La andadura de la
prensa sindical ha sufrido múltiples vicisitudes: represión, persecución y
exilio. A pesar de todo, hoy sigue editándose como herramienta de lucha.
JULIÁN VADILLO / REDACCIÓN
JUEVES 29 DE NOVIEMBRE DE 2012. NÚMERO 186
El 14 de noviembre de 1932 aparecía por primera vez en Madrid el
periódico CNT. Concebido
como “Órgano de expresión de la Confederación Nacional del Trabajo”, podía ser
uno más entre los miles de periódicos que los anarquistas editaron en España
(“si se juntan dos anarquistas hacen un periódico”, decían). Sin embargo, la
importancia del CNT estriba en otros aspectos. Era
el reflejo de una incipiente CNT madrileña, que con la proclamación de la
Segunda República había comido terreno a la que históricamente era la central
sindical de Madrid, la UGT. Sobre todo en dos sectores:
camareros y construcción, este último clave para los socialistas madrileños.
Igualmente, la nueva cabecera ganó protagonismo frente al que hasta
ese momento era el periódico de referencia de los libertarios y de la extrema
izquierda republicana: La
Tierra. Estamos ante un periódico de clara implantación madrileña, pues los
órganos por excelencia de los anarquistas de aquel momento son Solidaridad Obrera y Tierra
y Libertad. Su primer director fue el asturiano Avelino González Mallada y
era de tirada diaria. La temática del periódicoCNT durante
la República es muy clara: defensa de los valores del anarcosindicalismo y
denuncia de las políticas que el gobierno republicano-socialista está llevando,
que consideran insuficientes para la mejora de la clase obrera en España. En
sus páginas se pueden seguir todos los conflictos que surgen a lo largo de
1933, con especial atención a los sucesos de Casas Viejas o el llamamiento al
boicot electoral en noviembre de 1933. Muchas plumas que escribían para La Tierra pasan a ser colaboradores del
periódico confederal.
La victoria de la derecha en 1933 y las políticas regresivas que
comienzan a desarrollar desde entonces tienen una contestación en el diario. El
apoyo a los numerosos conflictos, como las huelgas de la construcción, de
camareros y la huelga general de octubre de 1934, se refleja en sus páginas. Y es
precisamente la represión generada tras la derrota de la huelga general de
octubre de 1934 lo que liquida la primera época del diario confederal. Podría haber acabado ahí
la historia del CNT. La
victoria del Frente Popular en febrero de 1936 no significó el regreso del
diario. Sin embargo, el golpe de Estado contra la
República el 18 de julio de 1936 animó a los libertarios madrileños a volver a
sacar nuevamente la cabecera. A partir del 24 de julio el
tabloide volvió a estar en las calles de Madrid, al incautar las rotativas del
diario ultraconservadorEl Siglo Futuro. Dirigido en ese momento por José
García Pradas, en sus páginas escribieron las plumas más importantes del
anarcosindicalismo español. No caminó en solitario el órgano confederal en
Madrid. En 1937 surgiría una nueva cabecera, Castilla
Libre. Y así, junto a otras como Campo
Libre o Frente Libertario, en formato
diario y con variación de páginas, el CNT fue fiel hasta el final de la Guerra
Civil.
Sobreviviendo al exilio
Pero la derrota de la Guerra Civil significó el exilio y la
represión para todos los integrantes del movimiento libertario. El CNT pasó a la clandestinidad. En un
momento complicado para la historia del anarquismo, en el que la contribución
de sangre en la lucha contra la dictadura fue enorme, surgieron multitud de
cabeceras con el título de CNT,
que duraban poco tiempo. A medida que caían los distintos comités nacionales de
la CNT, leer la prensa
confederal era más difícil. Aun así innumerables cabeceras recorrían las
ciudades españolas de forma clandestina. El CNT llegó
a tener una tirada de 12.000 ejemplares en 1945. Pero la
represión y la división en la que se vieron inmersos los libertarios hicieron
que poco a poco se fuera fragmentando su visibilidad, que aún en la década de
1960 era de gran importancia.
Junto a la edición clandestina en el interior, también se
desarrolló una edición en el exilio confederal. Pero las políticas del general
Charles de Gaulle, que tendieron a la represión contra las estructuras de las
organizaciones españolas exiliadas, hizo desaparecer el CNT, que pasó a denominarse Espoir, con sede en Toulouse.
Tras la muerte de Franco y la vuelta de parte de los exiliados,
la cabecera volvió a aparecer y cubrió las noticias más importantes del
anarcosindicalismo en aquellos momentos: el mitin de San Sebastián de los
Reyes, la legalización en mayo de 1977, el mitin de Montjuic, el caso Scala,
las jornadas y el V Congreso de 1979. La ruptura y escisión provocaron que se
publicase de forma irregular hasta la llegada de la década de 1990. Desde
entonces CNT tiene una periodicidad mensual
(durante un tiempo fue quincenal).
Las vicisitudes por las que pasó el periódico no son muy
distintas a las que se pasaron en otros periódicos de la época como Mundo Obrero, El Socialista,
Claridad, Nuestra bandera, etc. Muchos de ellos aun siguen existiendo, si
bien sus formatos han cambiado mucho.Mientras CNT continúa
siendo tal y como se concibió, el resto de publicaciones no han pasado de ser
boletines internos (como
el caso de El Socialista).
Quizá sólo Rojo y Negro de la CGT mantenga una línea similar. CC OO y
UGT tienen boletines internos que rara vez pasan más allá de sus afiliados (y a
veces ni eso). El CNT sigue manteniendo la esencia y aún se
puede localizar en algunos kioscos.
ILUSTRES
COLABORADORES
En sus páginas escribieron las plumas más
importantes del anarcosindicalismo. Lucia Sánchez Saornil (fundadora de Mujeres
Libres), Juan Gallego Crespo, Abraham Guillén o Eduardo de Guzmán, entre otros.
Incluso anarquistas internacionalmente conocidos como Emma Goldman o Rudolf
Rocker escribieron en sus páginas.
Pero destacamos a tres cronistas: Elías
García, fallecido en Córdoba en 1937, y que era cronista de los frentes del
sur, Manuel Zambruno Barrera (Nobruzán), que tuvo crónica casi diaria, y Mauro
Bajatierra Morán, con diferencia el mejor cronista de guerra del conflicto
civil español y una de las primeras víctimas del fascismo en Madrid en marzo de
1939. El periódico aglutinó durante ese período a los mejores fotógrafos, a
importantes poetas como Antonio Agraz o a dibujantes como Coq (Gallo) o Alejo.
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