Antonio Orejudo, en Público
Viñeta: El Roto
Según Chomsky, la primera regla del perfecto manipulador de masas dice que para aplicar sin contestación social una medida impopular primero hay que crear un problema y a continuación enunciar esa medida como si fuera la única solución. Por ejemplo: si tú quieres reformar un mercado laboral, provoca una crisis económica y vende esa reforma como única salida. La gente acabará suplicándote que le recortes sus derechos.
Para aplicar una segunda medida impopular, el Manual del Perfecto Manipulador de Masas recomienda diferirla, anticiparla, decir cosas como “Ojalá no sea necesario reformar el sistema de pensiones, pero si es necesario lo haré”. Pasados unos meses refórmalo. Refórmalo sin miedo. Está demostrado que la anticipación mitiga el dolor y evita la contestación.
Si lo que va a aplicarse es una batería de medidas, jamás las anuncies de golpe. Si quieres acabar con el Estado del bienestar, primero baja los sueldos. Semanas después aprueba el despido libre. Y meses más tarde reforma las pensiones. Si lo haces escalonadamente, podrás abolir sin contestación en la calle todos los servicios sociales que te dé la gana. Puedes incluso decretar un estado de alarma, militarizar un servicio, el que quieras, y luego prologar esa situación el tiempo que te apetezca, como en una dictadura. Te garantizo que la gente lo aceptará sin rechistar.
Antes, como es natural, tienes que haberte trabajado una televisión infame que entretenga con sus deportes y su doping y que conforme las conductas. Y no te olvides de la enseñanza pública: por favor que sea lo más ineficaz posible para que la mayoría de la gente —la gente que quita y pone rey— se mantenga en un lamentable estado de infantilismo y mediocridad.
Según Chomsky, la primera regla del perfecto manipulador de masas dice que para aplicar sin contestación social una medida impopular primero hay que crear un problema y a continuación enunciar esa medida como si fuera la única solución. Por ejemplo: si tú quieres reformar un mercado laboral, provoca una crisis económica y vende esa reforma como única salida. La gente acabará suplicándote que le recortes sus derechos.
Para aplicar una segunda medida impopular, el Manual del Perfecto Manipulador de Masas recomienda diferirla, anticiparla, decir cosas como “Ojalá no sea necesario reformar el sistema de pensiones, pero si es necesario lo haré”. Pasados unos meses refórmalo. Refórmalo sin miedo. Está demostrado que la anticipación mitiga el dolor y evita la contestación.
Si lo que va a aplicarse es una batería de medidas, jamás las anuncies de golpe. Si quieres acabar con el Estado del bienestar, primero baja los sueldos. Semanas después aprueba el despido libre. Y meses más tarde reforma las pensiones. Si lo haces escalonadamente, podrás abolir sin contestación en la calle todos los servicios sociales que te dé la gana. Puedes incluso decretar un estado de alarma, militarizar un servicio, el que quieras, y luego prologar esa situación el tiempo que te apetezca, como en una dictadura. Te garantizo que la gente lo aceptará sin rechistar.
Antes, como es natural, tienes que haberte trabajado una televisión infame que entretenga con sus deportes y su doping y que conforme las conductas. Y no te olvides de la enseñanza pública: por favor que sea lo más ineficaz posible para que la mayoría de la gente —la gente que quita y pone rey— se mantenga en un lamentable estado de infantilismo y mediocridad.
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