Hartmut HEINE y José María AZUAGA, La oposición al franquismo en Andalucía Oriental, Madrid, Fundación Salvador Seguí, 2005, por Jorge Marco (Universidad Complutense de Madrid)
En Francia, el origen de la historiografía sobre la Resistencia contra el nazismo es diametralmente opuesto al caso español. Una vez consumada la Liberación, fueron los propios combatientes, bajo la cobertura del Estado, los que construyeron una historia mitificada que se prolongó hasta la década de los ochenta. Fue entonces cuando un grupo de historiadores, con François Bédarida a la cabeza, planteó la necesidad de romper con la historia conmemorativa e insertar no ya la Resistencia, sino las resistencias, en el ámbito de una historia interpretativa.
La evolución en España fue muy distinta, y de ahí parten algunos de los problemas que nos encontramos en la actualidad. En primer lugar, la resistencia armada antifranquista la protagonizaron los vencidos de una guerra, por lo que al final de su periplo guerrillero fueron doblemente vencidos, dado que la dictadura continuó con solidez durante más de treinta años. Una vez acabada la resistencia armada, la estrategia del franquismo fue el pesado silencio que sólo se violentó al final de la dictadura espoleado por las primeras publicaciones que llegaron desde el exilio. En esta dinámica de réplica y contrarréplica de los dos bloques antagónicos de la guerra civil se construye, entre 1970 y principios de los años ochenta, las bases de la bibliografía sobre la resistencia armada en la posguerra. En esta misma década surge una nueva historiografía –el propio Heine se destacó por ser el primer autor que publicó un trabajo sobre la guerrilla en Galicia- que se caracteriza, y esto es muy importante, por el interés histórico del fenómeno y la superación de la cuestiones ideológicas. La bibliografía sobre la guerrilla antifranquista de la nueva historiografía cuenta, por lo tanto, con más de veinte años de trayectoria y más de medio centenar de títulos en su haber. Pero la pregunta que debemos resolver es la siguiente: ¿son similares las rupturas de los años ochenta en el caso de la historiografía francesa y española?. La respuesta es simplemente no, y podríamos dar varias razones para comprender los motivos de sus diferencias, pero bastará con que comentemos tan sólo la principal: en Francia se conocían los hechos, por lo que la ruptura se significó en el ámbito de la interpretación, y en cambio, en España, se debía comenzar prácticamente desde el principio.
En estos veinte años la historiografía española se ha dedicado a reconstruir los hechos –lo cual no ha sido sencillo, dado los constantes obstáculos que han encontrado para la consulta de los archivos- y a completar el mapa de actuaciones a nivel nacional a través de estudios locales y regionales. En esta línea de investigación se inserta el presente libro al que hacemos referencia.
La guerrilla antifranquista en Andalucía oriental cuenta con varios trabajos locales o regionales, pero ninguno de ellos abarcó el conjunto del territorio. La urgencia de realizar un trabajo de estas características se evidencia si tenemos en cuenta que, en primer lugar, era el único foco resistencia en España que carecía de una síntesis, y en segundo lugar, porque resultaba difícil comprender la falta de una monografía específica sobre quizás, la más importante guerrilla de todo el territorio nacional, la Agrupación Guerrillera de Granada, junto a la organización que actuó en la zona del Levante y Aragón. En este contexto, el libro de Heine y Azuaga, sin la minuciosidad de otros trabajos similares (el origen de los textos son dos ponencias en unas jornadas sobre la guerrilla), viene a cubrir un importante vacío en la bibliografía.
El profesor alemán Hartmut Heine, conocido por su destacado volumen sobre la oposición antifranquista en el periodo posterior a la guerra civil (La oposición política al franquismo, 1983) firma el primer capítulo del trabajo, donde presenta una breve pero interesante reconstrucción de la trayectoria de la oposición política y armada desde 1939 hasta finales de la década de los setenta. Ubicando el fenómeno de la represión en su contexto, y por lo tanto, señalado como el factor principal del desarrollo de la resistencia armada en los años cuarenta, Heine dibuja las diferentes estrategias, caídas de los cuadros y reconstrucciones de las organizaciones más importantes de la inmediata posguerra. De este modo, podemos observar las dificultades de un PSOE diezmado y con escasa capacidad operativa; una CNT debilitada pero con cierto carácter resolutivo hasta 1949 (volcada fundamentalmente en la constitución de una red de evacuación de guerrilleros); y un PCE, que pese a su mayor “solidez” inicial, queda desestructurado debido a la estrecha vinculación entre el partido y las Agrupaciones guerrilleras. El desgaste de la dura represión desatada en la primera etapa de la dictadura, y los costes de la opción guerrillera, consolidaron el cambio estratégico de la oposición antifranquista en la década de los cincuenta, a la que se unieron nuevos sectores “desengañados” del franquismo. Más allá de la escasa repercusión, pero significativa, de la huelga del 56 en el ámbito universitario y la generación de una conciencia opositora a través de revistas literarias o ciertos sectores religiosos, la nueva estrategia orientada a la infiltración en las organizaciones de masas (sindicatos verticales) comenzó a dar sus frutos en la década de los sesenta. En estos últimos años de la dictadura –con una CNT más que marginal y un PSOE que empieza a recobrar muy lentamente el aliento- el PCE en Andalucía oriental, a través fundamentalmente de la JOC, HOAC, y poco después, del sindicato CCOO, continúa siendo la referencia dentro del amplio espectro de la oposición que se ha venido configurando en torno a una nueva multitud de grupos y de siglas [ASA, OCE(br), MCE, etc] .
La segunda parte, centrada en el foco guerrillero de Granada y Málaga oriental, está elaborada por el investigador José María Azuaga, autor de un trabajo anterior circunscrito al ámbito local (La guerrilla antifranquista en Nerja, 1996). Con una importante solidez documental, su capítulo desgrana las diferentes etapas del fenómeno guerrillero: huidos (1939-1943), primeras guerrillas (1943-1946/47) y Agrupación Guerrillera de Granada (1947-1951); la complejidad del análisis sobre los apoyos sociales a la guerrilla y los métodos de represión desarrollados por la dictadura franquista y sus consecuencias en la respuesta violenta de la guerrilla. Sin caer en viejas mitificaciones, José María Azuaga recuerda los casos de traición y colaboración de antiguos guerrilleros con las fuerzas represivas. En esta línea, tampoco oculta los ajusticiamientos internos propios no sólo de un contexto represivo, como señala el autor, sino también de un PCE imbuido por las prácticas de corte estalinista.
El libro concluye con un breve repertorio documental donde destaca el informe de la policía sobre la colaboración y el entrenamiento de los comunistas exiliados españoles en el norte de África, en plena segunda Guerra Mundial y previa a la Guerra Fría, por parte del ejército norteamericano. Quien tuviera un mayor interés sobre este asunto puede encontrar un capítulo específico en su libro anterior sobre la guerrilla en Nerja.
En conclusión: si bien podemos celebrar la publicación de este trabajo por los motivos que hemos señalado, recuperando el hilo de lo expuesto al comienzo de esta reseña, debemos señalar la continuidad de la historiografía española que todavía no ha sido capaz, salvo en el caso excepcional de Mercedes Yusta (La guerra de los vencidos, 1999 y Guerrilla y resistencia campesina, 2003) de dar el salto cualitativo de una historia de carácter exploratorio y descriptivo a una historia analítica e interpretativa con mayor presencia de contenidos teóricos que permitan abordar un fenómeno complejo y heterogéneo.
Jorge Marco
Universidad Complutense de Madrid
En Francia, el origen de la historiografía sobre la Resistencia contra el nazismo es diametralmente opuesto al caso español. Una vez consumada la Liberación, fueron los propios combatientes, bajo la cobertura del Estado, los que construyeron una historia mitificada que se prolongó hasta la década de los ochenta. Fue entonces cuando un grupo de historiadores, con François Bédarida a la cabeza, planteó la necesidad de romper con la historia conmemorativa e insertar no ya la Resistencia, sino las resistencias, en el ámbito de una historia interpretativa.
La evolución en España fue muy distinta, y de ahí parten algunos de los problemas que nos encontramos en la actualidad. En primer lugar, la resistencia armada antifranquista la protagonizaron los vencidos de una guerra, por lo que al final de su periplo guerrillero fueron doblemente vencidos, dado que la dictadura continuó con solidez durante más de treinta años. Una vez acabada la resistencia armada, la estrategia del franquismo fue el pesado silencio que sólo se violentó al final de la dictadura espoleado por las primeras publicaciones que llegaron desde el exilio. En esta dinámica de réplica y contrarréplica de los dos bloques antagónicos de la guerra civil se construye, entre 1970 y principios de los años ochenta, las bases de la bibliografía sobre la resistencia armada en la posguerra. En esta misma década surge una nueva historiografía –el propio Heine se destacó por ser el primer autor que publicó un trabajo sobre la guerrilla en Galicia- que se caracteriza, y esto es muy importante, por el interés histórico del fenómeno y la superación de la cuestiones ideológicas. La bibliografía sobre la guerrilla antifranquista de la nueva historiografía cuenta, por lo tanto, con más de veinte años de trayectoria y más de medio centenar de títulos en su haber. Pero la pregunta que debemos resolver es la siguiente: ¿son similares las rupturas de los años ochenta en el caso de la historiografía francesa y española?. La respuesta es simplemente no, y podríamos dar varias razones para comprender los motivos de sus diferencias, pero bastará con que comentemos tan sólo la principal: en Francia se conocían los hechos, por lo que la ruptura se significó en el ámbito de la interpretación, y en cambio, en España, se debía comenzar prácticamente desde el principio.
En estos veinte años la historiografía española se ha dedicado a reconstruir los hechos –lo cual no ha sido sencillo, dado los constantes obstáculos que han encontrado para la consulta de los archivos- y a completar el mapa de actuaciones a nivel nacional a través de estudios locales y regionales. En esta línea de investigación se inserta el presente libro al que hacemos referencia.
La guerrilla antifranquista en Andalucía oriental cuenta con varios trabajos locales o regionales, pero ninguno de ellos abarcó el conjunto del territorio. La urgencia de realizar un trabajo de estas características se evidencia si tenemos en cuenta que, en primer lugar, era el único foco resistencia en España que carecía de una síntesis, y en segundo lugar, porque resultaba difícil comprender la falta de una monografía específica sobre quizás, la más importante guerrilla de todo el territorio nacional, la Agrupación Guerrillera de Granada, junto a la organización que actuó en la zona del Levante y Aragón. En este contexto, el libro de Heine y Azuaga, sin la minuciosidad de otros trabajos similares (el origen de los textos son dos ponencias en unas jornadas sobre la guerrilla), viene a cubrir un importante vacío en la bibliografía.
El profesor alemán Hartmut Heine, conocido por su destacado volumen sobre la oposición antifranquista en el periodo posterior a la guerra civil (La oposición política al franquismo, 1983) firma el primer capítulo del trabajo, donde presenta una breve pero interesante reconstrucción de la trayectoria de la oposición política y armada desde 1939 hasta finales de la década de los setenta. Ubicando el fenómeno de la represión en su contexto, y por lo tanto, señalado como el factor principal del desarrollo de la resistencia armada en los años cuarenta, Heine dibuja las diferentes estrategias, caídas de los cuadros y reconstrucciones de las organizaciones más importantes de la inmediata posguerra. De este modo, podemos observar las dificultades de un PSOE diezmado y con escasa capacidad operativa; una CNT debilitada pero con cierto carácter resolutivo hasta 1949 (volcada fundamentalmente en la constitución de una red de evacuación de guerrilleros); y un PCE, que pese a su mayor “solidez” inicial, queda desestructurado debido a la estrecha vinculación entre el partido y las Agrupaciones guerrilleras. El desgaste de la dura represión desatada en la primera etapa de la dictadura, y los costes de la opción guerrillera, consolidaron el cambio estratégico de la oposición antifranquista en la década de los cincuenta, a la que se unieron nuevos sectores “desengañados” del franquismo. Más allá de la escasa repercusión, pero significativa, de la huelga del 56 en el ámbito universitario y la generación de una conciencia opositora a través de revistas literarias o ciertos sectores religiosos, la nueva estrategia orientada a la infiltración en las organizaciones de masas (sindicatos verticales) comenzó a dar sus frutos en la década de los sesenta. En estos últimos años de la dictadura –con una CNT más que marginal y un PSOE que empieza a recobrar muy lentamente el aliento- el PCE en Andalucía oriental, a través fundamentalmente de la JOC, HOAC, y poco después, del sindicato CCOO, continúa siendo la referencia dentro del amplio espectro de la oposición que se ha venido configurando en torno a una nueva multitud de grupos y de siglas [ASA, OCE(br), MCE, etc] .
La segunda parte, centrada en el foco guerrillero de Granada y Málaga oriental, está elaborada por el investigador José María Azuaga, autor de un trabajo anterior circunscrito al ámbito local (La guerrilla antifranquista en Nerja, 1996). Con una importante solidez documental, su capítulo desgrana las diferentes etapas del fenómeno guerrillero: huidos (1939-1943), primeras guerrillas (1943-1946/47) y Agrupación Guerrillera de Granada (1947-1951); la complejidad del análisis sobre los apoyos sociales a la guerrilla y los métodos de represión desarrollados por la dictadura franquista y sus consecuencias en la respuesta violenta de la guerrilla. Sin caer en viejas mitificaciones, José María Azuaga recuerda los casos de traición y colaboración de antiguos guerrilleros con las fuerzas represivas. En esta línea, tampoco oculta los ajusticiamientos internos propios no sólo de un contexto represivo, como señala el autor, sino también de un PCE imbuido por las prácticas de corte estalinista.
El libro concluye con un breve repertorio documental donde destaca el informe de la policía sobre la colaboración y el entrenamiento de los comunistas exiliados españoles en el norte de África, en plena segunda Guerra Mundial y previa a la Guerra Fría, por parte del ejército norteamericano. Quien tuviera un mayor interés sobre este asunto puede encontrar un capítulo específico en su libro anterior sobre la guerrilla en Nerja.
En conclusión: si bien podemos celebrar la publicación de este trabajo por los motivos que hemos señalado, recuperando el hilo de lo expuesto al comienzo de esta reseña, debemos señalar la continuidad de la historiografía española que todavía no ha sido capaz, salvo en el caso excepcional de Mercedes Yusta (La guerra de los vencidos, 1999 y Guerrilla y resistencia campesina, 2003) de dar el salto cualitativo de una historia de carácter exploratorio y descriptivo a una historia analítica e interpretativa con mayor presencia de contenidos teóricos que permitan abordar un fenómeno complejo y heterogéneo.
Jorge Marco
Universidad Complutense de Madrid
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