En su dilatada trayectoria,
existen muchos guiños de Fernán Gómez al mundo libertario, bien por sus
películas o por sus obras.
Cuando el 21 de
noviembre de 2007 fallecía Fernando Fernán Gómez hubo un hecho
que llamó la atención. En el Teatro Español, donde se situó su capilla
ardiente, el féretro del actor, dramaturgo y escritor de voz grave estaba
cubierto con una bandera rojinegra: la bandera anarquista.
Y no era para menos, pues Fernán
Gómez siempre mostró simpatía hacia los ideales libertarios que conoció en la
España de la década de los años 30, cuando empezaba ya a apuntar a lo que iba a
ser posteriormente.
Aunque nacido en Lima en 1921,
muy pronto se trasladó a Madrid, y en la capital de España vivió los años
republicanos y la Guerra Civil. No se puede decir en ningún caso que la familia
de Fernán Gómez tuviera una vinculación política con la izquierda. A esto
escapaba un tío suyo, afiliado a la CNT, por el cual Fernán Gómez comenzó a
conocer qué era aquello del anarquismo.
Y aunque la Guerra Civil no fue
un periodo fácil, y menos para una familia de actores, gracias a la CNT los
espectáculos públicos se reorganizaron y muchos de ellos pudieron trabajar. Lo
hizo la madre de Fernando, Carola, en el teatro Alcázar.
Pero él lo hizo también, cuando,
afiliado ya a la CNT, entró a formar parte de la Escuela de Actores de la
organización anarcosindicalista, bajo la dirección de Valentín de Pedro, uno de
los más importantes intelectuales libertarios de la época, y su compañera María
Boixader. Dos personajes que marcaron la vida del propio Fernán Gómez, que en
aquella época comenzó a forjar una profunda cultura gracias también a la
biblioteca que la CNT tenía en uno de los locales incautados por los
anarquistas y que frecuentaba el actor. Además, en esta época conoce a quien
será uno de sus grandes amigos, el también actor Manuel Alexandre. Tampoco se
puede olvidar en este punto a Fernando Collado, que por entonces dirigía uno de
los sindicatos de la CNT en el Madrid sitiado y con el que posteriormente
coincidirá en el mundo el cine.
Esa carrera de actor que había
empezado en los locales de la CNT y su Escuela de Actores quedó truncada con el
final de la Guerra Civil. El joven actor asistió al consejo de guerra que
condenó a muerte (luego conmutada) a Valentín de Pedro, su maestro. En ese
mismo consejo de guerra fueron condenados el periodista y escritor republicano
Diego San José y el redactor de CNT y luego de El Sindicalista Carlos Rivero.
Pasaje de este juicio nos lo legó
el propio Fernán Gómez en sus memorias El tiempo amarillo, y también el propio Diego San José en su
excepcional De cárcel en cárcel.
Y aunque los años de la dictadura cayeron como plomo sobre todos, la vida de
Fernando Fernán Gómez en ese tiempo se centró en su carrera como actor.
Tras la muerte de Franco
encontramos a Fernando Fernán Gómez en las Jornadas Libertarias de Barcelona de
1977. Su compromiso con el movimiento libertario siempre estuvo presente, tanto
para él como para su compañera, Emma Cohen.
Su atronador “¡No a la guerra!”
en la manifestación de Madrid en febrero de 2003, así como sus constantes
guiños a la causa libertaria, hicieron de Fernán Gómez una referencia en el
campo libertario, más por su compromiso personal que militante.
A lo largo de su dilatada historia existen muchos
guiños de Fernán Gómez al mundo libertario, bien por sus películas o por sus
obras. Su amistad con el periodista Eduardo de Guzmán le hizo llevar a la
pantalla la película Mi hija
Hildegart, basada en la obra Aurora
de sangre, que cuenta la historia sorprendente y poco conocida de
Hildegart Rodríguez Carballeira, recreando parte del mundo cultural libertario
de la Segunda República.
O en Las bicicletas son para el verano, escrita en 1977 y llevada al
cine por Jaime Chávarri en 1984, en la que aparecen varios cenetistas. En ella
Fernando dejó muy claro, por su propia experiencia, que en 1939 no llegó la
paz, sino la victoria, quizá recordando el triste destino de su maestro Valentín
de Pedro, entre otros muchos.
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