sábado, 29 de agosto de 2015

Para una Historia del Anarquismo en Venezuela



Pese a ser reconocida Venezuela como tierra de libertadores, las ideas anarquistas no tuvieron en nuestro suelo asiento y desarrollo, y ello ha sido por una razón socio-económica. Venezuela era un país agrícola-pecuario poco desarrollado dentro de nuestro medio productivo. Una fuerte implantación de zonas palúdicas que obligaban al campesinado a vivir muchos meses del año dentro de un chinchorro curando su fiebre, La carencia de industrias, hacía que los pueblos emigrantes de Europa buscasen los caminos de Argentina, Brasil, México y hasta de Cuba; sólo algunos pequeños grupos de isleños canarios llegaron a estas costas, como ya hacían desde la época colonial.

Y pese a ello, en época tan temprana como 1811, cuando la Sociedad Patriótica discutía la forma a dar a la república, en sesión presidida por Francisco De Miranda y con asistencia de Bolívar, en momentos que Antonio Muñoz Tébar pronunciaba un discurso abogando por la forma conservadora y centralista, Coto Paúl le usurpa la palabra y dirá:

“¡La Anarquía! Esa es la libertad, cuando para huir de la tiranía desata el cinto y desnuda la cabellera ondosa. ­La Anarquía! Cuando los dioses de los débiles, la desconfianza y el pavor la maldicen, yo caigo de rodillas a su presencia. Señores: que la anarquía, con la antorcha de las furias en la mano, nos guíe al Congreso para que su humo embriague a los facciosos del orden, y le sigan por calles y plazas, gritando ­Libertad!”.

Cuando Coto Paúl se expresa con toda la ampulosidad propia de la época, Proudhon, llamado el padre de la anarquía, tenía sólo un año, y Bakunin nacería cuatro años más tarde. Es de suponer que Coto Paúl había leído el libro del precursor libertario inglés William Godwin, “Investigación acerca de la Justicia Política”, para expresar tan clara identificación con el sentido que ha tomado con posterioridad la palabra anarquía.

Pasaran años hasta que otro aldabonazo suene. Para 1884, en Valencia se funda una Sociedad Cooperativa que reconoce sus simpatías hacia Owen, Fourier, Cabet y Proudhon. Esta cooperativa publicó un folleto acerca de la emancipación de los trabajadores, que ya había sido publicado en las Islas Canarias.

De forma similar debieron llegar acuerdos tomados por la Internacional Socialista, ya que algunas organizaciones obreras toman medidas en 1892 para luchar por la jornada de las 8 horas. En el periódico EL FONOGRAFO de Maracaibo, hay un artículo de una pluma anarquista, que dice: “Los socialistas, partidarios de las diputaciones, o parlamentos y ayuntamientos, sostienen que el único modo de alcanzar la jornada de ocho horas era el legal; esto es, arrancárselo a los poderes públicos. Nosotros, que sabemos perfectamente que la misión del Estado no es otra que la de guardar y hacer guardar los intereses de la clase que representa, combatimos la antinomia y obramos resueltamente por la vía revolucionaria.”

Alguien muy respetado por su rigor como cronista del movimiento obrero venezolano, Bernardo Pérez Salinas, nos dice: "Huyendo de la represión desatada, llegaron a la zona del Mar caribe grupos de anarcosindicalistas y socialistas españoles que trataban de establecerse en estos países". Al respecto, Rodolfo Quintero agrega: "En más de una ocasión me reuní con algunos de estos anarcosindicalistas. Los gremios de panaderos, tranviarios, telefónicos y otros organismos denominados de 'mutuos auxilios', fueron seriamente infiltrados por las ideas de Proudhon y Bakunin". Es de suponer que si aquellos gremios fueron “infiltrados” por los anarcosindicalistas, fue porque los razonamientos y la argumentación ofrecida por ellos era la interpretación exacta y objetiva de la realidad sociológica venezolana.

Más adelante y en el mismo texto, Quintero apunta: “La primera gente extranjera que llegó eran anarcosindicalistas, le metían a uno a Bakunin mas que a Marx por los ojos, porque eran italianos y españoles, que eran los dos sitios de Europa donde el anarcosindicalismo llegó a tener más fuerzas. Eran individuos peleadores, que no querían conciliación de clases. Los anarquistas decían inclusive que los marxistas eran gente de conciliación [la historia lo ha demostrado, añado yo]; luchaban contra el Estado. Dejaron una siembra que yo diría positiva en un noventa por ciento, porque formó los primeros cuadros sindicales aquí.”

Posteriormente a la Guerra Civil Española, son muchos los anarquistas ibéricos que han vivido en Venezuela, pero todos tenían la vista puesta en la península, nunca pensaron en hacer una organización para propagar sus ideas en tierra venezolana. A principios de los años 80 se logró conformar un pequeño núcleo con compañeros provenientes de diversos países y algunos criollos, que logró poner a circular un periódico, EL LIBERTARIO, que sobrevivió por cinco números.
  
A partir de allí han habido diversos esfuerzos editoriales y de organización, pero se ha hecho muy difícil insertarse en los gremios obreros, pues ninguno de los que hoy habla como anarquista es obrero; ahí está quizás la razón de que el movimiento anarquista local apenas se exprese hoy en iniciativas limitadas, como la que llevan el pequeño grupo de jóvenes con algún viejo que publican este nuevo EL LIBERTARIO, que de tarde en tarde pero con insistencia se pone a la venta. Nos guía el interés de dar a conocer las ideas, con las armas de lucha del verbo y la pluma, aun sabiendo que la sociedad actual -con todo y los desequilibrios que carga- no está propensa a abrirse a las ideas de transformación radical. La caída de aquellos regímenes llamados de “socialismo real”, que de socialismo verdadero poco tenían, ha roto en mucha gente las ilusiones que pudieran surgir de ir a la búsqueda de un mundo mejor. Pero a más o menos tardar, todas las contradicciones del sistema social que nos proponen desde el neoliberalismo le llevarán a la quiebra, y entonces la gente comprenderá e reiniciará esa búsqueda, allí estaremos.


sábado, 22 de agosto de 2015

Historia de la Agrupación Mujeres Libres



                  Sede de Mujeres Libres. Calle de la Paz, Valencia 1937.

A pesar de la igualdad de género que proponía la CNT desde sus orígenes, muchas de las mujeres que militaban en el movimiento pensaron que era necesario que hubiera una organización específica para desarrollar plenamente sus capacidades y su lucha política. Como fruto de estas inquietudes comienzan a organizarse y a surgir grupos. En 1934 se crea en Barcelona el Grupo Cultural Femenino que junto con el grupo redactor de la revista Mujeres Libres (periódico) de Madrid en el que participan Lucía Sánchez Saornil, Mercedes Comaposada Guillén y Amparo Poch y Gascón, será el embrión de la futura organización.Mujeres Libres fue una Agrupación de Mujeres. Anarquista, libertaria y emancipadora, fue el germen de un movimiento que llegó a tener 20.000 afiliadas.

La idea de la revista surgió en el otoño de 1935 de la mano de la militante anarquista Lucía Sánchez Saornil, a la que luego se unieron Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gascón. Lucía y Mercedes “habían enseñado en cursos de instrucción elemental para obreros y obreras, promovidos por la CNT de Madrid en los años ‘30. Vieron la necesidad de realizarlos específicamente para las mujeres, dada la misoginia y los prejuicios existentes”, indica Eulàlia Vega, autora del libro Pioneras y revolucionarias.
Mientras la revista se gestaba y salía a la calle en Madrid, en Barcelona se había formado la Agrupación Cultural Femenina, en su mayoría militantes de la CNT y de otros organismos libertarios como los ateneos y las Juventudes Libertarias. Conocían la revista que se hacía en Madrid. Mercedes Comaposada se presentó en Barcelona buscándolas. Llevaba con ella los estatutos de una Federación Nacional. Les informó de que en Madrid y en Guadalajara ya se había constituido una agrupación con los mismos objetivos. Habían llamado a esta organización Federación Nacional de Mujeres Libres y propuso que Cataluña formara parte de la misma. Las catalanas aceptaron entusiasmadas.

Himno de Mujeres Libres (Octubre de 1937)
“Puño en alto mujeres de Iberia
hacia horizontes preñados de luz
por rutas ardientes,
los pies en la tierra
la frente en lo azul.
Afirmando promesas de vida
desafiamos la tradición
modelemos la arcilla caliente
de un mundo que nace del dolor.
¡Qué el pasado se hunda en la nada!
¡Qué nos importa el ayer!
Queremos escribir de nuevo
la palabra MUJER.
Puño en alto mujeres del mundo
hacia horizontes preñados de luz,
por rutas ardientes,
adelante, adelante,
de cara a la luz.”

Una organización de masas
Llegaron a contar con 20.000 afiliadas y 170 secciones locales en todo el país sin cobrar ninguna cuota. La Comisión de Solidaridad se encargaba de gestionar donativos o subvenciones con sindicatos, ateneos y otras entidades.
Pura Pérez, militante de la organización, explicaba en 1999 que “se gestaba una revolución femenina, de la misma forma que entre todos se hacía una Revolución Social. Obreras, campesinas, enfermeras, licenciadas…Todas eran guiadas por el deseo de emancipación, su empeño era lograr una sociedad equitativa y un futuro mejor”.
Martha Ackelsberg, autora de Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeresseñala que había dos tendencias en sus actividades: capacitación (clases de alfabetización, aprendizaje en el trabajo, información sobre sus propios cuerpos, sensibilización y apoyo mutuo); y captación, con programas para animar a las mujeres a unirse al movimiento libertario. “Sin la completa participación de las mujeres, estaban convencidas, la revolución no podría triunfar realmente”, explica Ackelsberg.
Lo que las diferenciaba de otras agrupaciones de mujeres, como las comunistas o antifascistas, era que “su principal objetivo, incluso en mitad de la guerra, era la capacitación de las mujeres, no sólo su movilización en las actividades de apoyo al esfuerzo de guerra”, apunta Ackelsberg. “Insistían en que la participación de las mujeres en el mercado laboral, por ejemplo, no debería ser un cambio temporal, debido a las necesidades de guerra, sino un cambio más permanente en la forma en que las mujeres eran vistas en sus roles en la sociedad”.
Además, según Eulàlia Vega, “sus objetivos se diferenciaran de los otros grupos femeninos de la época, que no tenían en cuenta las diferencias de género, como la comunista Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA)”.
En 1937 en Valencia se establecen los Estatutos de la Federación Nacional de Mujeres Libres con el objetivo de capacitar a la mujer y emanciparla de la triple esclavitud a la que está sometida: “Esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud productora”.
Con el inicio de la guerra, desde la Agrupación Mujeres Libres, Concha Liaño señala que su objetivo, además de “la lucha por la liberación femenina”, también era “aportar una ayuda ordenada y eficiente a la defensa de nuestra República”. “Los hombres al frente, las mujeres al trabajo”, fue una de sus consignas. Invitaban a las mujeres a inscribirse para su adiestramiento en los campos de tiro y realizaron propaganda a favor de los Liberatorios de Prostitución o contra el analfabetismo. La respuesta de las mujeres españolas fue “vibrante”, una “explosiva toma de conciencia” pero, en la mayoría de los casos, terminó con el exilio.
Sin embargo, Concha Liaño recuerda que “era emocionante, conmovedor, comprobar cómo las mujeres se esforzaban en aprovechar una ocasión que les permitía salir de su resignada impotencia y (…) de tantos siglos de injusto sometimiento (…) Para la mujer española ése fue su momento estelar”.

“Humanismo integral”
“Nunca se definieron como “feministas”. Para ellas, ‘feminismo’ era un movimiento burgués, centrado en ganar el derecho al voto y entrar en el mercado laboral en los mismos términos que el varón. Pero tenían claro que, para la clase obrera, el trabajo no era necesariamente ‘liberador’. Lo que querían no era acceso igualitario a un sistema de privilegios, sino un nuevo sistema sin privilegios”, explica la escritora Martha Ackelsberg.
La mejor definición la hacen ellas mismas en el número 1 de la revista Mujeres Libres: “Esto es ya más que feminismo. Feminismo y masculinismo son dos términos de una sola proporción; (…) la expresión exacta: humanismo integral”. Y añaden: “El feminismo lo mató la guerra dando a la mujer más de lo que pedía al arrojarla brutalmente a una forzada sustitución masculina. Feminismo que buscaba su expresión fuera de lo femenino, tratando de asimilarse virtudes y valores extraños no nos interesa; es otro feminismo, más sustantivo, de dentro a afuera, expresión de un modo, de una naturaleza, de un complejo diverso frente al complejo y la expresión y la naturaleza masculinos”.

La herencia de ‘Mujeres Libres’
Eulàlia Vega, autora de Pioneras y revolucionarias, destaca que “es innegable la modernidad” de los planteamientos de la Agrupación de Mujeres Libres. “El hecho de unir la lucha contra la explotación capitalista con la opresión patriarcal marca su importancia y su originalidad, siendo sus militantes, en cierto sentido, las pioneras de las organizaciones feministas creadas posteriormente con el final del franquismo”. Para la escritora Martha Ackelsberg, su mayor legado fue que “ofrecieron una visión de cambio social, y una sociedad revolucionaria, en la que las mujeres fueran totalmente participantes”.
En los años 1970, durante la Transición Española hubo intentos de volver a crear esta organización e incluso llegaron a formarse algunos grupos, perdurando algunos en la actualidad vinculadas a las distintas organizaciones anarcosindicalistas.

La publicación pionera para las mujeres libres
Hace 75 años, el 20 de mayo de 1936, nacía la revista Mujeres Libres. Anarquista, libertaria y emancipadora, se dirigía a las mujeres obreras y tenía como meta “despertar la conciencia femenina hacia ideas libertarias” y sacar a la mujer “de su triple esclavitud: de ignorancia, de mujer y de productora”. El primer número se agotó casi inmediatamente, el segundo apareció el 15 de junio y el tercero justo antes de comenzar la Guerra Civil. En total se publicaron 14 números mensuales hasta 1938. Pero fue el germen de algo más: la Agrupación de Mujeres Libres, que nació en Madrid, Barcelona, Guadalajara y San Sebastián y apareció en más lugares hasta llegar a tener 20.000 afiliadas. Aunque sus fundadoras eran anarquistas, pertenecientes a la CNT y/o a las Juventudes Libertarias, muchas de las que se acercaron a ellas no lo eran. Su mérito fue llegar a todas y formarlas para lograr su emancipación económica, social e intelectual.
Como recordaba Sara Berenguer, miembro de Mujeres Libres y recientemente fallecida, en el libro colectivo Mujeres Libres. Luchadoras libertarias (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 1999), la idea de la revista surgió en otoño de 1935 en las columnas del periódico Solidaridad Obrera, donde Lucía Sánchez Saornil, ex secretaria de redacción de CNT de Madrid, invitada por Mariano R. Vázquez,Marianet, secretario general de la CNT catalana, a ocupar una tribuna femenina, responde: “No recojo tu sugerencia porque mis ambiciones van más lejos; tengo el proyecto de crear un órgano independiente para servir exclusivamente a los fines que me he propuesto”.
Sánchez Saornil encontró en Mercedes Comaposada, ensayista y periodista como ella, y la doctora Amparo Poch y Gascón, a las colaboradoras entusiastas y competentes con las que, después de muchas vicisitudes, pudo realizar el proyecto en mayo de 1936. Según la militante de CNT y ex secretaria del Sindicato Antonia Fontanillas, que las conoció, “Mercedes y Lucía confirieron a la revista una personalidad anarquista revolucionaria altamente crítica”.
Para Martha Ackelsberg, autora de Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres (Virus, Barcelona, 1991), “tenían diferentes prioridades. Para Mercedes, uno de los más importantes objetivos era la formación. Defendía artículos que educaran a las mujeres sobre una variedad de temas y posibilidades para sus vidas. Lucía era, entre otras cosas, una poetisa con talento. Algunos de sus poemas se publicaron en la revista”.
Además, relata Ackelsberg, Sánchez Saornil “escribió un irónico artículo sobre ‘una fábrica de bodas en serie’. Amparo Pochera, médico muy radical verbalmente en temas de sexo y género, probablemente fue la autora de muchos artículos que aparecieron sobre la salud de mujeres y niños”.
El cuerpo de redacción estaba formado por ellas tres, que solían firmar con seudónimo, lo que hace difícil atribuir los textos. Al mismo tiempo buscaban colaboraciones exclusivamente de mujeres, como la influyente anarquista Emma Goldman.
Las numerosas cartas de Lucía muestran cómo convenció a Lola Iturbe, que colaboraba también en Solidaridad Obrera, para que escribiera en la revista. Trataba de enseñar a las mujeres que querían colaborar qué datos y qué imágenes les tenían que enviar de sus pueblos para publicar artículos sobre huelgas y colectivizaciones en el campo. Fue un trabajo arduo que retrasó varias veces la salida de la revista, que se distribuía por correo y a través de quiosqueros anarquistas o afines. El primer editorial expresaba la intención de “hacer oír una voz sincera, firme y desinteresada; la de la mujer; pero una voz propia, la suya (…); la no sugerida ni aprendida en los coros teorizantes”. Así, “tratará de evitar que la mujer sometida ayer a la tiranía de la religión caiga (…) bajo otra tiranía, no menos refinada y aún más brutal, que ya la cerca y la codicia para instrumento de sus ambiciones: la política”, ya que “no entiende de problemas humanos, sino de intereses de secta o de clase. Los intereses de los pueblos no son nunca los intereses de la política. Ésta es la incubadora permanente de la guerra”.
Lucía Sánchez explicaba que “la revista despertó un vivo interés. Nuestras ideas fueron acogidas como la única esperanza de salvación por millares de mujeres”. La primera acogida superó los cálculos y para el segundo número tuvieron que doblar la tirada. Ackelsberg señala que “muchas mujeres encontraron interesante y desafiante esta apertura de nuevas direcciones y oportunidades”. Esos caminos se iban a concretar en la Agrupación Mujeres Libres. La guerra empieza justo después del tercer número. Ya no es aquella revista de 14 páginas, sencilla, de dos meses atrás. Ahora, metidas de lleno en los cambios revolucionarios que la guerra y el fascismo desataron, “hacemos de Mujeres Libres el periódico estremecido, caliente y vibrante que pueda reflejar con toda intensidad la imponente grandeza del momento”.
Aumenta su tamaño y enriquece su lenguaje, que refleja preocupación y aporta soluciones, pero también críticas a la realidad que se vive. En 1938 la revista dejó de aparecer. Muchas de las militantes salieron de España, algunas se mantuvieron en contacto y publicaron varios números de Mujeres Libres en el Exilio. Pero la organización como tal finalizó con el triunfo de las tropas de Franco en 1939.
Aunque tuvo una corta duración, la revista Mujeres Libres no sólo contribuyó a aglutinar a un movimiento de mujeres que lucharon por la emancipación y que dejaron honda huella en quienes las conocieron y formaron parte, sino que también supuso un estallido de originalidad y creatividad que, con esfuerzo y mucha ilusión, produjo una de las revistas más interesantes del periodismo español.

Dos misterios
No se sabe a ciencia cierta qué sucedió con Lucía Sánchez Saornil. Como Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gastón, Lucía también se exilió de España en un primer momento, pero luego regresó. Se escondió en Valencia hasta su muerte en 1970. Pasó 12 años oculta en la clandestinidad hasta que regularizó su situación. Se dedicó a pintar cuadros de pintores conocidos por encargo de un marchante.
Jamás volvió a dedicarse a actividades periodísticas. Por su parte, Mercedes Comaposada intentó hacer un libro tras la muerte de Franco sobre Mujeres Libres. Pidió la colaboración de las veteranas para que le enviaran por carta todo lo que recordaran. Llegó a redactar un manuscrito que, junto con la documentación, desapareció tras su muerte.

sábado, 15 de agosto de 2015

Ricardo Mella en el anarquismo español




Ricardo Mella Cea fue dejando su militancia de primera línea en el seno del anarquismo en torno a la época en la que estalló la Gran Guerra, dedicándose de pleno a su profesión hasta que le sorprendió la muerte en 1925.

 En este artículo nos acercamos a una figura fundamental del anarquismo español, Ricardo Mella Cea, que nació en Vigo en el año 1861 y falleció en la misma localidad en 1925. Federica Montseny consideraba a Mella como el más profundo, penetrante y lúcido de los pensadores anarquistas españoles y sus escritos comparables a los de otros autores del anarquismo mundial. También debe ser destacada su primigenia militancia en el republicanismo federal Se da la circunstancia, además, de que Ricardo Mella y Esperanza Serrano fueron padres de dos personajes importantes de la izquierda española del siglo XX: la anarquista Urania Mella, duramente represaliada por el franquismo, y del ingeniero y político socialista Ricardo Mella Serrano.
Mella comenzó militar en el republicanismo federal gracias a la influencia de su padre José Mella Buján, un sombrero muy activo en las filas republicanas gallegas y admirador de Pi i Margall. Nuestro protagonista ingresó, aún adolescente, en el Partido Republicano Democrático Federal, llegando a ser su secretario. Mella defendía claramente la solución federal para el Estado español y la autonomía para Galicia.
Ricardo Mella conocía bien la realidad social gallega, los problemas para subsistir y que llevaban a muchos gallegos a emigrar a Ultramar. También sabía del inmenso poder caciquil en Galicia. Estas situaciones le hicieron colaborar activamente en la prensa, como en La Verdad, órgano del republicanismo más radical. Sus denuncias sobre un desfalco en el Banco de España le llevaron ante los tribunales en 1881, siendo condenado por injurias. Pero eso no le amilanó. En Vigo fundó La Propaganda, un nuevo medio del republicanismo federalista y con tendencia al obrerismo. Dicha publicación estuvo activa hasta 1885 y fue presentada en el Congreso de Barcelona de 1881 que, como es bien sabido, fue la reunión donde se constituyó la Federación de Trabajadores de la Región Española, tras la disolución de la Federación Regional Española de la AIT. También asistió al Segundo Congreso, celebrado en Sevilla, en 1882, y donde estableció contacto con importantes anarquistas como Juan Serrano y Antoni Pellicer. En estos Congresos nuestro protagonista estaba ya evolucionando hacia el anarquismo.
En ese mismo año de 1882 tuvo que marchar a Madrid para cumplir la condena impuesta en Galicia y que era de destierro. Allí se casó con Esperanza Serrano, hija de Juan Serrano. En 1884 tradujo el libro Dios y el Estado de Bakunin, colaboró en La Revista Social y con la publicación mensual Acracia. También enviaba trabajos a la publicación anarquista barcelonesa El Productor, dirigida por destacados personajes del anarquismo como el mencionado Pellicer, Anselmo Lorenzo y Rafael Farga. Mella declaró a principios del siglo XX que La Revista Social le hizo ser anarquista.
Su suegro, Juan Serrano, le aconsejó que estudiara topografía. Eso hizo y ganó una oposición. Fue destinado a Andalucía y allí, dada su gran inquietud social, se interesó por la realidad de los jornaleros y entró en contacto con los anarquistas andaluces. Es este momento en el que Mella atacó la estrategia de la violencia. En Sevilla fundó varias publicaciones, como La Solidaridad. En esta etapa andaluza acudirá a los dos primeros Certámenes Socialistas celebrados en Reus (1885)  y Barcelona (1889), presentado varios trabajos, entre los que destacan un estudio sobre la emigración gallega, Diferencias entre el comunismo y el colectivismo, La anarquía: su pasado, su presente y su porvenir, La nueva utopía (novela imaginaria), El crimen de Chicago, etc..
En 1895 regresó a Galicia. Al año siguiente refugió en su casa de Vigo a Josep Prat, que huía de Barcelona por la persecución desencadenada a raíz del Proceso de Montjuïc. Precisamente, desde la prensa denunció los fusilamientos que trajo consigo el juicio. En esta época se intensificaron sus colaboraciones en la prensa gallega, madrileña e internacional, tanto de Estados Unidos, como de Argentina y Francia. Escribió los librosLombroso y los anarquistas (1896), Los sucesos de Jerez, La barbarie gubernamental en España (Estados Unidos, 1897), La ley del número (1899), Táctica socialista (1900), La coacción moral (1901), entre otras obras. Destacará también la memoria La cooperación libre y los sistemas de comunidad, que en 1900 llevó al Congreso Revolucionario Internacional de París.
Mella siguió trabajando de topógrafo, lo que le llevó a residir durante un tiempo en Asturias. En esta época no estuvo muy activo, aunque fundaría con Eleuterio Quintanilla el periódico Acción Libertaria. Fue una etapa de fuertes disensiones y discusiones en el seno del anarquismo.
Mella no era partidario de las teorías sobre la pedagogía integral de Ferrer i Guardia porque siempre defendió un anarquismo puro, sin adjetivos. A raíz de los sucesos de la Semana Trágica siguió trabajando en la prensa anarquista, en Acción Libertaria de Gijón y en El Libertario, publicaciones asturianas. También colaborará en Acción Libertaria, publicación madrileña, además de regresar a Vigo donde se dedicaría a la construcción de la red de tranvías eléctricos, que pasó a dirigir. No fue contrario a la creación de la CNT pero planteó algunos reparos. En 1911 acudió al primer congreso de la Confederación representando a Asturias.
Mella fue dejando su militancia de primera línea en el seno del anarquismo en torno a la época en la que estalló la Gran Guerra, dedicándose de pleno a su profesión hasta que le sorprendió la muerte en 1925.

jueves, 6 de agosto de 2015

Estados Unidos realiza el primer bombardeo atómico de la historia en Hiroshima sobre una población civil (6 Agosto de 1945)



Los ataques nucleares fueron ordenados por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos de América, tras su reunión con sus aliados Churchill y Stalin en la Conferencia de Potsdam.

Los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki se efectuaron el 6 y el 9 de agosto de 1945, después de seis meses de intenso bombardeo de otras 67 ciudades japonesas.

El arma nuclear Little Boy fue lanzada sobre Hiroshima el lunes 6 de agosto de 1945, seguida por la detonación de la bomba Fat Man el jueves 9 de agosto sobre Nagasaki.

Se estima que hacia finales de 1945, las bombas habían asesinado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, de los cuales la mitad fallecieron los mismos días de los bombardeos

Entre las víctimas, del 15 al 20% murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles. Hirosima y Nagasaki eran dos ciudades muy secundarias desde el punto de vista militar por lo que no había justificación "técnica".

Sin embargo eran las dos ciudades de mayor tradición católica en Japón, desde el siglo XVI.

Urakami Tenshudo (Iglesia Católica en Nagasaki. Enero de 1946. Urakami fue el epicentro del bombardeo en Nagasaki y su catedral, destruida una de las iglesias más grandes de Asia.

Entre las víctimas de la bomba atómica de Nagasaki desaparecieron en un día dos tercios de la pequeña pero vivaz comunidad católica japonesa. Una comunidad casi desaparecida dos veces en tres siglos**.

Harry Truman, miembro del partido demócrata, firma la carta de las Naciones Unidas, que en su configuración y desarrollo real, es el primer jalón en la constitución de un Gobierno Mundial***.

Pero, por qué un individuo que viola la convención de La Haya, que prohíbe expresamente el bombardeo de ciudades con civiles, aunque haya objetivos militares incluidos en su perímetro(acápite 23), y provoca tal holocausto de inocentes no está demonizado, como Hitler. Parece que en este caso también se cumple el adagio de Maquiavelo:

“Aquellos que triunfan nunca resultarán avergonzados por el modo como hayan triunfado”