La Policía Nacional
detuvo el miércoles 4 de noviembre en Madrid a cinco personas, bajo la
acusación genérica de "pertenencia a organización criminal con fines terroristas", una
imputación cada vez más frecuente en las detenciones de personas vinculadas a
movimientos políticos (libertarios en Barcelona y Manresa en la nueva operación Pandora a finales de octubre, pertenecientes a Resistencia Galega en la operación Jaro) y cuya
gravedad no suele corresponder con la consistencia de las pruebas aportadas.
Hasta el momento, no se conoce la existencia de ninguna víctima de estos
supuestos grupos terroristas.
La detención de cinco personas en Madrid se suma a las de las
últimas semanas en Cataluña y Galicia bajo la acusación de "pertenencia a
organización criminal con fines terroristas", sin que se conozca la
existencia de ninguna víctima de estos grupos.
En este caso, la Policía Nacional considera a las cinco personas
"responsables del ataque con artefactos incendiarios contra cuatro
sucursales bancarias de Madrid" y les tilda de pertenecer "a un grupo
anarquista radical", el colectivo Straight Edge
Eduardo Gómez Cuadrado, abogado de varias de las personas detenidas, confirma aDiagonal esa acusación genérica y pone en duda que se corresponda con la realidad.
Eduardo Gómez Cuadrado, abogado de varias de las personas detenidas, confirma aDiagonal esa acusación genérica y pone en duda que se corresponda con la realidad.
"La imputación por terrorismo es ridícula. El problema es que
terrorismo es lo que ellos digan que es terrorismo"
"Con lo que sabemos hasta ahora, la imputación por terrorismo es
ridícula. El problema es que terrorismo es lo que ellos digan que es
terrorismo", señala el letrado, quien además denuncia un doble juego en el
manejo de la información: "Han salido cosas en prensa que nosotros aún no
sabemos, nos han denegado el acceso a esas informaciones alegando que están
bajo secreto de sumario".
Para Gómez Cuadrado, la propia definición de terrorismo no
encajaría ni siquiera con los hechos supuestamente cometidos por las
personas detenidas. "Si terrorismo es subvertir mediante la violencia el
orden constitucional y se les acusa de atacar sucursales bancarias, ¿desde
cuándo son éstas lo que sustenta el orden constitucional?".
Otra de las acusaciones filtradas y aireadas por algunos medios es la de
que los detenidos habrían difundido vídeos haciendo apología del
uso de las acciones violentas. "Por lo que sabemos, se
trata de vídeos artísticos y de grupos de música hardcore", precisa el
abogado.
Uno de los integrantes de Straight Edge Madrid ha asegurado a Diagonal que
están "flipando con todo esto" y que prefieren no pronunciarse al
respecto.
Para él, su movimiento se basa en "un compromiso con uno mismo,
hacerse responsable de los efectos que lo que uno hace tiene en el medio
ambiente y en el entorno. Hoy en día parece que todo gira en torno al consumo,
ya sea de alcohol o de otro tipo de drogas y nosotros queremos hacer cosas más
importantes, hay otras formas de divertirse". En su caso, lo que hace es
organizar conciertos y eventos de carácter musical y tocar en un grupo, DSD
(Diversión sin Drogas).
¿Pero qué es el 'straight edge'?
El 'straight edge' surgió en un momento muy determinado y
en un espacio muy concreto, el reducido mundo de la música punk
y hardcore de Washington DC, la capital estadounidense, en los
primeros años ochenta, aunque luego se extendiese por otras latitudes.
En su génesis, se trataba de una queja por la falta de expectativas y
de horizonte de una juventud abocada a la droga como principal y única
diversión.
Ese lamento se concretaría en dos canciones de Minor Threat, el grupo más
destacado de aquel mundillo del punk en Washington, Out of step y Straight
Edge, que relataban la rabia desde la primera persona por no encajar en un
mundo en el que tomar drogas era la única alternativa y el modo más cercano de
vencer al aburrimiento.
Una parte de los grupos de punk de esa ciudad tomaron partido e hicieron
gestos simbólicos como pintarse X en las manos, que era la marca que los clubes
y salas de conciertos ponían a los menores de edad, y que se constituiría en
una de las señas de identidad para quienes se identificaron con el movimiento
que surgiría posteriormente.
Aquella queja personal fue derivando en una suerte de modo de vida,
bautizado con el título de la canción de Minor Threat, con normas estrictas de
comportamiento en lo tocante a alimentación y formas de ocio.
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