” A mí solo me matarán…, pero mañana volveré y seré
millones”
En 1781 en la ciudad de La Paz es ejecutado el líder
indígena boliviano Túpac Katari, por desmembramiento, igual que el líder Túpac
Amaru el 18 de mayo de ese año. Antes de morir gritó: «Me matan a mí solo, pero
volveré y seré millones»
Julián Apaza Nina, más conocido como Túpac
Katari, Túpaj Katari, o simplemente Katari nació en Ayo Ayo, provincia de Sica
Sica, Virreinato del Perú, en 1750 y fue asesinado en La Paz, el 15 de
noviembre de 1781, fue un caudillo de etnia aimara, hijo de un minero que murió
como mitayo en las minas de Potosí.
El día en que nació Julián Apaza, los
comunarios aymaras vieron admirados que dos hermosos y enormes mallkus (cóndor)
bajaron a Sullkawi en Sica Sica, y se posaron en las montañas cercanas, uno de
los cóndores representaba a la Nación aymara y otro a la Nación Quechua.
Su madre Marcela Nina salió con la wawa
(su hijo) para mostrarle a la Pachamama, y su padre Nicolás Apaza señaló a una
enorme serpiente que levantaba la cabeza. Admirados pero sin miedo vieron que
la serpiente saludaba al niño, entonces supieron que Julián sería importante
para los pueblos aymara y quechua.
Luego de quedar huérfano en su
adolescencia comenzó a servir como ayudante de cura, convirtiéndose en
campanero gracias a su tío Manuel, curaca de una comunidad vecina a Ayo Ayo,
llegando a ser campanero oficial de la iglesia del poblado.
Posteriormente trabajó dos años como peón
en la mina de San Cristóbal, de Oruro, al principio como barretero y luego
acarreando trozos de mineral. Allí conoció el sufrimiento de otros indígenas y
comenzó a proclamar la necesidad de rebelarse.
Se trasladó a Sica Sica donde trabajó como
panadero y donde vio un hermoso aguayo hecho con la habilidad de los antiguos y
cuando preguntó quien lo había hecho le mostraron a una
joven muy bella llamada Bartolina Sisa a la cual amaría toda su vida y con la
cual se casó.
En 1772, ya casados, tuvieron el primero
de sus cuatro hijos :tres varones y una niña. Más tarde fue comerciante trajinante
minorista hasta La Paz, estudiando la forma de pensar de los indígenas,
mestizos y cholos, observando especialmente su descontento creciente ante la
explotación colonial.
Fue apoyado en su lucha por su esposa ,
Bartolina Sisa y su hermana menor Gregoria Apaza. Adoptó el seudónimo de Túpac
Katari en homenaje al cacique-Inca rebelde Túpac Amaru II (1738-1781) que se
levantó en Cuzco y Tomás Catari (1740-1781), cacique de Chayanta. Julián Apaza
alias Túpac Katari, como caudillo rebelde de las tropas de la etnia aymara, se
alió parcialmente e hizo frente a la supremacía quechua.
Su autoridad se hacía explícita en su
nombre (amaru: serpiente en quechua; catari: serpiente en aymara). Su rebelión
tuvo características muy particulares y diferencias notables con la de Túpac
Amaru II.
A pesar de encontrar cierta resistencia,
la facción quechua tuvo desde el principio control sobre la facción aymara,
liderada por Túpac Catari.
Diego Cristóbal Túpac Amaru se había
disgustado frente a las pretensiones de éste de actuar como virrey de Túpac
Amaru II, aunque finalmente fue aceptado como gobernador, particularmente por
sus conocimientos del territorio, sus contactos personales y su ascendiente
sobre la masa indígena. Túpac Catari utilizó a sus parientes, para que lo
ayudaran y ocuparan los puestos directivos.
De igual forma utilizó el sistema de
colaboración mutua entre parientes, y los vínculos creados por el compadrazgo.
El líder utilizó su experiencia como trajinante de coca y bayetas, para
organizar junto a sus parientes un comercio clandestino de coca y vino, cuyas
ganancias fueron empleadas para financiar el movimiento rebelde y abastecer las
tropas del Alto Perú.
Sus conexiones familiares sirvieron tanto
para reclutar tropas como para organizar el apoyo económico del movimiento, de
igual manera que lo hizo Túpac Amaru II con sus parientes arrieros. Un elemento
diferencial importante derivado de las diferentes posiciones sociales de ambos
líderes, fue que si Túpac Amaru II ejerció un control vertical sobre su movimiento
a través de su política de cambiar caciques y alcaldes indígenas en las
provincias que llegó a controlar, Túpac Catari no pudo imponer
verticalmente su autoridad, dejando que los caciques fueran propuestos por las
comunidades indígenas.
Tal diferencia se debería a que Túpac
Amaru II era parcialmente reconocido como integrante de la nobleza indígena y
tenía la posibilidad de pedir apoyo económico y político a los caciques
vecinos, mientras que Túpac Catari carecía de ese privilegio, necesitando recurrir
a las comunidades locales para garantizar el control de la rebelión aymara.
Ello también explicaría la violenta reacción de Túpac Catari frente a los
privilegios y la colaboración con los españoles de algunos caciques, llegando a
ejecutar a alguno de ellos.
Otra diferencia fue la de que, si en la
fase quechua los criollos participaron como armeros, escribanos y asesores, en
la fase aymara su peso social disminuyó notablemente en número e importancia,
siendo casi inexistente.
Ni Túpac Catari, ni Miguel Bastidas,
hermano de la esposa de Túpac Amaru, sabían leer ni escribir, y sus escribanos
o amanuenses fueron generalmente mestizos. El alejamiento de los criollos del
movimiento rebelde se debió particularmente al aumento creciente de la
violencia, y a los reiterados ataques de parte de los indígenas a los intereses
económicos y privilegios que poseían aquéllos en haciendas, minas y obrajes.
Como indígena puro, Túpac Catari
desarrolló una política mucho más radical respecto a los criollos,
considerándolos blancos y prescindiendo de su apoyo en el Alto Perú. Sin
embargo, fue capaz de establecer alianzas con mestizos, mulatos y negros,
quienes participaron en su ejército.
Además, en las tropas aymaras surgió un
fuerte sentimiento antiespañol y anticriollo, por lo tanto antiblanco, dando
lugar a una auténtica guerra étnica, intentando incluso abandonar toda
costumbre europea, regresando a las pautas indígenas precolombinas.
Julián Apaza aprovechó las condiciones que
se dieron en el Alto Perú con la sublevación de los Katari, cuando el día 13 de
marzo los paceños se vieron forzados a defender su amada ciudad ante el asalto
de los indígenas, que al no poder tomar la ciudad la sitiaron. Julián Apaza con
el nombre de guerra de Túpac Katari levantó una gran tienda de lona en la Ceja
de El Alto, que era visible desde el valle de Chuquiapu.
Donde le proclamaron y firmó como Inca Rey
de los Aymaras y lanzó una proclama que decía: Así lo declaró el 19 de
marzo de 1781, un cañari que convocó a todos los indios del común de Tiquina en
nombre de Túpac Catari, diciendo: {{Cita|Manda el Soberano Inca Rey de los
Aymaras, que pasen a cuchillo a todos los corregidores, sus ministros y
caciques, cobradores y demás dependientes.
Como asimismo a todos los chapetones,
criollos mujeres, niños de ambos sexos y toda persona que parezca ser española
o lo sea, o que a lo menos esté vestida a imitación de tales españoles. Y que
si esta especie de gentes se favoreciesen en algún sagrado o sagrados y algún
cura u otra cualesquier personas impidiese o defendiesen el fin primario de
degollarlas, también se atropelle por todo, ya pasando a cuchillo a los
sacerdotes y ya quemando las Iglesias.
En cuyos términos que tampoco oyesen
misas, ni se confesasen, ni menos diesen adoración al Santísimo Sacramento (…)
así mismo no tuviesen los indios sus consultas en otros lugares que no fuesen
los cerros, procurando no comer pan, ni beber agua de las pilas o estanques,
sino enteramente separarse de todas las costumbres de los españoles.
Durante marzo de 1781, las fuerzas
quechuas de Azángaro cooperaron con las fuerzas aymaras de Chucuito para
expulsar a los españoles de Puno, aunque los tupamaristas comenzaron a
enfrentarse a los cataristas, más populares y radicales. Y en los meses que
siguieron a la captura y ejecución de José Gabriel Túpac Amaru, pudo observarse
escasa cooperación entre quechuas y aymaras, rivalizando ambas facciones por
dominar el Alto Perú. Durante el segundo sitio de La Paz, los indios de
Carabaya lucharon al lado de los quechuas, mientras que los de Pacajes lo
hacían con los aymaras.
Orellana comunicó a las autoridades de
Arequipa que las fuerzas rebeldes se hallaban profundamente divididas,
reconociendo como su rey a Túpac Amaru II o a Túpac Catari, nunca a ambos
conjuntamente.
Durante el sitio de Puno, los comandantes
tupamaristas Andrés Quispe y Juan de Dios Mullpuraca pusieron en claro que sólo
aceptaban órdenes de Diego Cristóbal Túpac Amaru e inicialmente no apoyaron las
demandas aymaras para la abolición del tributo y la mita. Cuando se convirtió
en jefe de la rebelión, la situación se agravó al empeñarse en que las fuerzas
aymaras izaran su bandera y sólo permitir a Túpac Catari ocupar un cargo de
tercer nivel, aunque tuvo la prudencia de reconocer la autonomía de las
provincias aymaras. Por eso, cuando en agosto los tupamaristas se unieron al
sitio de La Paz, bajo el mando de Andrés Túpac Amaru y Miguel Bastidas, las
diferencias se hicieron palpables con la separación de los acantonamientos
militares; lo que también recordaba que la organización catarista estaba
gobernada por representantes de los 24 cabildos indígenas de La Paz, mientras
que los tupamaristas estaban bajo el mando de élites indígenas y de ladinos.
Durante los meses que precedieron a la
llegada del coronel José de Reseguín desde Buenos Aires, ambos bandos apenas
mantuvieron relación entre sí, entre otras razones, porque -según los
historiadores- Túpac Catari se había vuelto irracional y caprichoso al
entregarse con asiduidad a la bebida, consultando oráculos sobre el futuro y
mandando ejecutar a quien no pudiera demostrar que era aymara, usurpándole sus
tierras.
Como parte del levantamiento, Túpac Katari
formó un ejército de cuarenta mil hombres y cercó dos veces por un tiempo en
1781 la ciudad española de La Paz, pero los dos intentos terminaron en fracaso
por maniobras políticas y militares de los españoles, así como alianzas con
líderes indígenas contrarios a Túpac Katari. Finalmente todos los cabecillas de
la rebelión fueron apresados y ejecutados, incluida su esposa, Bartolina Sisa,
y su hermana, Gregoria Apaza.
Este levantamiento indígena de finales del
siglo XVIII fue el más extenso geográficamente y con mayor apoyo. Los
virreinatos afectados necesitaron dos años para sofocarlo.
Los rebeldes asediaron la ciudad de La Paz
desde el 13 de marzo de 1781 durante ciento nueve días sin éxito, debido a la
resistencia y al apoyo de tropas mandadas desde Buenos Aires.
En ese contexto el virrey Agustín de
Jáuregui aprovechó la baja moral de los rebeldes para ofrecer amnistía a los
que se rindieran, lo cual dio muchos frutos, incluyendo algunos líderes del
movimiento. Túpac Katari, que no había aceptado la amnistía y se dirigió a
Achacachi para reorganizar sus fuerzas dispersas, fue traicionado por algunos
de sus seguidores y apresado por los españoles en la noche del 9 de noviembre
de 1781.
Durante el segundo cerco se unió a los
rebeldes túpackataristas, Andrés Túpac Amaru, sobrino de Túpac Amaru II y
vinculado sentimentalmente a Gregoria Apaza, hermana menor de Túpac Katari.
Como recompensa moral de los esfuerzos y
sacrificios que tuvieron que soportar los españoles de la ciudad de La Paz, por
cédula real del 20 de mayo de 1784, a la ciudad de La Paz le fue otorgada el
título de “noble, valerosa y fiel”.
En el Alto Perú, un traidor entregó a los
españoles en Chayanta al cacique sublevado Tomás Katari, pero cuando lo conducían
a La Plata para ser juzgado lo arrojaron por un barranco y lo
mataron. Como venganza por el asesinato de su cacique, la sublevación se
extendió aún más ese mismo mes de diciembre y otro miembro de la familia,
Dámaso Katari, llevó a cabo una matanza de mineros y españoles en la zona, y se
dirigió con miles de aymaras a sitiar de nuevo la ciudad de La Plata, donde
Ignacio Flores, Paula Sanz, también compañero de la expedición, y otros
militares españoles y las milicias de la ciudad, intentaban seguir resistiendo.
Francisco Tadeo Diez de Medina, el juez
quien lo condenó a morir descuartizado, en su sentencia dijo:
“Ni al rey ni al estado conviene, quede
semilla, o raza de éste o de todo Tupaj Amaru y Tupaj Katari por el mucho ruido
e impresión que este maldito nombre ha hecho en los naturales… Porque de lo
contrario, quedaría un fermento perpetuo…”
Se le atribuye a Tupac Katari, antes de
morir ejecutado, haber mencionado las frases célebres:
” A mí solo me matarán…, pero mañana
volveré y seré millones”
(en idioma aymara):
Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti,
waranqa, waranqanakaw tukutaw kut’anipxani….
Túpac Katari y su esposa Bartolina Sisa
son muy populares en Bolivia. Su nombre de guerra, Túpac Katari, como su
verdadero nombre, Julián Apaza, se han utilizado como parte del nombre de
partidos políticos, grupos guerrilleros, sindicatos, escuelas e incluso como
primer nombre de personas.
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