevistas, narraciones y detalles históricos. Alguna de las ideas más extravagantes de Cerrada fue la de sembrar la carretera de San Sebastián a Valencia con una lluvia de fajos de billetes falsos que pretendía desestabilizar el sistema económico nacional, la falsificación de entradas para los toros o hacerse pasar por un alto cargo en un control policial, precisamente, para librarse de él. Todo lo que se cuenta es asombroso, tanto que parece mentira que nadie se haya parado a profundizar en la vida de Cerrada para consagrarlo en una película, como lo fue Salvador, sobre el también anarquista Salvador Puig Antich, el último condenado a muerte en España y un mártir de la causa anarquista.

Desde luego, Cerrada es el paradigma de la lucha libertaria. Con su red de empresas costeaba las armas y las acciones que pretendían atentar contra el régimen, y aunque estuvo preso en Francia y fue asesinado en 1976, parece que eludió elegantemente a las autoridades y a la muerte mientras pudo. La obra de César Galiano, escrita con desparpajo y agilidad, nos descubre a un personaje desconocido como fue Cerrada, importante en determinados círculos de pensamientos pero que ha pasado mucho tiempo desapercibido para la gran mayoría.



jueves, 4 de diciembre de 2014

¿QUE SON LAS ELECCIONES SINDICALES?


De nuevo elecciones sindicales. Otra vez eres llamado/a a votar. Antes de que lo hagas, lee este escrito, va a explicarte en qué consisten esas elecciones sindicales.

Origen de las elecciones.
Estas elecciones son herederas de las elecciones que se realizaban durante la dictadura franquista. En esa época existía un sindicato obligatorio, que era llamado Sindicato Vertical. Periódicamente los trabajadores eran llamados a elegir a sus Enlaces Sindicales. Aunque otros sindicatos estaban prohibidos, los miembros de CCOO, de USO, sectores cristianos, comunistas, participaban en las elecciones como independientes. CNT y UGT boicoteaban esos procesos electorales a los que consideraban simples farsas destinadas a sostener la dictadura dándole un aire democrático, y eliminar cualquier tipo de conflicto social. Cuando murió el general Franco, desapareció el Sindicato Vertical debido a las múltiples protestas de los trabajadores en el año 1976. Los herederos del franquismo, la UCD, convocaron elecciones en las que empezaron a participar todos los sindicatos actualmente existentes. CNT decidió boicotear esos procesos electorales por una serie de motivos que os vamos a enumerar.

A) Lo que pasa antes de las elecciones.
1.- Sólo una minoría de trabajadores son llamados a las urnas. En España, según datos del Ministerio de Trabajo, hay más de dos millones de empresas que contratan a menos de cinco trabajadores. Las elecciones sindicales dejan fuera de juego a millones de trabajadores jóvenes, precarios, inmigrantes, a mujeres, a sectores que son precisamente los más débiles del mercado laboral.
2.- Los trabajadores que sí tienen elecciones sindicales, normalmente en empresas de más de 250 trabajadores, se ven obligados a elegir una candidatura cerrada de candidatos. Es decir, ni puede presentarse cualquiera a las elecciones, ni se puede votar al candidato preferido, ya que la candidatura marca el orden estricto de los candidatos. No puedes tachar a quien te resulte antipático, ni adelantar al que tú consideres más idóneo. Si quieres presentarte a candidato, tienes que montar una candidatura o meterte en una ya hecha.
3.- Los sindicatos suelen montar sus candidaturas con cualquier tipo de persona que se preste a ello. No valoran las cualidades de los candidatos, sino que buscan a mientras más gente mejor. Van a la caza del candidato con un discurso que les dice: preséntate, no importa si luego no quieres hacer nada. Los sindicatos intentan tan sólo presentar muchas candidaturas y sacar muchos delegados.
4.- Como la ley otorga una serie de privilegios a los candidatos elegidos, muchos de los candidatos se presentan a las elecciones por obtener esas prebendas: crédito horario, estabilidad en el puesto de trabajo, libertad de movimientos.
5.- Para atraer a los votantes, los sindicatos necesitan un programa y hacer una campaña. El programa es siempre una promesa en la que se deja para mañana lo que debería ser conseguido hoy. Además, puedes comprobar que todos los programas prometen lo mismo: derechos, democracia, etc. Es sabido que una vez conseguido el cargo, el programa es dejado a un lado.
6.- Las elecciones implican una lucha sucia e inmoral entre sindicatos. Las distintas centrales intentan a toda costa evitar la presentación de candidaturas rivales. Por ello los candidatos son presionados para que renuncien, las listas vigiladas para impugnarlas, y el proceso revisado para hacerlo caer. A los sindicatos no les interesa la democracia, la pluralidad de opiniones, la presentación de opciones diversas, sino la destrucción del rival.

B) El día de las elecciones
1.- En el día electoral asistirás al espectáculo de ver a apoderados, interventores y supervisores sindicales pasear por los distintos servicios y centros de trabajo, cazando votantes. Ese día se dora la píldora al trabajador. Se le recuerdan pasados favores hechos, y los que aún puede recibir: traslados de puesto, promoción, carrera profesional, acceso a cursillos y horas extras, etc. Es el día en que por medio de la sonrisa, del agarre del brazo y de la invitación a la cerveza, los sindicalistas confraternizan con el currante.
2.- En el día electoral, si te decides ir a votar, sentirás la extraña sensación de estar realizando un ritual vacío, carente de sentido. Es como ir a misa sin ser católico. Las motivaciones para el voto, son de lo más diversas. Unos votan porque hay que votar; otros por ver que pasa; otros por escaquearse un rato del curro; otros votan por no quedar mal ante fulano o zutano; otros por miedo a perder sus posiciones privilegiadas. Y muy pocos, por no decir nadie, piensa que están eligiendo a sus representantes laborales. Hay además, un montón de gente que no vota ¿Por qué?

C) Después de las elecciones
1.- Porque mediante las elecciones no eliges a tus representantes. Al votar lo que haces es otorgar poder a una persona para que decida en tu nombre. Tú no puedes controlar al delegado, no puedes exigirle que cumpla su programa, rápidamente olvidado. La ley otorga al delegado poder para negociar, firmar e imponer su voluntad al trabajador; por la posición que ocupa traba amistad con jefes, directivos y capataces; consigue mano para enchufes, chanchullos, pasteleos y enjuagues. El delegado es un especialista que aprende normativa y leyes, que te explica lo que está bien y está mal de acuerdo con la ley. ¿Y has visto tú alguna vez que la ley te beneficie?
2.- Tu delegado, además, si está encuadrado en un sindicato, es controlado por la organización a que pertenece, que se apresurará a quitarle sus recursos (horas de liberación), para otorgárselas a los jefes sindicales. Esos jefes están muy por encima de tus pequeñas necesidades (salarios, turnos, movilidad, uniformes, calzados)... y se dedican a cuestiones de alta política: pactos, reconversiones, grandes acuerdos pasan por sus manos. Y gracias a ellos, cada año que pasa hay nuevos retrocesos. Hay miedo, sumisión y despidos.
3.- El proceso electoral está montado para que una vez hayas votado, te calles. Tú pintarás muy poco ante el delegado, ante el comité y ante el sindicato, que sólo desea que votes, que no des problemas y que pagues la cuota. Con lo cual aprendes que hay que ser pasivo, que protestando sólo consigues hacerte antipático, y que lo mejor es dedicarte a tus asuntos. Y una vez domesticado, los sindicatos te echan en cara que no te interesa nada, que no participas, y que por eso ellos no consiguen resultados.
4.- A pesar de todo, hay delegados honrados, y comités que intentan hacer bien las cosas y luchar por los derechos de los trabajadores. Pero el hecho es que hay una separación, una división entre el trabajador que hace su trabajo, y el delegado que está liberado o que dispone de horas sindicales. Tú no te acabarás de fiar de un delegado que no sabes a qué dedica su tiempo, y al que ves en reuniones de las que te enteras de muy poco; y él no se fía de tí, porque te ve egoísta, pasivo, apegado a tus cosas, ignorante de un montón de problemas y limitado a tu propio punto de vista. Los choques son inevitables. Porque el delegado combativo está solo: nada puede contra la patronal y sus recursos, ni contra los sindicatos, ni contra los delegados corruptos. Rápidamente se quema y aprende la lección: o se corrompe, o pierde entusiasmo, o dimite. Desengáñate: el Capitán Trueno no existe.
5.- Entonces, si las elecciones no valen para que tu voz se oiga, ¿para qué sirven?  Las elecciones sindicales sirven para asignar la representatividad de los sindicatos a nivel nacional. Así, cada voto recibido  sirve para que esos sindicatos obtengan la etiqueta de representativos o mayoritarios. Gracias a esa falsa etiqueta, el gobierno y la patronal reparten más de 600 millones de euros anuales (más de cien mil millones de pesetas) en subvenciones directas e indirectas (pagos de cursos, proyectos, empresas, liberaciones, subvenciones monetarias, locales, fungibles...). Estas subvenciones sirven para nutrir a una casta de sindicalistas profesionales, cuya principal misión en esta vida es no perder la poltrona. Y para ello, pactan lo que haga falta con quienes les pagan.
6.- Hay un último punto que reluce después de las elecciones sindicales: el voto no es secreto. En primer lugar, se sabe quién vota y quién no vota. El delegado sabrá si te has abstenido, y en consecuencia, te tratará con menos benevolencia que si sí votas. En segundo lugar, tras las elecciones los delegados someten a escrupuloso escrutinio los censos electorales, y los comparan con los resultados obtenidos. Dado que cada sindicato controla quienes son sus potenciales votantes (afiliados y simpatizantes), y quienes son sus potenciales enemigos (miembros de otros sindicatos), pueden cuadrar las cuentas y valorar si cada cual ha votado a quien debe votar. Si votas en blanco, nulo, o a otro sindicato distinto del tuyo, eso se acabará sabiendo. Por lo tanto hay que denunciar la falacia del voto secreto.

D) ¿Qué intereses defienden las elecciones sindicales?
Las Elecciones Sindicales y todo el actual sistema sindical español, defienden los intereses de las empresas. El empresario es el que mantiene económicamente el sindicato (él paga locales y liberaciones). El empresario negocia con un empleado suyo que es el sindicalista. El sindicalista en el mejor de los casos, hace el control de calidad de la empresa, procura que se cumpla la ley y señala al empresario los defectos que debe corregir. Pero no es la persona que intenta profundizar y obtener el más y mejor para los trabajadores. Esto es así porque los trabajadores permanecen pasivos y resignados, ya que la ley sindical y laboral los obliga al silencio y a la impotencia.

E) ¿Qué podemos hacer?
Lo primero, no colaborar con la farsa: no votar. Votar es un derecho, pero no es un deber. Si te ofrecen ser candidato, no aceptes. Si eres delegado, dimite. Pero hay que hacer algo más. No basta con quejarse, con decir que todo está muy mal. Aunque la abstención electoral sea en muchos casos superior al 50%-70%, basta con un porcentaje mínimo de votantes (los votos de los delegados y sindicalistas interesados en salir, y los de sus amigos), para que el Estado reparta entre ellos sus subvenciones. Una abstención pasiva beneficia a los sindicatos mal llamados mayoritarios. Por eso es fundamental que tú te conviertas en tu propio delegado, que tú te organices con el resto de tus compañeros, que tú hables de cuáles son tus problemas, que tú protestes, que tú decidas... Es preciso que te des cuenta que tú no eres culpable de lo mal que está el mundo, porque los culpables son ellos. Pero que sí eres responsable de lo que sucede. Si te quedas quieto, y te callas harás exactamente lo que ellos esperan de ti.

F) Existe un modelo alternativo
Es el modelo sindical de la CNT. La CNT funciona en las empresas por medio de secciones sindicales, que dependiendo de la circunstancia, están legalizadas, o son clandestinas. Una sección sindical de CNT está formada por los afiliados de CNT, que reunidos en asamblea debaten sus problemas y deciden las acciones que deben emprender para solucionarlos. No hay privilegios, ni liberaciones, ni subvenciones ni poder en manos de los delegados de la CNT, ya que toda capacidad de decisión pasa por la asamblea. Desde nuestro punto de vista, no son necesarios ni las elecciones sindicales ni los comités de empresa para hacer sindicalismo. Esa sección sindical recibe apoyo y solidaridad de la totalidad del sindicato, y presta su ayuda a otras secciones cuando lo precisan.

CNT-AIT

si nadie trabaja por ti, que nadie decida por ti.




martes, 2 de diciembre de 2014

La cena de 1966 donde se fraguó el actual sistema bipartidista


Un informe de los servicios de inteligencia de la dictadura, datado en 1966, narra el transcurso de una cena en la que participó el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón. El documento pone de manifiesto los movimientos de la oligarquía franquista y del futuro monarca para preparar un régimen post-dictatorial que pudiera homologarse a los países europeos del entorno. Eso sí, en la cena quedaba muy claro que el sistema  resultante tendría que ser fuertemente bipartidista. “El príncipe aludió a que habría que evitar los excesos del pluripartidismo, a lo que Villar [Masso] y otros abundaron en que bastaría con una inteligente Ley Electoral para que se pudiera garantizar en la práctica el sistema de dos grandes partidos, socialista democrático y demócrata cristiano, con algún otro sector marginal o complementario”, se explica en un documento firmado por la Dirección General de Seguridad al que ha tenido acceso La Marea y que se encuentra en el archivo de la Fundación Francisco Franco.
El dictador estaba obsesionado por saber si el futuro rey Juan Carlos le era adepto o se había equivocado con su designación como sucesor. Por ese motivo había dado órdenes a sus servicios de información para que le detallaran cada paso que el príncipe daba y cada reunión en la que participaba.
En la cena, que tuvo lugar el 27 de mayo de 1966, nueve años antes de la muerte del dictador, estaba presente también el “prestigioso” –en palabras del propio Servicio de Información– abogado Joaquín Garrigues Walker. El letrado, considerado uno de los artífices de la Transición, fue fundador de la Federación de Partidos Demócratas y Liberales (FPDL), que acabaría integrándose en la Unión de Centro Democrático (UCD), formación con la que llegó a ser diputado por Madrid y por Murcia y ministro de Obras Públicas con Adolfo Suárez.
El informe, con número 26686, también da cuenta de los otros 10 comensales que participaron en aquella cena. Entre los asistentes se encontraban prominentes hombres de negocios y de la vida social y académica del momento, como el falangista y miembro del Opus Dei Hermenegildo Altozano; el presidente de Telefónica, Antonio Barrera; el consejero del Banco Urquijo Pedro Durán; el presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, Alberto Algora; el catedrático de la Universidad de Navarra Antonio Fontán; el notario Alberto Ballarín; el catedrático de la Universidad de Santiago Carlos Fernández Novoa y otros nombres ilustres del momento. Muchos de ellos desempeñaron un papel clave en el proceso de construcción de la Transición. En este sentido se puede destacar a Antonio Fontán, primer presidente del Senado, de 1977 a 1979; a Antonio Barrera, ministro de Hacienda en 1973; y a Manuel Ortínez, quien participó en las negociaciones para la vuelta a Cataluña de Josep Tarradellas con el visto bueno del rey Juan Carlos.
La conversación que se mantuvo en aquella cena fue filtrada por uno de los asistentes. En el informe se detalla que el entonces príncipe “habló con respeto de la figura del jefe de Estado” y que sostuvo que “el balance del Régimen sería positivo”. Sin embargo, los asistentes se mostraban cautos ante el hecho de que se le asociara públicamente y de manera estrecha con el dictador. El príncipe estuvo “a la vez espontáneo y prudente”, “muy en su papel” y, eso sí, “no comprometiéndose en ningún momento”. El documento asegura que la conversación fue “viva y muy libre” y las “bases comunes” sobre la configuración del régimen postfranquista, como la instauración de un bipartidismo fuerte, “se revelaron muy grandes”. El resto de la historia es ya conocida. La Transición instauró un sistema dominado por dos grandes partidos que en las últimas décadas han evitado esos “excesos del pluripartidismo” que tanto preocupaban a Juan Carlos de Borbón, pero que hoy está más en cuestión que nunca.


martes, 25 de noviembre de 2014

LA MASONERÍA Y EL MOVIMIENTO OBRERO: IMAGOS E IDEAS PARA UNA REFLEXIÓN TEÓRICA


Alberto VALÍN FERNÁNDEZ
Departamento de Historia, Arte e Xeografía.
Facultade de Historia.
Universidade de Vigo

         Por primera vez en la historiografía, se teoriza en este trabajo sobre las influencias, concurrencias e interrelaciones de índole emblemática e ideológica que existieron entre estas dos culturas políticas: la francmasonería y el obrerismo. Para ello el autor, partiendo de un cuestionario de trabajo preliminar, intenta darle respuesta a éste, desarrollando un reflexivo discurso en torno a los probables orígenes causales de aquellas diferentes adecuaciones o asimilaciones iconográficas e ideológicas habidas entre estas dos culturas políticas, como: la acción filantrópica y de cohesión social llevada a cabo por la masonería con respecto al proletariado; la influencia que, en el movimiento obrero, ha tenido el constructo "masón=revolucionario"; y la tradición revolucionaria burguesa o liberal, recogida también por el obrerismo, de apropiarse de la iconografía y algunos rituales masónicos para proyectar "instrumentalmente" sus categorías ideológicas.
       
Apuntes preliminares

            Antes de comenzar a desarrollar estas reflexiones sobre un tema históricamente tan difícil de constatar, calibrar y valorar y, por otro lado, tan problemático para mí a la hora de pergeñar sobre él una tejida malla teórica con trama y urdimbre lo suficientemente apretadas, permítaseme iniciar este discurso con un brevísimo circunloquio "agulhonianamente" egohistórico sobre el tema en cuestión.

            En realidad, llevo más de dos décadas detrás de la realización de un ensayo introductorio como el que a continuación ofrezco al lector. Desde que comencé esta masonológica línea de investigación histórica hace ahora veinticinco años y debido a las -para mí siempre llamativas- coincidencias que encontré entre la iconografía de la A.I.T., el criterio libertario y la masonería, comencé a modelar un personal y deductivo constructo teórico, sobre este tema, en torno al encuentro de dos culturas políticas de tanta trascendencia en la historia contemporánea universal, y del cual, por cierto, no encontraba en todos los catálogos bibliográficos que consultaba ninguna pequeña referencia y, obviamente, ninguna monografía que se hubiese ocupado de él; es decir, que, historiográficamente, ningún investigador se había interesado por aquello que yo, cada vez con más fuerza, veía tan ostentosamente claro.

            Si durante aquellos primeros años del decenio de los ochenta, no me atreví a llevar a cabo la correspondiente tarea de abordar esta cuestión con la suficiente determinación fue, primero, por realizar la correspondiente autocrítica y saberme no preparado todavía al carecer de la correspondiente madurez intelectual para poder desarrollar una reflexión teórica de esa envergadura y, segundo, por esa inexistente presencia de precedentes historiográficos recientes -y, por ello, asequibles- que abordasen, directa y generalmente, esta interesante línea de investigación.

            Desde aquellos momentos iniciales de mi aprendizaje en el oficio de historiador, trabajando de técnico archivero en el fondo Masonería del hoy denominado Archivo General de la Guerra Civil Española de Salamanca, y a raíz de esas personales lucubraciones alrededor del citado e íntimo constructo sobre ese curioso "encuentro", siempre me han rondado en la cabeza complicadas incógnitas empujadas o determinadas por toda una compleja serie de concomitantes similitudes como, verbigracia:

            ¿Por qué tanto símbolo idéntico en la masonería y el societarismo; tanta aparente concordancia moral y hasta organizativa entre ambos; tanta semejanza a la hora de entender al grupo con el mismo y "tribal" sentimiento identitario entre ácratas y masones; tanto chocante paralelismo místico a la hora de entender la propia "Idea" por parte de cualquier masón o cualquier bakuninista?

            ¿Sirvió la francmasonería de escuela filosófica, moral y hasta organizativa de una parte destacada del primer movimiento obrero?

            ¿Por qué hubo tanto líder del societarismo que practicó al mismo tiempo una especie de doble militancia al pertenecer -y hasta destacarse- en la organización masónica, conocido el hecho irrefutable de que esa secreta forma de sociabilidad fue siempre dominantemente burguesa?

            No hay duda que, en el siglo XIX, un obrero, obviamente alfabetizado -dado que esta es una de las condiciones imprescindibles para ser masón-, aceptado en una logia, accedía paulatinamente -si se aplicaba- a la posibilidad de ir aprehendiendo, no sólo la variada y compleja serie de usos y maneras conductuales típicas del ethos burgués (lo indispensable para poder ir a su primera tenida era agenciarse -comprarlo, alquilarlo o pedirlo prestado- un "aparente" y oscuro terno que, obviamente no tendría), sino también un verdadero abanico de conocimientos de cultura general, moral, estética, filosófica, simbólica y, obviamente, organizativa que, por otro lado, la clasista sociedad "profana" de la época -salvo algunas organizaciones del liberalismo radical y, quizás, algunas instituciones cristianas-, jamás le brindaría tan fácilmente.

            Es decir, que si uno cualquiera de los miles de proletarios que se iniciaron en la masonería a lo largo del diecinueve, llegaba a ayudar en secretaría o a ser "Secretario", "Orador", o cualquier otra "dignidad" del "taller" o, simplemente, a "trabajar" en logia "trazando" "piezas de arquitectura" de cualquier índole o temática cultural, moral o filosófica, se le ofrecía con todo ello una excelente formación práctica para, entre otras muchas cosas, saber hablar en público, desarrollar, defender o debatir cualquier tema monográfico de discusión o formación interna y llevar, burocrática y orgánicamente, cualquier futuro tipo de sociedad reivindicativa, musical, cultural o de ocio y entretenimiento que él mismo quisiese crear con otros miembros de su clase social. Porque con toda su esotéricamente iniciática experiencia en el misterioso y discreto círculo "de la Acacia", no olvidemos que aquel humilde obrero aprendía también a: abrir libros de registro personal, de actas, de contabilidad, de cuotas, hacer expedientes, estadillos personales, llevar la correspondencia, etc., etc., etc.

            Además, sus "hermanos" de logia le enseñaban a practicar la democracia interna de grupo -como hemos estudiado Ran Halévi, Luis P. Martín y yo mismo-, a responsabilizarse en el respeto a las elegidas jerarquías -más tarde secretarios, representantes o delegados de su sindicato, agrupación política u orfeón si fuese el caso-. Asimismo, lo educaban para saber conducirse consigo mismo primero, por medio de una mística e íntima moral interior, y con los demás integrantes de su grupo y de la sociedad en general después, por medio de una laica, cívica y autodisciplinada práctica de ética social. Deontología masónica de antigua y humanista tradición protestante que, a cualquier bien formado anarquista de los siglos XIX, XX y actual, desconocedor de la idiosincrasia masónica, fácilmente identificaría como "tribalmente" propia, así practicase la moral bakuninista, la spenceriana o la kropotkiana.

            Quizá podamos aquí contestar a aquella cuestión dejada en el aire, en 1987, por el profesor Ferrer cuando, al abordar el tema de la pertenencia masónica de Anselmo Lorenzo Asperilla, se preguntaba  "por qué y cómo este anarquista llegó a la Masonería a la que iba a pertenecer con una fidelidad y dedicación extraordinaria".2 Es muy posible que fuese esta curiosísima coincidencia de morales la que sorprendió positivamente a aquel tipógrafo anarquista llamado Anselmo Lorenzo, ayudándole a superar y olvidar sus iniciales prejuicios hacia la masonería -como él mismo recuerda en su El proletariado militante-, convirtiéndole desde entonces en un convencido y sobresaliente masón.

            Además de esta coincidencia de morales y de criterios humanistas -como también ha detectado Jesús Ruiz Pérez- y de parecidas y místicas utopías universalistas, la denominada "Fraternidad universal", Lorenzo sabía, como también recuerda en su obra, el hecho relevante del apoyo que aquella asociación cosmopolitista le hizo a la Primera internacional en los preliminares de su creación.3 Y, al mismo tiempo -como apunta Ferrer con respecto a Bakunin-, es más que probable que también conociese el relevante hecho de la pertenencia a la secreta sociedad de anarquistas como Proudhon, Bakunin, Faure, Elie, Elisée y Paul Reclus, Louise Michel, etc.

            No hay duda que una importante zona de la masonería europea del siglo XIX ejerció, con respecto a la elitista porción del proletariado que inició en sus logias, una pedagógica labor de formación integral. Obviamente se podrá aducir, llegados a esta categórica altura de la reflexión que intento explicar con estas líneas preliminares, que los correspondientes comités locales republicanos ejercieron una pedagogía similar sobre una zona del futuro proletariado concienciado y organizado en el societarismo. Esto también resulta completamente plausible; es más, se sabe que en muchos de estos ambientes de política radical pequeño-burguesa se formó, tanto en Francia como en España, una buena parte del germen del primer obrerismo. Aunque sobre el respecto debo aclarar que no creo que el comité político antecitado impartiese con la misma intensidad, el mismo iniciático interiorismo, el mismo trato socialmente igualitario y el mismo nivel de preocupada y participativa docencia filosófica, deontológica y cultural, como se hacía -y se sigue haciendo- en toda logia masónica.

            Asimismo, hay que subrayar el relevante hecho social de que, en muchísimas ocasiones, fue en estos círculos de sociabilidad política republicana donde fueron captados para el hiramismo muchos de estos trabajadores, por medio de esa especie de simbiosis que tanto hemos visto entre republicanismo y cierto tipo de masonería, sobre todo la de ritos como el "oriental" o "menfita" y el "escocés antiguo y aceptado".

            Siguiendo lo contenido en los tres volúmenes de la exhaustiva y pormenorizada Bibliografía de la Masonería de Ferrer Benimeli y Cuartero Escobés -lectura que aconsejo a todo investigador que necesite hacer cualquier consulta sobre el tema-, publicada en 2004,4 puede decirse -exagerando ahora un poco la carga de tinta estilística de mi literatura y haciendo eco de lo señalado también sobre esta cuestión por el propio Ferrer en su Bibliografía de la Masonería de 1978-, que da la impresión de que se escribieron más obras generales sobre este tenor entre los años 1899 y 1913 que en todo el resto del siglo XX hasta sus postrimerías. Esos inexistentes trabajos exhaustivos y generales sobre las posibles interconexiones o interrelaciones entre obrerismo y masonería que tanto eché en falta, me hubieran podido ayudar a seguir una senda, más o menos trazada, y no tener que reprimir todo intento de acción por mi parte ante el alienante pensamiento de que, para llevar a cabo esa tarea, tendría que desbrozar, ese oscuro, solitario y enmarañado monte, partiendo de mis únicas reflexiones personales.

            Desconocemos el porqué de ese aparentemente drástico abandono por parte de los historiadores serios y mínimamente objetivos, no sólo de esta interesante línea de investigación, sino también del resto de los variados temas de índole masonológica, aunque presumimos que la Gran guerra por un lado, el advenimiento paulatino de los distintos regímenes fascistas por otro y, sobre todo, el triunfo de la revolución marxista-leninista de octubre de 1917 y lo que trajo consigo, fue la causa de ese extraño y desidioso silencio.

            Con ese "lo que trajo consigo la Revolución de octubre", me refiero, por una parte, a lo que respecta a aquella suerte de impuesta "moda" que tanto inundó hasta no hace mucho los ambientes intelectuales con su -por lo general siempre respetado- totalizador paradigma comunista y, por otra, a las "desalienantes" y "laicistas" condenas "pontificales" contra la masonería, llevadas a cabo por la recién fundada Tercera internacional, intentando con ellas dejar a la "Orden del Gran Arquitecto" completamente segregada del flamante movimiento internacionalista, a la vez que esta Internacional imponía, culturalmente, en sus círculos intelectuales y académicos un fortísimo prejuicio sobre esta forma de sociabilidad, quedando escamoteada o completamente infravalorada por la mayor parte de la historiografía desde ese momento.

            Como fácilmente se deducirá, todo esto provocó un manifiesto y general desinterés hacia la masonería por parte, tanto de los historiadores llamados sociales como de la mayoría de los "cliólogos", salvo algunos investigadores -la mayoría profesores universitarios como Combes, Ferrer, Ligou, Mola, Agulhon, ...- que, desde los años sesenta, comenzaron de nuevo a retomar este interesante objeto de estudio, siguiendo desarrollando hasta hoy la llamada masonología, entendida ésta como una categoría historiográfica más y no, obviamente, como se pretende entender en ciertos círculos masónicos, una "ciencia".

            Esta nueva tendencia historiográfica que, como decimos, tanto en Francia, España, Italia, Bélgica, como en otras naciones europeas, viene realizando una esclarecedora labor desde hace, sobre todo, tres décadas, ha vuelto, tímidamente, a dirigir su mirada sobre el atractivo objeto de estudio de las interrelaciones entre el movimiento obrero y el llamado hiramismo o masonería.

            Estos trabajos monográficos que, por lo común, se han realizado separadamente por las tres corrientes ideológicas más relevantes de la llamada cultura proletaria; es decir, la social-demócrata o socialista, la marxista-leninista o comunista autoritaria y la libertaria, tratan, grosso modo, los distintos temas a estudio de una forma muy poco general y con no excesiva exhaustividad -en algunas ocasiones resultan meros trabajos periodísticos-, sin pararse en profundidad -salvo en algunos casos de auténtica, aunque breve, excelencia intelectual-, en estos temas monográficos obviamente relevantes, aproximándose a ellos, en demasiadas ocasiones, sin la correspondiente reflexión teórica o sin el bagaje mínimo de conocimiento politológico.

            Por todo ello, este interesante objeto de estudio histórico se encuentra todavía hoy, tanto a nivel nacional como, sobre todo, a nivel internacional, muy poco trabajado. Seguimos echando en falta, en una buena parte de los discursos hechos hasta el presente, una necesaria y fundamental teorización, partiendo, como decimos, de una visión general sobre estas cuestiones, en relación a las auténticas interrelaciones, adecuaciones o nexos entre estas trascendentales culturas políticas y, sobre todo, una fundamental, expositiva o concluyente visión sintética sobre todo ello.

            De todas formas, por la calidad de su factura o por el tratamiento dado al tema del que se han ocupado, son dignos de ser mencionados aquí los siguientes autores.

            En cuanto a la interrelación habida entre la masonería y el socialismo destacan: en Francia, André Combes o Denis Lefebvre; en Bélgica, John Bartier; los italianos Aldo Chiarle, Anna Maria Isastia y Aldo A. Mola; o los españoles Víctor M. Arbeloa, José Antonio Ferrer Benimeli y Ángeles González Fernández.

            En lo que respecta a las relaciones habidas entre el marxismo-leninismo y el hiramismo, descuellan plumas como las de los belgas Paul Van Praag o H. Dethier, o francesas como la de Christian Lauzeray.

            Y para estudiar los nexos históricos entre los anarquistas y la francmasonería, hay que recordar los trabajos publicados por autores franceses como el metodológicamente inefable Léo Campion o, más recientemente, Edouard Boeglin, italianos como Aldo A. Mola o Luigi Polo Friz, y españoles como las monografías de Enric Olivé Serret, Ángeles González Fernández, Jesús Ruiz Pérez, Pere Sánchez i Ferré o Leandro Álvarez Rey.

            Además de los trabajos de los autores aquí citados, es importante recordar que, sobre estas cuestiones, resultan dignas de ser reseñadas las siguientes obras: el estudio realizado por Alexandre Marius Dées de Sterio sobre "Mouvements syndicaux en Allemagne et symbolique maçonique", publicado en el libro La pensée et les hommes. Sous le masque de la Franc-Maçonnerie, editado por Jacques Lemaire y publicado, en 1990, por las Editions de l'Université de Bruxelles; el monográfico dedicado a la masonería por el numero 193 de la revista belga Cahiers Marxistes, de febrero-marzo de 1994; y las actas, todavía sin publicar, de las jornadas Conference "We Band of Brothers": Freemasonry in radical and social movement 1700-2000, organizadas por el profesor Andrew Prescott y celebradas en la universidad de Sheffield en noviembre de 2004.

            Aclaro antes de nada que, con esta suerte de estudio introductorio o propedéutico que a continuación desgloso sobre las más que probables interrelaciones o influencias  simbólicas, y hasta ideológicas, que llegaron a darse entre la denominada cultura proletaria y la francmasonería, no parto de ningún principio teleleológico o finalista a la hora de buscar, obsesivamente, cualquier indicio, atisbo o posible nexo demostrativo -incidental u ocasional- en la historia de ambas culturas políticas que aparente o intente demostrar hipótesis de trabajo alguna. Tampoco es mi pretensión sentar ningún tipo de superflua base teórica o teoricista -tan de moda por desgracia en mi profesión desde hace tres lustros-, con el pedante pensamiento puesto en el absurdo anhelo de crear, a partir de estas sencillas reflexiones, una futura corriente o línea de investigación historiográfica.

            Con este modesto trabajo sólo y exclusivamente trato de mostrar o exponer, a nivel meramenteintroductorio -sin tan siquiera calibrar o valorar en profundidad la compleja fenomenología a estudio-, eseencuentro fundamentalmente simbólico habido entre el obrerismo y el hiramismo. Huelga explicar que nadie llegue a pensar -o más bien a desvariar-, en el momento de leer este artículo, en ninguna de las prolongaciones del estúpido e interesado "contubernismo", tan excelentemente aprovechado, por otro lado, por la Iglesia católica y las doctrinas y Estados fascistas.

            Simplemente voy a hablar en este breve ensayo de la complicada y diversa maraña de coincidencias, influencias y hasta apoyos que, hoy por hoy, sabemos que se han dado históricamente entre la "Orden del Gran Arquitecto del Universo" y el movimiento obrero; albergando eso sí como únicos y esperanzados logros de todo este esfuerzo que, siempre y cuando se juzgue de interés por la comunidad científica correspondiente, se abra con todo ello un campo nuevo de debate historiográfico -alejado de cualquier prejuicio de escuela, de "hermandad" o de ideología- y, quizás, conseguir también provocar o sugerir nuevos enfoques metodológicos en ciertas líneas de investigación cruciales o tangenciales con esta temática de la historia social y de las ideas; es decir, que los colegas que estudien el movimiento obrero a nivel organizativo, social, biográfico, ideológico o iconográfico, no olviden en sus investigaciones al posible influjo que la masonería pudo haber tenido con sus respectivos objetos o sujetos de estudio.

Cuestionario

            Que una forma de sociabilidad iniciática, esotérica, filantrópica, liberal y, fundamentalmente, burguesa, llegue a tener una clara influencia en la historia del movimiento obrero desde sus mismos inicios, llama poderosamente la atención de cualquier curioso en el tema. Y, como ya hemos adelantado en el brevísimo ejercicio egohistórico del preliminar, a un inquieto universitario gallego de formación intelectual ecléctica entre el marxianismo y el libertarismo, le sorprendió todavía más cuando, realizando su tesis de licenciatura, se encontró con estas aparentes y llamativas concomitancias históricas.

            Su viejo prejuicio o escrúpulo obrerista con relación a una sociedad secreta de "aburridos burgueses con la reaccionaria mística fraternalista de creer en la utópica idea -y fomentarla- de un armonioso mundo sin lucha de clases", le empujaba si cabe todavía más a seguir alucinado, cuando descubría que en esa secreta y extraña asociación esotérica y ocultista se habían dejado iniciar viejos tótems de su obrerista e internacionalista retablo personal como Lafargue, Buonarroti, Proudhon, Bakunin, Fanelli, Malatesta, Robin, Farga Pellicer, Fermín Salvoechea, Ferrer y Guardia, Andrés Nin, etc.

            ¿Qué pintaban en esa oscura y extraña sociedad gente tan "científica" como el yerno de Marx, Andrés Nin o, seguramente, el propio Lenin, o tan racionalista y desmitificadora como los anarcos citados?

            ¿Por qué infinidad y nunca mejor expresado, infinidad de agrupaciones o sindicatos obreros de los siglos XIX y XX, tanto marxistas como libertarios, eligieron preclaros símbolos masónicos -que no gremiales- como emblemas representativos de sus sellos asociativos como escuadras y compases entrecruzados, triángulos, niveles, "saludos fraternales", etc?


            ¿Por qué el Consejo federal español de la misma Internacional eligió como insignia algo tan francmasónico como inscribir en un círculo -símbolo del universo, del alma universal, del infinito y de la perfección, y en estrecho vínculo original con el compás- un nivel iconográficamente masónico (como una gran A mayúscula), sabiendo que, en masonería, el nivel es el símbolo de la igualdad social y la "Escuadra justa" que, en teoría, lo compone, recuerda siempre la vía de la rectitud moral y, al mismo tiempo, la propia silueta que este nivel dibuja es, nada menos, que una especie de "delta" o triángulo masónico -"divinidad", "luz eterna de la sabiduría", "conocimiento" o "equilibrio universal" para los masones agnósticos o antiteístas como los internacionalistas Blanc, Proudhon, o Bakunin-, inscrito, como ya hemos dicho, en la circunferencia citada, "hablando" entonces esta insignia, exclusivamente, a todo iniciado en la masonería que la viese, de lo que, en puridad, pretendía la Asociación Internacional de Trabajadores o, como se denominó en Gran Bretaña, la International Workingmen's Association: buscar un utópico mundo universal o internacional de sublime, sabio y equitativo equilibrio por medio de la recta práctica moral del igualitarismo social?

            ¿Por qué el viejo masón e internacionalista italiano Enrico Bignami escribió, en 1913, a la logia milanesa Carlo Cattaneo -como ha descubierto mi amigo y colega Aldo A. Mola- que "fue bajo (al coperto) la bóveda estrellada de un Templo donde pude constituir la primera sección italiana de laInternacional. Y que los detractores socialistas de la Masonería podrían acordarse de otros cien hechos como este"?

            ¿Por qué la fracción ginebrina de la A.I.T. -la denominada "Templo Único", como nos dice en la biografía de Bakunin James Guillaume y recogió en su antología D. Guerin- se reunía, desde el mismo principio de su creación, en el único templo que, por aquel tiempo, poseían las logias masónicas de la ciudad de Ginebra?

            ¿Por qué en la conocida fotografía del IV Congreso de la Internacional celebrado en Basilea en septiembre de 1869, donde sobresale la gigantona figura de Bakunin (sobrepasaba los dos metros de estatura), la pancarta que rubrica el acontecimiento lleva como símbolo distintivo el masónico "Delta luminoso o radiante", pareciendo más el típico estandarte de cualquier logia masónica que el característico cartelón societario al uso?



            ¿Por qué el autor de obras tan apocalípticamente demoledoras, iconoclastas e irreverentes como elCatecismo revolucionarioEl Estado y la Anarquía o la póstuma Dios y el Estado, ocupó su precioso tiempo de conspirador y revolucionario, escribiendo y publicando el Catecismo de la Francmasonería moderna?



            ¿Por qué este atrabiliario y luciferino antiteísta de Mihail Bakunin permitió que la masonería italiana lo "exaltase" -desconocemos si por medio de la mera "comunicación" o ritualmente- al grado 32º, sabiendo de sobra que el lema de ese grado que iba a alcanzar reza: "Spes mea in Deo est"; es decir -siguiendo lo confirmado por mi amigo latinista Antonio García Masegosa-, "Mi Esperanza se funda -se encuentra o está- en Dios?

            ¿Por qué el todavía utilizado gesto de identidad anarquista: dibujar un arco con los brazos por encima de la propia cabeza, cerrándolo arriba con las manos, "enganchando" éstas con los cuatro dedos de cada mano menos los pulgares, se asemeja tanto a dos señas o gestos de la liturgia masónica: el de petición de auxilio -con la salvedad de que en éste el masón semientrelaza las manos formando una abierta y receptiva venera-, y el del momento final de la psicodramática ceremonia de exaltación al tercer grado, el de "Maestro", cuando el "Venerable" ayuda a levantarse al "hermano" recipiendario, sacándolo del ataud donde se le ha acostado, "enganchando" su mano derecha con la del que recibe esa emocionante iniciación de manera exactamente igual que lo vienen haciendo los anarquistas, con sus propias manos, cuando realizan su saludo "tribal"?



            ¿Por qué el cartel con las fotos y nombres de los delegados asistentes al Congreso de Gotha celebrado en mayo de 1875 por la social-democracia alemana, centrado por una foto principal -posiblemente trucada- de dos ególatras irreconciliables como fueron Marx y Lasalle, es coronado con un símbolo tan antiguo y prototípicamente masónico como el "fraternal" saludo de manos, insignia también del sindicato español U.G.T.?

            ¿Por qué la estrella roja comunista fue retomada de un símbolo repetidoad nauseam, desde el siglo XVIII (o desde el XVII, según autores), por la iconografía masónica, la "estrella flamígera" -de viejísima tradición pitagórica-, asociada ritualmente desde antiguo al grado de "Compañero"; es decir, a la camaradería o "compañerismo", conocida además la declarada masónicofobia de León Trotski, creador del Ejército rojo que toma dicho emblema?

            ¿Por qué todavía hoy en los sindicatos estadounidenses de mecánicos, ferroviarios, etc., se utilizan denominaciones como "Logia" para denominar a su sindicato local y "Gran logia" para referirse a su organización nacional.

Posibles respuestas al cuestionario

            Ante todo que no se nos aduzca, de principio, y por ese apasionado e irreprimible afán latino de impugnar por impugnar, la demoledora y totalizadora refutación de todo el planteamiento que resulta de estas incógnitas expuestas, alegando para ello rotundas y expeditas explicaciones como, por ejemplo, que la apropiación de esa simbología masónica no fue otra que el sencillo, intuitivo e inconsciente aprovechamiento de iconos psicoanalíticamente "atractivos" y de sencilla e ilustrativa -o conceptual- grafía; alegando, verbigracia, la indudable realidad de que, tanto el "delta" o triángulo como la estrella de cinco puntas -dos de las imágenes masónicas más reutilizadas o asimiladas-, provocan, como tales imagos, una fortísima pulsión escópica en cualquier sujeto, como bien sabe hoy la técnica publicitaria. No albergamos crítica alguna sobre la famosa reflexión, recordada tanto en la obra de mi querido amigo José Luis Castro de Paz, de que "no es el ojo el que mira, sino el objeto el que capta o atrapa la mirada". No vamos a entrar para nada en este tipo de polémicas, dado que, históricamente, no nos llevarían, con la exigida exactitud, a donde juzgo que, verdaderamente, me inclinan -o nos inclinan- las reflexiones conjeturales ante esas cuestiones trazadas.

            Las posibles respuestas a estas complejísimas y caudalosas preguntas han venido al investigador, paulatinamente, de una manera deductiva y por tres caminos diferentes. Tres diferentes vías que, en realidad, pueden entreverarse triangularmente o conjugarse, explicarse o entenderse ensambladas; es decir, pueden quedar comprendidas como tres partes fundamentales de una misma explicación, a la hora de poder descifrar el porqué de todas estas curiosas incógnitas. Veámoslos, entonces, por lados o secciones:  

            A.- Por la apodíctica realidad histórica de que la masonería universal entendió, desde siempre, el apoyo a los proletarios como una acción más de su autoexigida acción filantrópica y su estatutaria práctica de igualitarismo social. Y, a medida que se va desarrollando el movimiento obrero a lo largo del siglo XIX, irá trazando puentes entre ella y el mundo del trabajo -incluido el del propio societarismo-, reinterpretando su viejo espíritu fraternalista y, socialmente, cohesionador o conciliador.

            B.- A raíz del descubrimiento histórico, realizado por el historiador que esto escribe, de la utilización de la organización masónica por parte de los conspiradores liberales de la subversión antiabsolutista del Sexenio negro español y la tradición, proyectada muy pronto a nivel internacional, que dicha instrumentalización político-organizativa inició, a raíz del triunfo de la revolución liberal de 1820, en plena Europa de la Restauración.

            Dentro, todo ello, del complejísimo paradigma revolucionario romántico, quedando entendida la masonería por una buena parte de los variados colectivos de la subversión del siglo XIX, como una asociación cobijadora de la perseguida subversión liberal y, por amplia extensión -y especialmente a medida que nos aproximemos al ideológicamente trascendente ecuador histórico de 1848- de todo revolucionario. Fuese éste liberal o nacionalista como Mazzini -aunque todavía no sabemos con certeza si este revolucionario se inició, verdaderamente, en la masonería- o el primer Bakunin, socialista como Blanc o Blanqui, comunista como Buonarroti o anarquista como Bakunin, Fanelli o Lorenzo. De este último revolucionario español, podemos recordar la visión personal que tenía de su discreta asociación, cuando, en 1898, en su exilio parisino -como recuerda Ferrer en su libro La masonería-, se la comunicó a su amigo y correligionario Juan Montseny, recogiéndola éste en su libro Mi vida: "la masonería era una gran cosa para las personas perseguidas políticamente".

            C.- Por llegar a sostener la lógica y deductiva hipótesis de que aquellos internacionalistas pudieron seguir, conscientemente, la ya vieja tradición revolucionaria liberal de apropiarse de ritos o usos y, sobre todo, iconos masónicos, con el fin de poder representar así, emblemáticamente, los nuevos valores ideológicos de: igualdad, federalismo, solidaridad, fraternidad, trabajo, etc. Imitando entonces los obreristas, en cierta manera, lo que antes habían hecho, una vez conquistado el poder, los Estados liberales, cuando éstos sintieron la perentoria necesidad de proyectar públicamente sus ilustrados mensajes políticos de pensamiento republicano, cívico o laicista, por medio de todo un complejo conglomerado ritual de referentes iconográficos masónicos. Institucionalizando los liberales entonces, ex novo, todo un complejo mundo simbólico y protocolario oficial, que, volitivamente, se alejase de cualquier indicio de formalismo estatal y religioso que pudiese recordar las odiadas formas y boatos del Antiguo régimen

            A continuación, intentaremos ofrecer una cumplida o, por lo menos, introductoria explicación a estas tres grandes secciones en las que desglosamos las posibilidades de respuestas que hemos deducido de aquellas preguntas sobre las influencias, interrelaciones, concurrencias y concomitancias entre el movimiento obrero universal y la francmasonería.

A.- Filantropía masónica y proletariado

            En cuanto al primer punto; es decir, lo que hemos llamado la sección A de nuestra explicación, hay que decir que, desde el mismo siglo de su creación, el XVIII, la masonería o hiramismo británico fue el primero en preocuparse, a nivel estrictamente filantrópico, de la cuestión obrera en su industrializado Reino Unido. La fundación y sostenimiento de instituciones de beneficencia como hospicios, escuelas y centros asistenciales donde se acogió a una zona menesterosa del primer proletariado moderno de la historia, fue y es una de las preocupaciones más relevantes de toda su acción corporativa.

            Todo tipo de masonería, tanto la denominada "regular" como ha sido y sigue siendo la anglosajona como la "irregular" o "liberal" como casi siempre fueron, a lo largo de la historia, las llamadas masonerías latinas, ha tenido la estatutaria obligación de realizar, primordialmente, la práctica del altruismo; pero la masonería British ha hecho, desde la propia fundación de esta asociación, más hincapié en potenciar lacaritativa labor de su organización. El origen de todo ello está quizá en su propio rito masónico, el llamadoEmulation Working, no olvidemos que para este rito, los tres principios en los que reposa la auténtica masonería son, por su orden: el "Amor fraternal", la "Beneficencia" y la "Verdad".

            Más tarde, ya entrado el siglo XIX, las logias inglesas irán asimilando en sus iniciáticos misterios a elementos instruidos y cualificados de su proletariado nacional, llegando la masonería británica en esta preocupación proletarista al extremo de ofrecer sus propios locales para que dieran cobijo a una de las más importantes reuniones preparatorias de la Primera internacional obrera, como recogen, tanto el historiador alemán Max Nettlau como el anarquista y masón español Anselmo Lorenzo -citando éste la obraGaribaldi: Historia Liberal del Siglo XIX de Rafael Farga y Pellicer-, cuando el engolado y prestigioso hiramismo británico decimonónico cedió su Free Masons Tavern para que aquel célebre mitin, convocado por Karl Marx, la denominada Fiesta de la Fraternización Internacional del 5 de agosto de 1862, pudiese llevarse a efecto.

            Coincidiendo con lo estudiado mucho más tarde por André Combes, el citado historiador anarquista Max Nettlau en su obra La anarquía a través de los tiempos nos dice, cuando critica el pésimo trabajo organizativo que realizara después de este mitin de la Hospedería de los Masones el internacionalista y también masón Henri Louis Tolain que, si no fuese por los francmasones socialistas organizados en "las pequeñas logias masónicas avanzadas de 1850 y 1858, que reunían socialistas internacionales",5 se refiere sin duda -como más adelante veremos cuando hablemos de la masonería francesa- a las logias "menfitas" de la Grande Loge de Philadelphes -formadas, en un principio, por exiliados republicanos y socialistas franceses en Londres-, no se podría llegar jamás a la reunión fundacional de la Asociación Internacional de Trabajadores del 28 de septiembre de 1864.

            Algo semejante va a ocurrir en otras naciones como Estados Unidos, donde su primer sindicalismo de clase poseerá una nomenclatura de clara influencia masónica, verbigratia: el sindicato de zapateros Los Caballeros de San Crispín, que se estructuraba por "logias"; los sastres de La Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, que se organizaban al principio secretamente en "logias", adoptando complejos rituales y disimuladas señas y contraseñas de reconocimiento con el fin de que, como recoge Florence Peterson, "ningún espía del patrón pudiese hallar la manera de entrar en el salón de la logia para traicionar a sus camaradas",6 también hay que recordar que su más alta jerarquía sindical se denominaba "Gran Maestre Obrero".

            En la Francia prerrevolucionaria, encontramos en la masonería de provincias a logias que, muy tímidamente, comienzan a aceptar "entre sus columnas"; es decir, dentro de sus logias, a pequeños artesanos. Durante el Primer imperio, como recuerda André Combes, se inicia el tibio y lento proceso de aceptación de proletarios en las logias francesas que se irá acentuando, progresivamente, a partir de la Restauración borbónica y durante la monarquía "burguesa" de Luis Felipe de Orleans donde, pensando en los proletarios, se rebajarán las tasas o gastos mínimos de iniciación y habrá una declarada política de permisividad por parte de esta masonería con la citada exigencia de la alfabetización del neófito.7

            Pero no habrá directo y manifiesto interés por la clase obrera y por el societarismo por parte de la masonería gala hasta los mismos inicios de la segunda mitad del siglo XIX cuando, como ya hemos adelantado y siguiendo lo dicho por el profesor Combes, serán los masones exiliados en Inglaterra después del golpe de Luis Napoleón Bonaparte, los que funden, en el Rito de Menphis -único prohibido por el Estado imperial francés-, la logia Philadelphes, cuyo título ya anunciaba -o recordaba- viejos aires conspiradores, logia madre de la que saldrá la gran logia del mismo nombre.

            Aquí, en este ambiente de masonería republicana y socialdemocrática cada vez más extenso, con su recién fundada Gran Logia de Philadelphos, encontraremos a republicanos y socialistas célebres como Jean-Baptiste Boichot, Bradlaugh, el yerno inglés de Marx, o Louis Blanc, y de este entorno masónico saldrá nada menos que la Sociedad Fraternal de Demócratas-Socialistas Franceses, amén de destacados internacionalistas de primera hora como Le Lubez, Combault, Vésinier o Benoit,8 los auténticos organizadores de la A. I. T., si seguimos en esto lo dicho por el serio y positivista historiador libertario Max Nettlau.

            Estos masones entendían a su institución como un auténtico y arquetípico modelo de democracia con la obligada praxis de ayudar a la transformación de la sociedad humana, siguiendo la vieja y triangular divisa masónica de "Libertad, Igualdad y Fraternidad", y a la logia, como una escuela de formación cultural y científica.

            Los objetivos inmediatos contenidos en el programa de esta masonería "menfita" que, por otro lado, casi cuatro decenios más tarde, en plena Primera restauración borbónica, llegaría a España cobijando a una buena zona del republicanismo  y del obrerismo español de final de siglo, eran, como nos dice Combes, dos: la lucha contra la ignorancia por medio de la escolarización, y "la ayuda al proletariado en su emancipación", especialmente, por medio de la creación de -presumimos proudhonianas- mutualidades.

            Así se explica, como sigue apuntando Combes y ya hemos adelantado, la fuerte presencia de la masonería en el seno del movimiento societario y de la Primera internacional; y, probablemente, también ésto nos puede dar la clave del origen o del porqué de esa asunción de parte de la simbología masónica para representar la nueva emblemática de esta importante asociación obrera. Dado que, al ser los masones de este hiramismo "menfita" los auténticos organizadores de la A. I. T., éstos pudieron proponer o influir en dicha iconografía, obteniendo para ello la lógica aquiescencia o apoyo del resto de los nada escasos internacionalistas masones.

            Recordemos que, en 1867, de esta corriente masónica que tendrá como principal teórico a un viejo utópico sansimoniano, amigo y "hermano" de Proudhon, Marie-Alexandre Massol, se separará un pequeño grupo anarquizante que creará la revista L'Action maçonnique, caracterizado por un violento antiteísmo y que pretenderá convocar a la masonería para que se comprometiese, directamente, en las luchas políticas y sociales.9

            En España, país de tan tardía Revolución industrial, la "sociedad de la Acacia"; es decir, la masonería o hiramismo, no comenzó a iniciar a proletarios, que sepamos, hasta entrado el llamado Sexenio revolucionario o democrático (1868-1874), en realidad, cuando comienza su denominada edad de oro. Aunque en la "anecdótica" masonería de la Era isabelina, sabemos de logias como la Los Amigos de la Naturaleza y Humanidad, estudiada por Victoria Hidalgo Nieto, donde su "cuadro logial" poseía un abultado número de operarios de la fábrica de vidrio de Gijón. A partir de 1868, el hiramismo hispano irá desarrollando -paulatinamente y según "obediencias" o "masonerías"-, una auténtica campaña de "popularización" de las logias, al dirigir manifiestamente su acción proselitista hacia los obreros, sobre todo durante el último cuarto del siglo diecinueve y, más tarde, durante el primer tercio del veinte; en realidad, hasta el final de la última guerra civil, en 1939. En esta historia, un larguísimo elenco de anarquistas, socialistas y algún que otro comunista autoritario pasarán por las logias españolas desde el siglo XIX hasta el bélico final de la Segunda república.

            Historiográficamente, en España, nos encontramos, posiblemente, con la más abundante publicística nacional sobre este tema en cuestión. Es más, puede decirse que, gracias a la labor académica realizada por el profesor Ferrer, sus discípulos y los investigadores que han colaborado o colaboran en las actividades llevadas a cabo por el instituto de investigación histórica que el citado estudioso aragonés fundó en 1983, el Centro de Estudios Históricos de la Masonería Española, España es, hoy por hoy, la nación donde se ha estudiado, con mayor profusión, este tema de las influencias y adecuaciones entre el societarismo y la masonería.

            En estas dos últimas décadas, se han venido publicando ensayos históricos sobre estas cuestiones. Trabajos iniciales como los de Víctor Manuel Arbeloa sobre el socialismo10 o Enric Olivé Serret sobre el anarquismo,11 la ya citada monografía del masonólogo aragonés José A. Ferrer "La masonería española y la cuestión social"12 y, después, trabajos como lo vertido en mi tesis doctoral, leída en 1989, en la Universidad de Zaragoza,13 lo publicado por Pere Sánchez i Ferré y José Luis Gutiérrez Molina,14 Pedro Fermín Álvarez Lázaro,15 lo vertido en mi libro Laicismo, educación y represión en la España del siglo XX, lo dicho en el capítulo que escribí para el libro La sociabilidad en la historia contemporánea,16 la sugerente y excelentemente vertebrada ponencia presentada al X Symposium Internacional de la Historia de la Masonería Española -celebrado en Leganés (Madrid) en septiembre de 2003-, por Jesús Ruiz Pérez,17 y, por último, la escasa aunque relevante obra que, sobre estos temas, han publicado los profesores de la Universidad de Sevilla Ángeles González Fernández y Leandro Álvarez Rey.18

B.- La creación del constructo romántico "masón y revolucionario"

            En lo que respecta al punto explicativo B; el correspondiente a ese imago construido en pleno romanticismo sobre la particular simbiosis revolución=masonería tan fomentada, por otro lado y desde el siglo XVIII, por la propia publicística antimasónica y por los Estados Unidos de Norteamérica -con sus institucionales glorificaciones washingtonianas-, remito al lector a mi propia obra sobre el tema, en especial, al capítulo "Masonería y ejército en la España contemporánea" del libro publicado en París en 2004 y dirigido por Elizabeth Delrue, Autour de L'Armée espagnole, 1808-1939, y a la comunicación intitulada "De militares y masones. Reflexiones en torno a la creación del constructo: "militar, liberal y masón", que presenté, en el VII Congreso da Asociación de Historia Contemporánea celebrado en Santiago y Ourense, en septiembre de 2004, y publicado en CD-ROM por la Universidad de Santiago de Compostela.19

            Este tipo de costumbres que, en politología, nos hablan de conspiraciones anteriores y posteriores a esta a la que nos referimos -la llevada a cabo por los subversivos oficiales artilleros de la logia militar coruñesa Los Amigos del Orden, en pleno Primer periodo absolutista fernandino-, y que utilizan la estructura orgánica de las sociedades secretas para intentar llevar a cabo su complot, como: los Iluminados de Babiera de Adam Weishaupt -de nombre de guerra Spartakus-, que había copiado formas y maneras francmasónicas para crear aquella subversiva asociación con sus sobrenombres y sus grados; la orgánicamente triangular Conspiración de los iguales de François Noël Babeuf, de sobrenombre Gracchus; los Philadelphos con sus tres grados y sus nombres de guerra; la Sociedad de los Sublimes Maestros Perfectos creada como una" organisation secrète politique de forme maçonnique", como nos explica elDictionaire de la Francmaçonnerie dirigido por Daniel Ligou, por el discípulo de Babeuf, el francmasón Philippe Buonarroti; la misma masonería española de la época citada del Sexenio negro que también utilizará el "Nombre simbólico" como medida de seguridad, siendo la citada logia militar coruñesa -cuyos miembros eligieron alias como WashingtonFiladelfo, etc.-, la que, por primera vez en la historia de las masonerías ibéricas, inicie esta tradición; y después, las sociedades secretas conspiradoras que, remedando parte de las formas y maneras francmasónicas, fueron apareciendo a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, como el carbonarismo, los comuneros, los anilleros, las sociedades secretas republicanas en Francia, las mazzinianas Joven Italia y Joven Europa, las de los progresistas a lo largo de toda la española Era isabelina y, ya dentro del incipiente movimiento obrero internacional, la secreta Fraternidad internacional creada, en 1864 y en Florencia, por Mihail A. Bakunin.

            Esta sociedad secreta bakuniniana estaba proyectada, como más o menos Weishaupt había pensado la suya casi cien años antes -y León Trotski discurriría, mucho más tarde, su secreta técnica partidaria de infiltración denominada "entrismo"-; es decir, para ser utilizada como secretísima organización de iniciados con el fin de introducirse, clandestinamente, en otras asociaciones -como llegó a intentar con la propia Internacional Bakunin-, para así intentar manipular aquéllas, granjeándose simpatías o inclinando a esas organizaciones hacia sus propias ideas o fines estratégicos. Su programa, transcrito e incluido en el libro biográfico que, sobre Bakunin, escribió Nettlau y, más tarde, publicó de nuevo en su antología Daniel Guerin, recuerda en ocasiones la propia organización y el estilo discursivo masónico al uso y, en otras ocasiones, el discurso piensa en la masonería a la hora de definir, en contraposición a ella, su particular y revolucionaria fraternidad secreta, veámoslo:

 "La sociedad internacional revolucionaria se constituirá en dos organizaciones diferentes: familia internacional propiamente dicha y las familias nacionales  (...). La familia internacional. Unicamente compuesta por hermanos internacionales, tanto honorarios como activos, será ella la clave de bóveda (...). El candidato (...). Es preciso que esté convencido de que no podrá servir mejor que compartiendo nuestros trabajos, y que sepa que, al ocupar un puesto entre nosotros, contraerá con respecto a nosotros el mismo compromiso solemne que nosotros contraemos respecto a él (...). Debe comprender que una asociación cuyos fines son revolucionarios debe necesariamente formarse como sociedad secreta, y que toda sociedad secreta en interés de la causa a la que sirve y de la eficacia de su acción, así como en el de la seguridad de cada uno de sus miembros, debe someterse a una fuerte disciplina, que no es por otra parte más que el resumen y el puro resultado del compromiso recíproco que todos los miembros han acordado unos respecto a otros, y que por lo tanto es una condición de honor y un deber el someterse cada uno a todo ello (...), no toleraremos más que un maestro, nuestro principio (...). Inclinándonos con respecto ante los servicios pasados de un hombre, apreciando la gran utilidad que podrían aportarnos los unos por su riqueza, los otros por su ciencia, los terceros por su alta posición y su influencia pública, literaria, política y social, lejos de buscarles por todo ello, veremos en lo dicho un motivo de desconfianza (...). Al entrar entre nosotros, el nuevo hermano deberá comprometerse solemnemente a considerar su deber hacia esta sociedad como su primer deber, concediendo como su segunda obligación su atención a cada miembro de la sociedad, su hermano"20

            Como recuerda el Dr. Nettlau, hacía un año que el romántico conspirador de origen ruso había abandonado las causas revolucionarias nacionalistas para centrar toda su energía en la causa social. Prueba ésta -como otras muchas- de la fuerte influencia que el liberalismo radical tuvo en el nacimiento del pensamiento anarquista, contradiciendo todo ello, entonces, la tesis -que, por otro lado jamás he compartido- publicada en la serie Documentos de la Editorial Anagrama, con el título Libertarismo versus liberalismo, del profesor de UCLA Carlos Peregrín Otero.

            Esta secretísima sociedad revolucionaria fundada y sostenida por Bakunin y denominada, curiosamente, de variadas maneras como: Sociedad Internacional Revolucionaria, Fraternidad Internacional, Societá dei Legionari della Rivoluzione Sociale Italiana -y que, por otro lado, esta prolija forma de denominarla nos refleja una vez más el apasionado y pulsional "Niño" que Bakunin tanto cuidó y llevó siempre dentro-, acabaría siendo el origen o la causa de las denuncias dirigidas contra él en el seno de la Internacional, por parte de un "britanizado" intelectual como Karl Marx, su yerno Lafargue, Engels y Utin, ocasionando la expulsión del carismático l'enfant terrible de la A.I.T., en 1872.

C.- La apropiación de iconografía y rituales masónicos por parte de las ideologías contemporáneas revolucionarias

            Una de las más viejas y usadas definiciones que la francmasonería ha dado de sí misma, es la de que esta curiosa y antigua forma de sociabilidad "es un hermoso sistema de moral, velado por alegorías e ilustrado por símbolos".

            Intentando darle base justificativa a esta tercera deducción apuntada en la sección C, sobre la apropiación, adaptación o utilización de simbología genuinamente masónica por parte del mundo político liberal y, siguiendo este histórico precedente, más tarde, por el propio movimiento obrero, trataremos de seguir extendiendo nuestro discurso sobre este interesante tema, presentando ahora nuevos ejemplos de adecuación de las "veladas alegorías" y los "ilustrados iconos" francmasónicos por parte del liberalismo, tanto en su vertiente oficial o institucional como en la informal vertiente panfletaria.

            Posiblemente, y utilizamos aquí este conjetural adverbio dado que, después de ímprobos esfuerzos de auténtica caza bibliográfica en la British Library y en las más importantes librerías londinenses, tanto de libro nuevo como de lance, seguimos sin haber descubierto ningún icono "constructivo" en las insignias o banderas de aquellos puritanos radicales ingleses, los Levellers o Niveladores y los de su sección protocomunista, los Diggers, los también llamados True Levellers -aunque no nos extrañaría que la primera instrumentalización política de la imagen del "constructivo" nivel, como referente iconográfico del igualitarismo social, proceda de estos revolucionarios tiempos de la Guerra civil inglesa21-, la primera apropiación simbólico-política que tengamos constadada de este tenor, fue la que llevó a cabo la república federal de los Estados Unidos de Norteamérica. No podemos olvidar que en su revolución participaron célebres y sobresalientes francmasones como Benjamin Franklin, George Washington, el marqués de La Fayette, Thaddeus Kosciuszko, Thomas Adams, Joseph Warren, Richard Caswell, etc., etc., etc.




            Desde su misma gestación como nación y sobre todo durante los primeros años de su historia, los correspondientes a los dos mandatos de su primer presidente George Washington, aquellos ex-colonos británicos, padres de aquel nuevo Estado, careciendo del necesario precedente protocolario e iconográfico republicano y no queriendo remedar para nada, como ya hemos dicho, los símbolos, apariencias y fórmulas institucionales de las viejas monarquías, encontraron en parte de la emblemática y el ritual masónicos la base iconográfica y algunos de los ritos protocolarios para aquel nuevo Estado federal dentro, todo ello, del lógico paradigma estético del neoclasicismo, con la larguísima proyección de referentes iconográficos y estilísticos que esta poética conlleva.

            Buena muestra arquetípica de todo esto que decimos la encontramos en el diseño de su misma bandera, la famosa Stars and Stripes, trazado iconográfico que, todavía hoy, a los masones les recuerda siempre a un conjunto de símbolos harto fundamentales de su iniciática asociación.

            Primero, la masónica y "universal" "Bóveda celeste" de su cantón -"estrellas flamígeras" blancas sobre el azul firmamento- pintada obligatoriamente en el techo del prototípico espacio de sociabilidad hiramita: la logia.

            En segundo lugar, las citadas "estrellas flamígeras", asociadas siempre ritualmente al grado segundo, el de "Compañero"; es decir, que nos pueden estar hablando -como ya he dicho anteriormente en el cuestionario-, de la práctica del "compañerismo" o camaradería, además de un sin fin de variadísimos significantes esotéricos.

            Y en tercer lugar, al anfibológico o plural significado simbólico de que estas estrellas se van a utilizar como representación de cada Estado y disponer en círculo, me refiero al primer diseño denominadoBetsy Ross, por tres crípticas alegorías o motivos masónicos que vienen a reforzar, iconográficamente, la misma idea política de la unida, mutua y eternamente fuerte confederación política.

            Uno, para recordar la idea federal de la masónica y "circular" "Perfecta unión" de los trece Estados iniciales, otro, por recordar el arcano cabalístico del Ouróboros (la culebra, dragón o lagarto, mordiéndose la cola), tan utilizado en su versión ofídica en la iconografía masónica desde el siglo XVIII y que habla del eterno retorno, del infinito y de la eternidad, aquí pudo o puede ser entendido como "amuleto" de buen augurio para la nueva república. Y, el último de los tres motivos señalados, para que esta constelación circular sea comprendida, asociada o asimilada a uno de los signos alegóricos más importantes en el hiramismo, la denominada y "cooperativa" "Cadena de unión". Dado que esa imagen del principio republicano del mutualismo federativo se verá completamente reforzada por esta relevante figura simbólica de la denominada "Cadena de unión" que todos los masones del mundo, después de acabados los "trabajos" de logia, realizan de una manera íntimamente física, al situarse todos los "hermanos" en círculo, abrazándose lateralmente unos con otros, subrayando con esta mística figura que cada "hermano" es un eslabón de la recíproca y cooperativa cadena universal de fraternidad que componen todos los masones en el mundo.

            Recordemos que una de las primeras explicaciones constatadas históricamente del simbolismo de esta bandera fue la que, después de la decisiva batalla de Saratoga, en octubre de 1777, donde el general Horatio Gates venció al polifacético general inglés John Burgoyne, Alfred B. Street le ofreció al vencido general británico una interpretación de la Stars and Stripes, diciéndole:

            "The stars were disposed in a circle
symbolizing the perpetuity of the Union; the
ring, like the circling serpent of the Egyptians,
signifying eternity. The thirteen stripes showed
with the stars the number of the United
Colonies, and denoted the subordination of
the States to the Union, as well as equality
among themselves."22

            Pero quizás las imágenes que mejor representan esto que intentamos explicar, nos las ofrecen, con esa rotunda y lacónica expresividad que sólo poseen las mejores instantáneas fotográficas, cualquiera de los dos cuadros que conocemos representando la colocación de la primera piedra del edificio del Capitolio de los Estados Unidos.

            Uno es de J. Melins y el otro, de mejor factura artística, se debe a la mano del pintor y francmasón norteamericano Stanley M. Arthurs. Aunque desconocemos cuál de las dos pinturas refleja con total fidelidad cómo se desarrolló aquel importante acontecimiento, dado que ambas no coinciden completamente en lo representado, deducimos que la de Melins es más antigua por varios motivos conjeturables: la "construcción" de su exagerada perspectiva nos recuerda el típico abocetado rápido salido de la utilización de una cámara oscura, y su exhaustivísimo detallismo nos habla de la autoexigencia del pintor por dar fe, cuasi notarial, de lo acontecido sin sacrificar nada a la canónica o académica estructura de la obra y, por todo ello, este cuadro resulta obviamente más fidedigno.

            El lienzo de Arthurs, por el contrario, se ve a todas luces que se pinta después de un estudioso trabajo de reelaboración, posiblemente orientándose lejanamente en lo descrito por la obra de Melins, cambiando de situación y de atributos masónicos a los personajes, de tamaño a los postes que sostienen la polea, concediéndole un estético aunque inútil podio o pedestal de ladrillos a la cornerstone y atreviéndose a rectificar el ritual masónico del acto, al incluir en la escena al arquitecto del edificio, con mandil masónico, retratándolo en el momento en que supervisa, escuadrándolo, el sillar ante el Gran Maestro, el propio presidente de la flamante república. No siendo tampoco correcta esta revisión litúrgica, dado que lo correcto sería que el arquitecto Thornton ofreciese los instrumentos -plomada, escuadra y nivel- al "Gran maestre" para que este, una vez revisada por él la piedra, pudiese proclamar las tres cualidades de la misma: "estar a nivel, ser firme y de buena forma", pasándose después al momento de la consagración.

            En el cuadro de John Melins, intitulado George Washington Laying the Cornerstone of the United States Capitol, Sept, 18, 1793, el mismo marco dorado nos habla ya exultantemente de masonería, al estar embellecido en sus esquinas, a guisa de cantoneras, por cuatro "Deltas sagrados" donde se inscriben cuatro "Estrellas flamígeras o radiantes" invertidas. La obra pictórica en cuestión, de dudosa calidad artística para la época -la verdad es que, por su cuasi pueril sencillez, parece adelantarse al estilo naïf- nos describe con pormenor, como ya hemos adelantado, cómo se celebró la colocación de la primera piedra -la piedra angular- del nada menos que futuro "templo" de la democracia norteamericana, el Capitolio de los Estados Unidos. Proyecto arquitectónico de W. Thornton, seleccionado por Thomas Jefferson y que viene a recoger el estereotipo iconográfico clasicista, de clara influencia palladiana, de la vieja iconografía masónica de arquitecturas en directa relación con la hipotética o conjetural reconstrucción fisonómica del templo de Jerusalén. Arquitectura "pensada" masónicamente que tanto agradaba a Jefferson y que este singular político -posiblemente también francmasón- demostró conocer sobremanera cuando él mismo proyectó, y en parte sufragó, su singular Universidad de Virginia de Charlottesville.

            Lo verdaderamente sorprendente de este cuadro es que da fe del ritual que aquellos visoños republicanos eligieron para protocolizar aquel importantísimo evento. La ceremonia no fue otra que un más o menos ortodoxo ritual masónico de fundación de un edificio público, según el Rito de Emulación.

            Dicho de otra manera, que para colocar la primera piedra del edificio fundamental de la nueva y revolucionaria democracia, su primer presidente la va a ubicar ceremonialmente investido con los llamativos atributos masónicos de un Grand Master y no, como cabría esperar, como un victorioso militar o como un sencillo y democrático presidente "laico" o civil. No olvidemos que, como ya hemos explicado, aquella república convirtió a Washington en el primer gran héroe romántico o, si se prefiere, protorromántico de la revolución liberal, sentando con sus rococós y clasicistas glorificaciones -que, en algunas representaciones, llegaron a ser auténticas apoteosis- las bases iconográficas del constructo "militar, liberal y -obviamente- masón"

            Pero volvamos a la descripción de la apaisada escena del cuadro de Melins. En la esquina nordeste del hueco realizado para la ubicación de los cimientos -donde ha sido ubicado el símbolo universal de la masonería, el compás sobrepuesto a la escuadra, en el grado de "Maestro"-, el propio presidente de la república G. Washington, cabeza descubierta, vestido de ritual como "Gran maestre" con sus guantes blancos, mandil, collar y "joya móvil" de su alta "Dignidad", hace descender el sillar aparentando que lo empuja con su mallete, mientras tres acólitos, también sin sombrero, vestidos masónicamente de ritual con mandiles, guantes y collares de los cuales pende la "joya móvil" de "Venerable maestro", esperan, solemnemente, con el trigo, el vino y el aceite para derramarlos sobre la piedra, consagrándola y dando por terminada la ceremonia de fundación.

            Alrededor de esta escena el público: mujeres, niñas, un niño, tres obreros sosteniendo la cuerda en polea que mantiene y hace descender el sillar, la bandera federal, un militar tocando el tambor, y muchos hombres, la mayor parte de los cuales son masones con el mandil atado a su cintura. Como se ve, la nueva república, quizás debido a la falta de un completo protocolo institucional republicano y al posible capricho personal de su presidente, se apropiaba de los usos y costumbres masónicos, permitiendo esta extraña y formal imbricación simbiótica de su República con la "Orden del Gran Arquitecto del Universo".

            Posiblemente, el lógico proceso de "desmasonización"; es decir, la políticamente natural desvinculación formalista de la flamante república federal de los usos y maneras masónicos y de manifestar un excesivo -o un a todas luces políticamente incorrecto- apoyo hacia una discretísima elite de individuos juramentados para rendirse, sea donde sea, el correspondiente apoyo mutuo, empezó con el mandato de su segundo presidente, John Adams.

            Si se analiza textualmente la calibrada, prudente, lisonjera y hasta temerosa carta que, en 1798, este estadista les dirigió a los masones de la Gran Logia de Massachusetts en contestación a la felicitación por su nuevo cargo presidencial, vemos que este sopesado documento, redactado en un estilo literario que intenta estar próximo al de la masonería, refleja, en diplomacia, un elegante e interesado deseo de quedar bien con la influyente asociación -posiblemente convertida en un auténtico grupo de presión ideológico o hasta político gracias a los favores otorgados a ésta por la presidencia washingtoniana-, al mismo tiempo que nos puede estar hablando, por un lado, de esos posibles aires de "desmasonización" de la nueva presidencia, al ubicar Adams a la masonería en su pasado ("muchos de mis mejores amigos eranmasones..")23 y, por otro, de los lógicos descontentos, recelos y críticas que se habían creado en los ambientes políticos republicanos no masónicos con relación a la discreta asociación de los "nuevos constructores", tan protegida o, mejor dicho, mimada por el primer presidente. Veamos, como ejemplo, el fragmento que el Diccionario Enciclopédico de la Masonería de Lorenzo Frau nos ofrece, traducido, de este documento, en su entrada de Adams, Juan:

"No teniendo el honor de pertenecer a vuestra antigua Orden, es mayor aún mi reconocimiento por vuestra afectuosa y atenta felicitación. Muchos de mis mejores amigos eran masones; y dos de ellos, mi maestro, el sabio Gridley, y mi íntimo amigo vuestro inmortal Warren, cuya vida, no menos que su muerte, son lecciones de patriotismo y filantropía, fueron Grandes Maestros, sintiendo cada vez no haber sido iniciado en vuestros misterios. Los ejemplos que acabo de citar y el más elocuente aún de mi venerable predecesor, serían bastante para constituirme en defensor del honor y buen nombre de la sociedad, aun cuando no estuviese penetrado de su amor por las bellas artes, su entusiasmo en el ejercicio de la benevolencia y su abnegación por la humanidad.- Vuestra generosa calificación respecto a mi conducta y buenos deseos por el término feliz de mi período presidencial, son acreedores a todo mi agradecimiento.- Las pruebas que habeis dado de amor a vuestra patria y la oferta de vuestros servicios para proteger la herencia de vuestros antecesores, no dejan duda de cuán elevados son los sentimientos que os animan y de cuán injusta es la opinión que muchos profesan sobre los designios de vuestra sociedad."24

            Más tarde, será la Francia revolucionaria quien, emulando o remedando el bien conocido precedente revolucionario estadounidense, recoja, tanto a nivel de publicística oficial como a nivel de la correspondiente al mundo panfletario, infinidad de "Atributos simbólicos" o referentes iconográficos masónicos, componiendo de esta manera una complejísima emblemática revolucionaria preñada de "igualitarios" niveles, "moralizantes" escuadras, "Deltas sagrados", "Estrellas flamígeras", compases, "deísticos" "Ojos omnividentes", colmenas con sus "cooperativistas", "constructivas" y "laboriosas" abejas, "estables" y "seguras" áncoras, pirámides, obeliscos, truncados fustes, estereotipados y "virtuosos" "Templos de Salomón", etc., etc., etc. En lo que respecta al ámbito publicístico de los panfletos, folletos u opúsculos, éste poseerá, en ocasiones, un clarísimo influjo iconográfico francmasónico, sobre todo, en ese tipo de papel barato utilizado para el fin propagandístico por el simbiótico tándem -descubierto por el profesor Kennedy- formado por el variado ámbito de la impresión y las sociedades jacobinas-.

            Bajo la influencia de los clubes jacobinos de provincias se imprimieron infinidad de panfletos preñados de clara iconografía masónica donde, por lo general, los símbolos más repetidos serán el equilibrado y divino "Delta" y el "igualitario" nivel. Todavía hoy es facilísimo, por ejemplo, encontrar en los anticuarios de Besançon abundantes colecciones -por cierto carísimas para un bibliófilo modesto- de esta curiosa panfletística. El porqué de estas fuertes influencias entre la masonería y el jacobinismo nos lo ofrece el trabajo del profesor Michael L. Kennedy -ya citado por mí en el discurso de mi obra Galicia y la masonería en el siglo XIX (pp. 19-20)-, y que parece reforzar la vieja tesis gramsciana -que yo también sostengo- de que la historia del desarrollo orgánico o estructural del partido político contemporáneo le debe muchas influencias a la masonería, cuando declara que:

"Aún asi, considerándolo todo, no se puede negar el hecho de que los clubes le deben mucho a las logias. El abrazo fraternal, el uso de la balota (o bola negra, entendida como voto negativo) y el empleo de términos como "frére" (hermano) y "temple"  (templo), aunque no poseen un origen estrictamente masónico como afirma Brinton, sí suponen una influencia masónica. Debe comentarse algo respecto a la afirmación de Gaston-Martin de que la red jacobina tuvo como modelo a la masónica. Ya en 1790, Camille Desmoullins comentaba sobre la sociedad (jacobina) de la calle St. Honoré: 'Es su Gran Oriente, el centro con el cual todos los jacobinos y amigos de la constitución de los 83 departamentos, mantienen correspondencia'. Las sociedades masónicas, como los clubes que (también) precisaban certificados de afiliación (o diplomas), enviaban sus listas de miembros y estatutos a la capital, poniendo allí a buen recaudo las cartas de recomendación de las logias cercanas. Sus peticiones expresando devoción a la masonería y su deseo de admisión en el Gran Oriente, suenan de modo notablemente familiar a las escritas posteriormente por las sociedades (jacobinas) de provincias. En la estructura organizativa, tanto jacobina como masónica, las redes regionales se desarrollaron agrupadas en torno a los centros urbanos provinciales. Y, aunque los jacobinos carecían de algo comparable con la asamblea nacional (masónica) en la capital, a la que cada logia enviaba un representante, el club de Lille intentó sin éxito instaurar una "sociedad madre" para implantar un sistema similar en la primavera de 1790."25

            Después, el Imperio napoleónico volvería a oficializar o "marchamar" estatalmente infinidad de iconos masónicos -como también estatalizaría a la propia masonería francesa y a sus propagandísticas logias militares-, empezando por una buena porción de los símbolos de su propio ejército: diseños de botonaduras, de numismática o medallística, etc.

Postcriptum

            Más informaciones podríamos añadir a esta introductoria investigación sobre las concurrencias e influjos que la masonería llegó a tener con respecto al movimiento obrero y, sobre todo, en la gestación o formación del denominado criterio libertario.

            Podría a continuación profundizar un poco más en la interesante vida masónica y revolucionaria de un personaje citado ya con cierta profusión, me refiero al incansable Mihail Alexandrovich Bakunin. Hacer, desde el conocimiento masonológico, un profundo y detallado análisis textual de su obra -como, asimismo, de la de convencidos masones y publicistas de la ideología anarquista como Élisée Reclus o Paul Robin- resulta a todas luces completamente necesario y puede darnos, además, una de las claves principales para poder entender esas convergentes similitudes ideológicas -o, por lo menos, místicas y simbólicas-, entre el pensamiento libertario y el de la propia masonería.

            Sin olvidar, en esa necesaria investigación que apuntamos, estudiar con pormenor a la secretísima -y al parecer nada numerosa, como parece descubrir A. Romano- Fraternidad internacional bakuninista. Profundizar en el estudio de la estructura orgánica de esta discretísima y conspiradora asociación donde, desde 1864 -como recuerda Guillaume-, se dejaron introducir revolucionarios italianos como los masones G. Fanelli y Saverio Friscia, franceses como los también hiramitas Élie y Élisée Reclus, Benoît Malon o Alfred Naquet, escandinavos y eslavos y, después de 1869, españoles como Arístides Rey y Farga Pellicer y nuevos miembros franceses como Varlin o Robin, suizos como el propio Guillaume, etc,26 resulta a todas luces, fundamental. Los claros influjos que, sobre esta discretísima asociación imprimió Bakunin, retomando consciente y sincréticamente los ritos y las formas del ya viejo carbonarismo y de la francmasonería -como hemos podido ver anteriormente y también señaló Daniel Guerin-, resultan completamente palmarios para cualquier estudioso de estos temas.

            Baste decir -como ejemplo, aunque conjetural, quizás representativo-, que las secretas señales de reconocimiento que tuvieron que utilizar los "entristas" correligionarios de Bakunin en esta sociedad secreta,27 pueden seguir hablándonos de cómo aquel indomable aristócrata ruso reinventaba para su nueva asociación estos signos de identificación "tribal", basándose para ello, lejanamente, en las viejas señas, toques o gestos de la masonería. Probablemente, alguna de aquellas secretas señas de identidad "fraternalista" bakuniniana ha llegado, exotéricamente, hasta nosotros, como el ya descrito gesto universal de salutación anarquista.

            Por lo de ahora y mientras no se estudie este "encuentro" en profundidad, entiendo que los puntos de coincidencia ideológica entre ambos movements -el libertario y el masónico- pueden ser, fundamentalmente, los siguientes:

            Su acendrado e individualista humanismo de profunda carga deontológica. Esa particularísima "postura filosófica ante la vida" que poseen tanto los masones como los ácratas -con mayor intensidad los prekropotkianos-, con todas las variadas y profusas trascendencias que esta forma de entender la práctica social e individual conlleva, al basar ambas "culturas" sus principios de proyección "política" en una convencida labor de pedagogía integral. Para el caso específico español, el "encuentro" en este ámbito se aprecia todavía con más relieve, debido a la fuerte aceptación que en esta nación tuvo el krausismo.
            Su utopía universalista o cosmopolitista. La vieja y mística reivindicación masónica de la "Fraternidad Universal" fue recogida, como auténtica primordia rerum , por parte de las dos grandes corrientes del obrerismo del último tercio de siglo XIX y principios del veinte, la marxista y la libertaria. Fraternidad universal repetida, hasta la saciedad, como utopía final de sus teóricas reivindicaciones por su cartelística y sus discursos. No olvidemos que estas dos culturas políticas, la masonería y el proletarismo, van a compartir la misma aspiración programática de tener un definido "proyecto político" de lograr una sociedad nueva igualitaria y universal.

            Su viejo ideal interclasista, sobre todo, y en el caso de los libertarios, hasta la entrada histórica del llamado anarcocomunismo o comunismo libertario.

            Su convencido laicismo y su visceral mentalidad anticlerical. Este punto de encuentro se entiende, exclusivamente, para el caso masónico de las llamadas masonerías latinas o liberales, quedando completamente apartada la masonería regular o anglosajona de este tipo de inquietudes ideológicas.

            Y, por ultimo, su profundo sentimiento "tribal" o fraternalista. Las particulares formas de entender el apoyo mutuo por parte de los masones y los anarcos llega a contraer las formas y maneras de un auténtico "sectarismo" ideológico o "político". Este fraternalismo tan fuertemente sentido y practicado por ambos ambientes desde sus mismos nacimientos históricos, no se encontrará con facilidad en otras culturas políticas de la contemporaneidad universal.

            Por otro lado, su gran desencuentro o diferencia no radicará, como aparentemente pudiera parecer, en la compleja, iniciática y ceremoniosa estructura jerárquica -que no autoritaria- de la masonería, sino más bien en los medios o la forma de alcanzar la compartida utopía final universalista de estas dos culturas políticas. Los ácratas, como es sabido, intentando llegar a ella por medio de la violenta y apocalíptica destrucción revolucionaria del para ellos caduco mundo capitalista -esperando siempre para "mañana" o "pasado mañana" su particular parusía- y, los reformistas masones, desarrollando su pacífica, tolerante y educativa acción de convencimiento, por medio de los igualitaristas y humanísticos ejemplos morales de su filantropía y de su cándido fraternalismo.

            Podría, por último, exponer en este discurso, sintomáticos ejemplos de jovencísimos obreros iniciados en la masonería en la Galicia del siglo XIX que, después de un tiempo de formación integral dentro de las logias, acabaron siendo los fundadores del obrerismo marxista de este país. Como fue el caso -ya estudiado en mi libro Galicia y la masonería en el siglo XIX-, del mecánico ferrolano Francisco Fernández García, de "nombre simbólico" Ferreti, y de una buena parte de sus compañeros de la primera Agrupación socialista gallega, fundadores con él del primer periódico socialista de Galicia, El Obrero.28

            Podría, en suma, seguir mostrando más coincidencias, interrelaciones o concomitancias habidas entre estas dos grandes culturas políticas de la historia universal: el societarismo y el hiramismo, pero creo que, por esta ocasión, lo aquí presentado y sugerido viene a ser un sencillo, objetivo y sintomático abanico de ejemplos que, por lógica deducción, podrán ser motivo de una necesaria y posterior reflexión que, espero, llegue a provocar la realización de futuros ensayos esclarecedores, nuevos descubrimientos o distintos enfoques sobre el fenómeno en cuestión.