Los aparatos de propaganda del PCE en el exilio francés, motivaron que
buena parte de los combatientes españoles contra el régimen nazi, después del
desembarco de Normandía (6-6-1944), se ilusionaran con una posible victoria
contra Franco, incardinada en una invasión de España por los pirineos, con
epicentro en el Valle de Arán.
La “operación Reconquista de España”, fue
ideada por Jesús Monzón, el hombre fuerte del PCE en Francia, que hasta la
fecha había sido el precursor de las victorias guerrilleras contra la Francia
de Vichy y los invasores alemanes; dicho dirigente, se dejó guiar por las
proclamas de invasión hechas por un viejo militar republicano, José Riquelme,
con rango de general, deseoso de una revancha contra el régimen franquista.
Jesús Monzón preveía que tras la invasión,
se daría un victorioso levantamiento popular contra el franquismo, hecho no
avalado por los militantes comunistas del interior, ni tampoco por los
militares comunistas en Francia; pero todo parece indicar que las altas esferas
del Komintern vieron con buenos ojos la intentona, que podía estar relacionada
con otro plan de invasión, reglamentado por Santiago Carrillo, en las playas de
Málaga.
El proceso a seguir era instalar un
gobierno republicano en el interior de España, con la presidencia del infausto
Negrín, para consolidar una posible negociación con los aliados al finalizar la
Segunda Guerra Mundial. El cobarde de Negrín no fue informado en un principio
de la intentona, y después de conocerla, debido al carácter señalado, rehusó la
invitación: estaba más contento en el exilio, que luchando en el interior por
una España libre.
La operación fue dirigida desde Francia
por 13000 voluntarios, desde Toulousse y Foix, bajo el mando del veterano
militar republicano Vicente López Tovar, muy condecorado y reconocido por sus
éxitos contra los nazis, en la zona sur de Francia. El objetivo era tomar
Viella, la capital del Valle de Arán, solamente comunicada con el resto de
España por el puerto de la Bonaigua, y como ya hemos dicho, establecer un
gobierno republicano para desestabilizar el régimen franquista y provocar un
levantamiento interior en España.
Las peripecias de los valientes guerrilleros
se cuentan por victorias iniciales, llegando a tomar varias localidades,
mientras los Guardias Civiles huían en desbandada, hasta que el gobierno
franquista retomó la iniciativa: apenas 10 días duró una iniciativa heroica y
febril, vilmente traicionada por los susodichos Stalin, La Pasionaria y
Santiago Carrillo, que prefirieron dejar aislada la intentona, centrándose en
los importantes territorios que la URSS iba a controlar tras la debacle nazi en
Europa Central; una vez más, la revolución proletaria mundial, objetivo
iniciático de la Internacional Comunista, se convirtió en un hechizo de
mentiras y componendas entre regímenes totalitarios y democráticos.
Vemos como Santiago Carrillo, pupilo de La
Pasionaria, incrementó su poder en el PCE, a la vez que la Francia Libre
convino con Franco, reconociendo el gobierno del mismo, y desarmando a las
milicias españolas del sur de Francia. Entre fogones, parece ser ésta una
maniobra del propio Carrillo para apuntalar su poder en el PCE, seriamente
amenazado por la preponderancia en Francia del citado Monzón.
Una traición más de la cúpula comunista al
valiente pueblo español, que se vería consumada con la retirada del apoyo
tácito a las organizaciones guerrilleras por parte del PCE en 1948.
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