sábado, 16 de noviembre de 2019

El 15 de noviembre de 1781 asesinaban a TÚPAC KATARI.




” A mí solo me matarán…, pero mañana volveré y seré millones”
En 1781 en la ciudad de La Paz es ejecutado el líder indígena boliviano Túpac Katari, por desmembramiento, igual que el líder Túpac Amaru el 18 de mayo de ese año. Antes de morir gritó: «Me matan a mí solo, pero volveré y seré millones»

Julián Apaza Nina, más conocido como Túpac Katari, Túpaj Katari, o simplemente Katari nació en Ayo Ayo, provincia de Sica Sica, Virreinato del Perú, en 1750 y fue asesinado en  La Paz, el 15 de noviembre de 1781, fue un caudillo de etnia aimara, hijo de un minero que murió como mitayo en las minas de Potosí.
El día en que nació Julián Apaza, los comunarios aymaras vieron admirados que dos hermosos y enormes mallkus (cóndor) bajaron a Sullkawi en Sica Sica, y se posaron en las montañas cercanas, uno de los cóndores representaba a la Nación aymara y otro a la Nación Quechua.
Su madre Marcela Nina salió con la wawa (su hijo) para mostrarle a la Pachamama, y su padre Nicolás Apaza señaló a una enorme serpiente que levantaba la cabeza. Admirados pero sin miedo vieron que la serpiente saludaba al niño, entonces supieron que Julián sería importante para los pueblos aymara y quechua.
Luego de quedar huérfano en su adolescencia comenzó a servir como ayudante de cura, convirtiéndose en campanero gracias a su tío Manuel, curaca de una comunidad vecina a Ayo Ayo, llegando a ser campanero oficial de la iglesia del poblado.
Posteriormente trabajó dos años como peón en la mina de San Cristóbal, de Oruro, al principio como barretero y luego acarreando trozos de mineral. Allí conoció el sufrimiento de otros indígenas y comenzó a proclamar la necesidad de rebelarse.
Se trasladó a Sica Sica donde trabajó como panadero y donde vio un hermoso aguayo hecho con la habilidad de los antiguos y cuando preguntó​ quien lo había hecho le mostraron a una joven muy bella llamada Bartolina Sisa a la cual amaría toda su vida y con la cual se casó.
En 1772, ya casados, tuvieron el primero de sus cuatro hijos :tres varones y una niña. Más tarde fue comerciante trajinante minorista hasta La Paz, estudiando la forma de pensar de los indígenas, mestizos y cholos, observando especialmente su descontento creciente ante la explotación colonial.​
Fue apoyado en su lucha por su esposa , Bartolina Sisa y su hermana menor Gregoria Apaza. Adoptó el seudónimo de Túpac Katari en homenaje al cacique-Inca rebelde Túpac Amaru II (1738-1781) que se levantó en Cuzco y Tomás Catari (1740-1781), cacique de Chayanta. Julián Apaza alias Túpac Katari, como caudillo rebelde de las tropas de la etnia aymara, se alió parcialmente e hizo frente a la supremacía quechua.
Su autoridad se hacía explícita en su nombre (amaru: serpiente en quechua; catari: serpiente en aymara). Su rebelión tuvo características muy particulares y diferencias notables con la de Túpac Amaru II.
A pesar de encontrar cierta resistencia, la facción quechua tuvo desde el principio control sobre la facción aymara, liderada por Túpac Catari.
Diego Cristóbal Túpac Amaru se había disgustado frente a las pretensiones de éste de actuar como virrey de Túpac Amaru II, aunque finalmente fue aceptado como gobernador, particularmente por sus conocimientos del territorio, sus contactos personales y su ascendiente sobre la masa indígena. Túpac Catari utilizó a sus parientes, para que lo ayudaran y ocuparan los puestos directivos.
De igual forma utilizó el sistema de colaboración mutua entre parientes, y los vínculos creados por el compadrazgo. El líder utilizó su experiencia como trajinante de coca y bayetas, para organizar junto a sus parientes un comercio clandestino de coca y vino, cuyas ganancias fueron empleadas para financiar el movimiento rebelde y abastecer las tropas del Alto Perú.
Sus conexiones familiares sirvieron tanto para reclutar tropas como para organizar el apoyo económico del movimiento, de igual manera que lo hizo Túpac Amaru II con sus parientes arrieros. Un elemento diferencial importante derivado de las diferentes posiciones sociales de ambos líderes, fue que si Túpac Amaru II ejerció un control vertical sobre su movimiento a través de su política de cambiar caciques y alcaldes indígenas en las provincias que llegó a controlar, Túpac Catari no pudo imponer verticalmente su autoridad, dejando que los caciques fueran propuestos por las comunidades indígenas.
Tal diferencia se debería a que Túpac Amaru II era parcialmente reconocido como integrante de la nobleza indígena y tenía la posibilidad de pedir apoyo económico y político a los caciques vecinos, mientras que Túpac Catari carecía de ese privilegio, necesitando recurrir a las comunidades locales para garantizar el control de la rebelión aymara. Ello también explicaría la violenta reacción de Túpac Catari frente a los privilegios y la colaboración con los españoles de algunos caciques, llegando a ejecutar a alguno de ellos.
Otra diferencia fue la de que, si en la fase quechua los criollos participaron como armeros, escribanos y asesores, en la fase aymara su peso social disminuyó notablemente en número e importancia, siendo casi inexistente.
Ni Túpac Catari, ni Miguel Bastidas, hermano de la esposa de Túpac Amaru, sabían leer ni escribir, y sus escribanos o amanuenses fueron generalmente mestizos. El alejamiento de los criollos del movimiento rebelde se debió particularmente al aumento creciente de la violencia, y a los reiterados ataques de parte de los indígenas a los intereses económicos y privilegios que poseían aquéllos en haciendas, minas y obrajes.
Como indígena puro, Túpac Catari desarrolló una política mucho más radical respecto a los criollos, considerándolos blancos y prescindiendo de su apoyo en el Alto Perú. Sin embargo, fue capaz de establecer alianzas con mestizos, mulatos y negros, quienes participaron en su ejército.
Además, en las tropas aymaras surgió un fuerte sentimiento antiespañol y anticriollo, por lo tanto antiblanco, dando lugar a una auténtica guerra étnica, intentando incluso abandonar toda costumbre europea, regresando a las pautas indígenas precolombinas.
Julián Apaza aprovechó las condiciones que se dieron en el Alto Perú con la sublevación de los Katari, cuando el día 13 de marzo los paceños se vieron forzados a defender su amada ciudad ante el asalto de los indígenas, que al no poder tomar la ciudad la sitiaron. Julián Apaza con el nombre de guerra de Túpac Katari levantó una gran tienda de lona en la Ceja de El Alto, que era visible desde el valle de Chuquiapu.
Donde le proclamaron y firmó como Inca Rey de los Aymaras y lanzó una proclama que decía: Así lo declaró el 19 de marzo de 1781, un cañari que convocó a todos los indios del común de Tiquina en nombre de Túpac Catari, diciendo: {{Cita|Manda el Soberano Inca Rey de los Aymaras, que pasen a cuchillo a todos los corregidores, sus ministros y caciques, cobradores y demás dependientes.
Como asimismo a todos los chapetones, criollos mujeres, niños de ambos sexos y toda persona que parezca ser española o lo sea, o que a lo menos esté vestida a imitación de tales españoles. Y que si esta especie de gentes se favoreciesen en algún sagrado o sagrados y algún cura u otra cualesquier personas impidiese o defendiesen el fin primario de degollarlas, también se atropelle por todo, ya pasando a cuchillo a los sacerdotes y ya quemando las Iglesias.
En cuyos términos que tampoco oyesen misas, ni se confesasen, ni menos diesen adoración al Santísimo Sacramento (…) así mismo no tuviesen los indios sus consultas en otros lugares que no fuesen los cerros, procurando no comer pan, ni beber agua de las pilas o estanques, sino enteramente separarse de todas las costumbres de los españoles.
Durante marzo de 1781, las fuerzas quechuas de Azángaro cooperaron con las fuerzas aymaras de Chucuito para expulsar a los españoles de Puno, aunque los tupamaristas comenzaron a enfrentarse a los cataristas, más populares y radicales. Y en los meses que siguieron a la captura y ejecución de José Gabriel Túpac Amaru, pudo observarse escasa cooperación entre quechuas y aymaras, rivalizando ambas facciones por dominar el Alto Perú. Durante el segundo sitio de La Paz, los indios de Carabaya lucharon al lado de los quechuas, mientras que los de Pacajes lo hacían con los aymaras.
Orellana comunicó a las autoridades de Arequipa que las fuerzas rebeldes se hallaban profundamente divididas, reconociendo como su rey a Túpac Amaru II o a Túpac Catari, nunca a ambos conjuntamente.
Durante el sitio de Puno, los comandantes tupamaristas Andrés Quispe y Juan de Dios Mullpuraca pusieron en claro que sólo aceptaban órdenes de Diego Cristóbal Túpac Amaru e inicialmente no apoyaron las demandas aymaras para la abolición del tributo y la mita. Cuando se convirtió en jefe de la rebelión, la situación se agravó al empeñarse en que las fuerzas aymaras izaran su bandera y sólo permitir a Túpac Catari ocupar un cargo de tercer nivel, aunque tuvo la prudencia de reconocer la autonomía de las provincias aymaras. Por eso, cuando en agosto los tupamaristas se unieron al sitio de La Paz, bajo el mando de Andrés Túpac Amaru y Miguel Bastidas, las diferencias se hicieron palpables con la separación de los acantonamientos militares; lo que también recordaba que la organización catarista estaba gobernada por representantes de los 24 cabildos indígenas de La Paz, mientras que los tupamaristas estaban bajo el mando de élites indígenas y de ladinos.
Durante los meses que precedieron a la llegada del coronel José de Reseguín desde Buenos Aires, ambos bandos apenas mantuvieron relación entre sí, entre otras razones, porque -según los historiadores- Túpac Catari se había vuelto irracional y caprichoso al entregarse con asiduidad a la bebida, consultando oráculos sobre el futuro y mandando ejecutar a quien no pudiera demostrar que era aymara, usurpándole sus tierras.
Como parte del levantamiento, Túpac Katari formó un ejército de cuarenta mil hombres y cercó dos veces por un tiempo en 1781 la ciudad española de La Paz, pero los dos intentos terminaron en fracaso por maniobras políticas y militares de los españoles, así como alianzas con líderes indígenas contrarios a Túpac Katari. Finalmente todos los cabecillas de la rebelión fueron apresados y ejecutados, incluida su esposa, Bartolina Sisa, y su hermana, Gregoria Apaza.
Este levantamiento indígena de finales del siglo XVIII fue el más extenso geográficamente y con mayor apoyo. Los virreinatos afectados necesitaron dos años para sofocarlo.
Los rebeldes asediaron la ciudad de La Paz desde el 13 de marzo de 1781 durante ciento nueve días sin éxito, debido a la resistencia y al apoyo de tropas mandadas desde Buenos Aires.
En ese contexto el virrey Agustín de Jáuregui aprovechó la baja moral de los rebeldes para ofrecer amnistía a los que se rindieran, lo cual dio muchos frutos, incluyendo algunos líderes del movimiento. Túpac Katari, que no había aceptado la amnistía y se dirigió a Achacachi para reorganizar sus fuerzas dispersas, fue traicionado por algunos de sus seguidores y apresado por los españoles en la noche del 9 de noviembre de 1781.
Durante el segundo cerco se unió a los rebeldes túpackataristas, Andrés Túpac Amaru, sobrino de Túpac Amaru II y vinculado sentimentalmente a Gregoria Apaza, hermana menor de Túpac Katari.
Como recompensa moral de los esfuerzos y sacrificios que tuvieron que soportar los españoles de la ciudad de La Paz, por cédula real del 20 de mayo de 1784, a la ciudad de La Paz le fue otorgada el título de “noble, valerosa y fiel”.
En el Alto Perú, un traidor entregó a los españoles en Chayanta al cacique sublevado Tomás Katari, pero cuando lo conducían a La Plata para ser juzgado​ lo arrojaron por un barranco y lo mataron. Como venganza por el asesinato de su cacique, la sublevación se extendió aún más ese mismo mes de diciembre y otro miembro de la familia, Dámaso Katari, llevó a cabo una matanza de mineros y españoles en la zona, y se dirigió con miles de aymaras a sitiar de nuevo la ciudad de La Plata, donde Ignacio Flores, Paula Sanz, también compañero de la expedición, y otros militares españoles y las milicias de la ciudad, intentaban seguir resistiendo.​
Francisco Tadeo Diez de Medina, el juez quien lo condenó a morir descuartizado, en su sentencia dijo:
“Ni al rey ni al estado conviene, quede semilla, o raza de éste o de todo Tupaj Amaru y Tupaj Katari por el mucho ruido e impresión que este maldito nombre ha hecho en los naturales… Porque de lo contrario, quedaría un fermento perpetuo…”
Se le atribuye a Tupac Katari, antes de morir ejecutado, haber mencionado las frases célebres:
” A mí solo me matarán…, pero mañana volveré y seré millones”
(en idioma aymara):
Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, waranqa, waranqanakaw tukutaw kut’anipxani….
Túpac Katari y su esposa Bartolina Sisa son muy populares en Bolivia. Su nombre de guerra, Túpac Katari, como su verdadero nombre, Julián Apaza, se han utilizado como parte del nombre de partidos políticos, grupos guerrilleros, sindicatos, escuelas e incluso como primer nombre de personas.



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