Federica Montseny nace en Madrid el 12 de febrero de 1905, a
causa del destierro sufrido por sus padres tras el Proceso de Montjuïc en 1898.
Su padre fue el famoso publicista anarquista Federico Urales y su madre la no
menos famosa Soledad Gustavo, abanderada del feminismo libertario español.
Ambos eran escritores y propagandistas anarquistas.
Federica fue la pequeña y
cuarta hija del matrimonio. La precedieron tres hermanos, dos chicas y un
chico. Siendo muy jóvenes, murieron su hermano y una de sus hermanas. A pesar
de las dificultades por las que tuvo que pasar su familia, Federica reconocería
que su infancia fue feliz.
Debido a la defensa que sus
padres hacía de sus ideales sociales, su vida siempre transcurrió en el campo,
rodeada de gallinas, vacas y patos. Cultivaban la tierra y tanto ella como su
hermana eran educadas en el propio hogar. Su madre, maestra titulada, les
enseñaba a leer y escribir según sus criterios ideológicos en contacto con la
naturaleza. Las normas son estrictas, la higiene corporal y la gimnasia
requeridas. La enseñanza iba acompañada de largos paseos campestres durante los
cuales se realizaban prácticas de botánica y geología.
Federica gozaba de libertad
para acceder a la biblioteca familiar y ella misma escogía sus lecturas. Poco a
poco se va impregnando de la moral libertaria que rige la casa familiar.
En 1913 los Montseny son de
nuevo desterrados, abandonando Madrid e instalándose en las afueras de
Barcelona, en Horta concretamente. Pasados los años de adolescencia, Federica
comienza a asistir a unos cursos de la Facultad de Letras de la Universidad de
Barcelona y a una escuela de idiomas mientras ayuda a sus padres en la edición
editorial.
Comienza a colaborar en
revistas ácratas del momento, como 'La Novela Roja', 'Nueva Senda' o 'Acción
Social Obrera'. Anima a su padre a sacar la segunda época de la 'Revista
Blanca', que comienza a publicarse quincenalmente. También salen a la luz 'La
Novela Ideal', de edición semanal o 'La Novela Libre' de periodicidad mensual.
Asimismo, colabora sistemáticamente como redactora en 'Solidaridad Obrera'.
Publica su primera novela en
1927, titulada 'La Victoria'. En ella plantea la liberación de la mujer
renunciando a formar una pareja. Escribió una segunda parte titulada 'El Hijo
de Clara'(1929), donde mantiene la opinión de renuncia al hombre, pero no al
hijo. En estos años Federica escribe innumerables novelas cortas, que se
publicaran en 'La Novela Ideal' o en 'La Novela Libre'.
Se afilió a la CNT y al
Sindicato de Intelectuales y Profesiones Liberales de Barcelona, desde donde
desarrolló una larga y profunda campaña de denuncia de la situación de la clase
obrera. Sus conferencias en los Ateneos y Sindicatos se contabilizan por
cientos. Su verbo cálido y vibrante hace de ella una gran oradora.
Durante una de sus visitas a su
padre en la cárcel, conoció a un compañero también detenido, Germinal Egleas.
En 1930 unirían sus vidas y en 1933 nace su primera hija, una niña bautizada
con el nombre de Vida.
Los años de la República son
años de gran agitación social en los que Federica se convierte en una de las
personalidades libertarias más importantes. Sus intervenciones se multiplican,
sus artículos se leen con pasión y sus discusiones con otros libertarios son
seguidas con gran interés.
El estallido de la guerra como
consecuencia de la sublevación militar, lanza a Federica a un activismo que no
decayó en ningún momento hasta el final de sus días. A comienzos de julio de
1936 ingresa en la FAI (Federación Anarquista Ibérica), donde ocuparía
rápidamente puestos de responsabilidad en el Comité Peninsular.
En noviembre de 1936, el
gobierno de Largo Caballero, ante la situación de dificultad que atravesaba la
República con el ejército sublevado cercando Madrid, ofrece a la CNT y a la FAI
entrar a formar parte del Gobierno con cuatro carteras ministeriales. Muchas
fueron las discusiones en el seno del movimiento libertario antes de tomar una
decisión, que finalmente fue positiva.
Federica fue nombrada titular
del llamado Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, junto a sus otros tres
compañeros que ocuparían el resto de carteras ministeriales: Juan Peiro, Garcia
Oliver y Juan López. Se convierte así en la primera mujer que alcanza un cargo
ministerial en la historia de Europa.
En los escasos meses que ocupó
el ministerio, Federica Montseny se rodeó de un plantel de colaboradores
magnífico, formado por Mercedes Maestro de UGT como subsecretaria de Sanidad,
la doctora Amparo Poch y Gastón como directora de Asistencia Social o el doctor
Maestre Puig.
Se crearon las Casas de Reposo
para combatientes, los hogares infantiles, los liberatorios de la prostitución,
las casas de solidaridad, las casas para ciegos, y lo que sin duda fue más
importante: la aprobación de una ley sobre el "derecho a la interrupcion
artificial del embarazo". España permitía así el aborto muchos años antes
que ningún país del mundo. La labor de Federica al frente del ministerio no
sería, sin embargo, todo lo eficaz que ella hubiera deseado.
En el mes de mayo de 1937
dimite el gobierno de Largo Caballero y por consiguiente los ministros
libertarios, como consecuencia de los sucesos de mayo en Barcelona. Federica
vuelve a sus ocupaciones anteriores en el Comité Nacional de la CNT. Al igual
que hizo siendo ministra, regresó a Madrid a pesar de recibir órdenes de
establecerse en Valencia. Se estableció en el Ministerio de la Guerra, junto al
General Miaja y Margarita Nelken. Alli permaneció en los sótanos del edificio.
Recorría las trincheras y animaba al pueblo de Madrid a resistir ante el
ejército rebelde. Su voz se escucha desde la radio y los combatientes vibraban
con ella. Son meses frenéticos, que desembocan en su huida a Francia ante la
inminente caída de Cataluña en manos del ejército franquista.
En febrero de 1939 escapa hacia
la frontera francesa con sus dos hijos y su madre enferma, la cual moriría nada
más pasar la frontera. Su padre, Federico Urales, es encerrado en la cárcel, al
declararse anarquista y su compañero Germinal Egleas, es internado en un campo
de concentración. Federica consigue sacar a su padre de la cárcel e internarle
en una residencia de ancianos. Después de infinidad de peripecias, logra
reunirse la familia, pero las autoridades colaboracionistas francesas la
someten a juicio para responder a la petición de extradición del gobierno
español. Se salva de ella al estar esperando un hijo, una niña a la que llamará
Blanca.
Instalada definitivamente en
Toulouse, como tantos y tantos exiliados españoles, siguió trabajando por sus
ideales, publicando y dirigiendo periódicos como 'Espoir'.
Tras la muerte de Franco y
después de la legalización de la CNT, volvió esporádicamente a España, donde se
dirigió de nuevo como oradora a las muchedumbres, que esperaban escuchar a la
luchadora de siempre.
En 1987 publica sus memorias
'Mis primeros cuarenta años'. En ellas habla de sí misma y de sus compañeros,
que encarnan a miles de luchadores anónimos, sin los cuales no se hubiera
podido escribir y realizar la primera revolución genuinamente popular que el
mundo moderno ha conocido y que se llevó a cabo durante la Guerra Civil
Española. Sin duda, esa ha sido la gran aportación que los libertarios
españoles legaron a la historia social de Europa.
Federica Montseny Mañé falleció
el 14 de enero de 1994 en Toulouse, Francia.
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