martes, 26 de febrero de 2013

La sanidad libertaria en España





Iglesia expropiada reconvertida en hospital durante la Guerra

Quizá, lo primero que deba aclararse es que la presencia de sanitarios entre los anarquistas no es un fenómeno exclusivo de España. En cualquier país en el que arraigaron las ideas libertarias es común encontrar a profesionales sanitarios entre sus militantes. Es lógico: los médicos y otros sanitarios fueron testigos directos de los efectos la Revolución Industrial sobre las condiciones de vida y trabajo del proletariado. Era frecuente que en sus publicaciones propusieran medidas de solución a estos problemas de salud, verdaderas epidemias sociales, incluso algunos consideraron que la única terapéutica posible era la transformación radical de la sociedad. Por motivos evidentes, en el ámbito libertario encontramos con más frecuencia a sanitarios dedicados a la higiene pública, la salud mental, la pediatría y la medicina laboral.
La peculiaridad de la situación española va unida a la persistencia del anarquismo en el movimiento obrero y a las transformaciones en la Guerra Civil, en lo que denominamos Revolución Social Española.
En segundo lugar, debe explicarse la orientación biográfica. La prensa libertaria española, cuyo número de cabeceras sigue sorprendiendo a los historiadores, recogió gran número de artículos, noticias, conferencias y charlas impartidas por sanitarios en centros y ateneos libertarios. Esto no implicaba que todos ellos, ni siquiera la mayoría, compartieran las ideas antiautoritarias, sino que sabían que esos medios eran la forma más directa de acercar sus ideas a la parte más activa del proletariado. Por ello, es necesario conocer la relación entre cada unos de esos sanitarios y el movimiento libertario.
Entrando en materia, podemos dividir en seis etapas históricas la sanidad libertaria española, aunque sólo sea con finalidad didáctica:
a) Los inicios de la Primera Internacional en España. Cuando el sector más avanzado de los obreros hispanos se adscribe a la Internacional, un médico de gran formación científica y filosófica ejercerá un papel central en el desarrollo del pensamiento colectivista en España. Gaspar Sentiñón Cerdaña (193?-1902), amigo de Bakunin, será durante unos meses un elemento fundamental entre la militancia catalana; después, seguirá colaborando durante décadas con la prensa ácrata, en una labor tan importante como difícil de seguir por el obligado anonimato que él, por motivos personales, incrementó. A continuación, le sustituyó un estudiante de medicina y pronto joven doctor, el malagueño José García Viñas (1848-1931), que destacó entre los internacionalista hispanos hasta 1881. Ambos fueron importantes en la orientación antiautoritaria del movimiento obrero en España, pero también, sobre todo Sentiñón, en la incorporación de la ciencia como aliada del pensamiento social frente al dominio asfixiante de la religión. Las características de esta etapa son la frecuencia de noticias y comentarios destinados a la salud de los trabajadores, así como la incorporación de textos científicos. Junto a los sanitarios militantes encontramos otros que compartieron la idea anarquista aunque centrados en el ámbito intelectual, como es el caso del eminente clínico Juan Madinaveitia Ortiz de Zárate (1861-1938).
b) Las aportaciones del neomaltusianismo y naturismo. A los elementos antes descritos, se unen, desde los inicios del siglo XX, otros dos que no son en sí mismos parte del pensamiento ácrata: de una parte, la aparición de textos y publicaciones específicas destinados a informar sobre el control de la natalidad. De otra el naturismo, como filosofía de la relación del hombre con la naturaleza, con implicaciones en la gestión directa de la salud. Un médico libertario destacado es el sevillano Pedro Vallina Martínez (1879-1970), que continuará activo hasta su muerte.
c) Durante la Dictadura de Primo de Rivera la represión sobre las actividades sindicales conllevó que se incida en los aspectos culturales del movimiento libertario, bajo el calificativo de eclécticos, en los que progresivamente se van incorporando otros aspectos como la nueva moral sexual y la eugenesia. En esta etapa hay que anotar la militancia de dos facultativos de gran interés, Isaac Puente Amestoy (1896-1936) y Juan Antonio Lorenzo Benito (1878-1938).
d) La Segunda República. En esta etapa, que adelantamos a 1929 con la creación del Sindicato Único de Sanidad e Higiene de Madrid, se constituyeron los de Cataluña, el más numeroso de todos, Zaragoza y Santiago. También se crean las primeras organizaciones asistenciales, no exentas de polémica, como la Mutua Obrera Sanitaria, de Madrid, y la Organización Sanitaria Obrera, de Barcelona. Los sanitarios más relevantes fueron Isaac Puente, cuyas ideas sobre el comunismo libertario se adoptaron en el Congreso de Zaragoza de 1936, y otros en sus respectivas confederaciones regionales: los hermanos Miguel José (1884-1936) y Augusto Moisés Alcrudo Solórzano (1892-1936) en Aragón; Pedro Vallina, en Andalucía y Extremadura; Javier Serrano Coello (1897-1974), en Cataluña; José Pardo Babarro (1911-1938), en Galicia; Emilio Navarro Beltrán (1898-1969), en Valencia; el químico Francisco Trigo Domínguez y el médico Mario Orive y Ontiveros (1883-¿19…?), en Madrid; la matrona Constantina Alcoceba (1899-1936), en Soria, o el facultativo Emilio Pedrero Mardones (1910-1937), en Valladolid.
e) La Revolución Social fue la etapa de las concreciones en el complejo contexto bélico. Con diferente grado en cada ámbito territorial, según la importancia de las organizaciones libertarias, se produjeron las grandes transformaciones sanitarias: comarcalización y generalización de la asistencia sanitaria, eliminación de la beneficencia, unión de la prevención y la asistencia, derecho al aborto, supresión de los colegios médicos, campañas preventivas… Los sanitarios más destacados son los médicos Félix Martí Ibáñez (1911-1972), Amparo Poch (1902-1968) y Juan Morata Cantón (1899-1994); entre los farmacéuticos, Manuel Esteban de la Iglesia (1901-1939); entre los practicantes, José Penido Iglesias (1895-1970), además de los sanitarios anteriores que no fueron asesinados por la represión franquista. Con todo, la obligatoriedad de sindicación y la generosidad de los anarcosindicalistas con los nuevos afiliados implican que hay que tener especial cautela al adscribir al pensamiento libertario a los sanitarios de la CNT en esta etapa
f) La etapa de resistencia, exilio, clandestinidad e, incluso, apoyo a la guerrillera, con la creación de algún organismo sanitario para ayudar a la organización del interior, como la polémica Mutua Ibérica, en Valencia. Cabe significar en estos años al médico José Pujol Grua (1903-1966), a los practicantes Manuel Fernández Fernández (1904-199?) y Manuel Guardiola Ausó (1907-¿19…?) y a las enfermeras Pura Pérez Benavent (1919-1995) y Conchita Guillén Bertolín (1919-2008).
En suma, un breve resumen con algunos nombres de los centenares de militantes libertarios que creyeron que la revolución social era la mejor terapéutica para una sociedad enferma.
Bibliografía
Girón, A. En la mesa con Darwin, 2005. CSIC, 2005. Masjuan, E. La ecología humana en el anarquismo ibérico. Icaria, 2000. Martí Boscà, J.V. Revolución y sanidad en España, 1931-1939. En: A.C. Alzina, 2006. Penalva, C (coords.). La rosa il·lustrada. Universitat d’Ala­cant, 2004. Roselló, J.M. La vuelta a la naturaleza. Virus editorial, 2003.
José Vte. Martí Boscà 
Extraído de Solidaridad Obrera. Centenario de la CNT: http://www.soliobrera.org/pdefs

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