La
foto de una mujer amamantando a su hijo, con un fusil terciado al hombro, dio
la vuelta al mundo en la década de los 80. Los grupos de solidaridad la usaron
como la imagen de la revolución sandinista.
Un fusil AK-47
colgado del brazo y un bebé pegado a su pecho, amamantándolo en pleno acto
público, captó la atención del fotógrafo Orlando G. Valenzuela en 1984. Así
nació una foto, tierna pero determinante, que hizo de Blanca López Hernández la
imagen de la Campaña Mundial de Solidaridad con Nicaragua en la década de los
80. Después de esa foto, sin embargo, de ella no se supo más nada.
“No recuerdo quién
le puso el nombre de miliciana de Waswalito, lo cierto que así se empezó a
conocer esa foto que pronto se hizo famosa. Se decía que así era la revolución,
joven, optimista, pero dispuesta a defender con las armas a sus hijos”,
recuerda Valenzuela, el reportero gráfico.
El tiempo
deterioró la imagen de Blanca. De ella sólo ha quedado la sonrisa franca y
recuerdos. Han pasado 36 años desde que la lente de Valenzuela capturara el
momento en que Blanca recibía un fusil AK-47 en El Naranjo, amamantando a su
hijo José Antonio López Pérez.
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