Podría afirmarse que el 4-D fue pronto robado a los andaluces, eliminándolo
como Día de Andalucía para intentar borrarlo de la memoria colectiva y sustituyéndolo
por el 28-F
Han transcurrido treinta y
nueve años desde aquel 4 de diciembre de 1977 en que cientos de miles de
andaluces salimos a las calles, bajo una sola bandera -la verde, blanca y
verde-, para hacer ver que existíamos como pueblo y exigir instrumentos
políticos propios con los que encarar los gravísimos problemas que sufríamos:
paro, pobreza, emigración, baja calidad de la educación… Muy pocos conocían que
casi cien años antes, en 1883, se había presentado en Antequera un proyecto de
Constitución en el que se definía a Andalucía como "soberana y
autónoma", organizada "en una democracia republicana", y se
planteaba su construcción política de abajo arriba, a partir de los municipios
y cantones (comarcas) con arreglo a un modelo confederal. Pocos, también,
sabían quién había sido Blas Infante ni que el golpe militar-fascista de 1936
se había llevado por delante, entre otras muchas cosas, la Autonomía andaluza
prevista para antes del final de aquel año.
Si hubiéramos preguntado
aquella mañana qué se entendía por "autonomía", las respuestas
habrían sido múltiples pero con un denominador común: instrumentos en nuestras
manos eficaces para poder cambiar las cosas. Ésa fue la aspiración que ilusionó
a la mayoría social andaluza y que hizo posible, algo más de dos años después,
el triunfo -que era prácticamente inviable por las condiciones bajo las que
tuvo lugar- en el referéndum de iniciativa autonómica del 28 de febrero del 80.
Esa ilusión fue la que pronto se frustraría, convirtiéndose en desencanto, ante
las muy limitadas competencias del Estatuto que consensuaron los cuatro
partidos parlamentarios -PSOE, UCD, PCE y PA- y por la falta de voluntad
política para construir un régimen político autonómico por parte del que ha
venido gobernando ininterrumpidamente hasta hoy, el PSOE, en ocasiones con la
muleta de partidos bisagra como fueron primero PA, luego IU y ahora Ciudadanos.
En lugar de construir ese régimen autonómico, lo que edificó fue un régimen
político unipartidista y clientelar, propenso a prácticas corruptas, sobre el
modelo del PRI mexicano, que ha extendido sus tentáculos no sólo en el ámbito
de las instituciones políticas sino en todos los de la sociedad civil,
perpetuando la dependencia económica, la subalternidad política y la alineación
cultural cuya eliminación debía ser precisamente el objetivo de la autonomía.
Podría afirmarse que el 4-D
fue pronto robado a los andaluces, eliminándolo como Día de Andalucía para
intentar borrarlo de la memoria colectiva y sustituyéndolo por el 28-F, que ha
venido siendo una simple excusa para repartir medallas y dar a los niños en las
escuelas públicas, el día antes, su anual ración de "andalucismo"
consistente sólo en pan con aceite para el desayuno. Como fueron vaciados de
contenidos reivindicativos nuestro himno, nuestra bandera y el propio Blas
Infante, convertido en una especie de santón laico que puede ser impunemente
invocado incluso por los herederos ideológicos de quienes lo fusilaron.
Tras casi cuarenta años de
"autonomía", Andalucía está hoy, a nivel comparativo, en el mismo
sitio que estaba antes de instaurarse ésta: encabezando todos los índices de
desempleo, pobreza, emigración, baja inversión por habitante en educación,
sanidad y vivienda… Nuestro territorio está más esquilmado y militarizado y
nuestro patrimonio, natural y cultural, más mercantilizado y amenazado que
entonces. Lejos de responder a un "nuevo modelo productivo", como nos
dicen, nuestra economía está centrada en el extractivismo minero, en una
agricultura insostenible ecológica y socialmente y en el monocultivo turístico:
tres funciones caracterizadoras de una colonia. Y utilizando mecanismos
institucionales -el sistema educativo, la televisión pública y otros- han
conseguido que descienda enormemente la conciencia sobre lo que somos, de por
qué somos como somos y la capacidad de lucha para acercarnos a lo que queremos
ser colectivamente.
Un pueblo, el andaluz, que
asombró -y asustó- a los poderes dominantes en la llamada Transición política,
está hoy anestesiado y con el pulso débil. Pero, como está vivo, despertará
cuando se autorreconozca, recupere la ilusión y luche por sí, impidiendo que
nadie hable en su nombre. Cada quien debería reflexionar, este 4 de diciembre,
sobre cuál debe ser su papel en conseguirlo.
ISIDORO MORENO
Catedrático Emérito de Antropología Social
Opinión
personal
Para mí que estuve allí y fui testigo de este
hecho histórico jamás se me olvidara. Estoy totalmente de acuerdo con el
escrito del catedrático Isidoro Moreno y a pesar de que no soy nacionalista, si
no internacionalista y enemigo de las fronteras, me siento orgulloso de ser
andaluz, Ahí va este vídeo parte de la memoria histórica del pueblo andaluz.
“Una gota de pura valentía vale más que un océano de cobarde”
“Los pueblos que no recuerdan su pasado están
condenados a repetirlo”.
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