En el verano de 1964 y con
18 años recién cumplidos, el anarquista escocés Stuart Christie viajó a España
desde su Escocia natal, escondiendo una carga de explosivos bajo su ropa y con
una misión: matar a Franco y cambiar así el rumbo de la historia española. Su
temprana obsesión con el dictador había nacido algunos años antes, en los
albores de su adolescencia, cuando sus familiares y su círculo de amigos
adultos nutrían sus reuniones con anécdotas sobre la Guerra Civil y las
Brigadas Internacionales en las que muchos de ellos habían participado. Pero
quien más influyó en su vocación anarquista y antifranquista no fue ninguno de
estos ex combatientes, sino una figura mucho más fuerte y determinante en el
ideario de Christie: su abuela. « Básicamente, lo que ella hizo fue proveerme
de un barómetro moral en el que se fusionaban el socialismo libertario y el
anarquismo. Ella me dio la estrella que siempre seguí». Siempre guiado por su
curiosa musa inspiradora, Christie comenzaría a contactar con algunos exiliados
de la España franquista. En agosto de 1964, cuando su mundo aún no se extendía
más allá del sur de Inglaterra, Christie recibió instrucciones para cumplir con
su primera misión internacional. Y así comenzó un viaje lleno de insólitas
peripecias, que acabó de una manera ciertamente insospechada por su
protagonista.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario