Grupo de Los
Jubiles. De izquierda a derecha y de arriba abajo: Francisco Rodríguez Muñoz
“Jubiles”, Juan Rodríguez Muñoz “Jubiles”, Antonio Castilla Ramírez “Bigotín”,
Manuel Jiménez Fernández “El Gato”, Tomás Martínez Luque, Francisco Jiménez
Pozo “El Churro”. Todos asesinados el 6 de Enero de 1944 en el Cortijo de
Mojapiés, a excepción de “El Churro”, detenido en Villanueva de la Reina el 12
de Marzo de 1944 y fallecido en Jaén el 16 de Febrero de 1945
Grupo de
Trabajo de Memoria Histórica - CNT
Alzamiento fascista
Cuando
se produce el alzamiento del ejército rebelde en 1936, el movimiento jornalero
en la campiña de Córdoba se hallaba en plena ebullición. En Castro del Río,
Bujalance, Espejo, Baena existen vigorosos sindicatos de la CNT. En el mismo
Bujalance, la mitad de la población, unas 4000 personas estaba afiliada al
sindicato. Estos trabajadores, en su inmensa mayoría jornaleros del campo,
llevaban ya a sus espaldas duros y largos años de lucha y reivindicaciones. Y
también de represión, que no se interrumpió durante la República.
En
una sociedad en la que el jornalero representaba casi un residuo feudal, por
las condiciones de miseria y de sumisión en que vivía, dentro de los ateneos y
los sindicatos, a través la ideología y de la razón había progresado no sólo en
sus condiciones laborales, sino como personas, habían empezado a conocer la
dignidad, la enseñanza y la cultura a través del anarcosindicalismo y sus ideas
de transformación social. Con el alzamiento militar se ven obligados a tener
que defender con las armas la sociedad que querían crear. En Bujalance, los
tres hermanos Jubiles (o Juiles), Francisco, Juan y Sebastián Rodríguez Muñoz
junto con otros muchos compañeros de su pueblo, se lanzan al frente.
Bujalance
escapó del alzamiento fascista del 18 de julio. La guardia civil se acuarteló
en espera de acontecimientos. Se constituyó un comité revolucionario formado
principalmente por miembros de CNT y UGT, que desarrolló sus tareas hasta
diciembre de 1936, ya que los combates no se dan en este pueblo hasta después
del bombardeo de los fascistas el 14 de diciembre. El alcalde y los concejales
no desaparecieron, pero quedaron sin atribuciones. Se crearon un comité de
defensa, otro de abastecimiento y uno de agricultura. Se nombraron delegados en
los cortijos, y estos acreditaban las jornadas de trabajo, lo que servía para
proveerse de lo necesario en los economatos establecidos por el comité de
abastecimiento. La situación en el pueblo se fue dificultando por la continua
llegada de refugiados desde las localidades que iban cayendo frente al avance
fascista, ya que tenían que suministrarse alojamiento y comidas para los que
huían.
En
un primer momento, sólo tres guardias civiles son fusilados por sus actos
represivos contra los trabajadores en la huelga de 1933; el resto es dejado en
libertad. Las noticias que iban llegando del frente de guerra, y de la durísima
represión en los pueblos que iban cayendo bajo dominio fascista (las matanzas
en Baena, Puente Genil, y otros muchos lugares), provoca desata la ira en el
pueblo. Se dan actos violentos y hasta 112 personas de derechas,
terratenientes, del clero y la burguesía locales son fusilados. No se trata
aquí de justificar estos hechos, pero si de encuadrarlos dentro la situación en
la que se dieron; y desde luego, de separar estos sucesos de la fría y
calculada estrategia de muerte y represión ejercida por los franquistas durante
años y años.
La
posguerra en Bujalance fue difícil para el lado de los vencidos. Sólo entre el
final de la guerra y 1940 fueron fusiladas 49 personas. Los miembros del Comité
Revolucionario, los militantes más destacados de la CNT y de la UGT fueron
asesinados. Las razones de esta “especial” dureza represiva se debieron a su
tradición obrera y a su especial significación de este pueblo en los sucesos
revolucionarios de 1933. Por otro lado, era el único pueblo de la campiña que
tenía un grupo guerrillero en la sierra, Los Jubiles. No importaba la edad de
los iban a ser ejecutados ni los supuestos delitos de los que se acusara. Lo
que importaba era dar ejemplo de lo que era el nuevo régimen; con aquellos
asesinatos se pretendía enterrar no sólo los cuerpos, sino la moral, la
dignidad y las ideas de todo un pueblo.
En
los primeros días de la guerra los anarquistas comenzaron a organizarse en
“centurias” (unidades de unos cien hombres, con un jefe de centuria al frente),
en las que se elegía para el mando a los compañeros que más se hubieran
significado en las huelgas y en las tareas sindicales. Así ocurrió en la
localidad de Bujalance, donde los hermanos Rodríguez Muñoz tuvieron lugar
significado desde los primeros días. En septiembre y tras la pérdida de Castro
del Río y Espejo, estas centurias se fueron uniendo y comenzó a formarse la
columna de milicianos que dio en llamarse “Columna Andalucía-Extremadura”,
donde se terminaron agrupando los anarquistas de la provincia y que tuvo
también una de sus sedes en Bujalance. Esta columna que llegó a tener casi
5.000 integrantes, intentó recuperar Castro del Río y tras no lograrlo se
retiró hasta Bujalance, donde permaneció hasta que se perdió el pueblo en una
cruenta batalla en diciembre de 1936. La columna se dirigió a Manzanares para
reorganizarse, a través de Villa del Río y Andújar, y allí le alcanzó la
militarización de las milicias, creándose en enero de 1937 la 88 Brigada Mixta.
Los tres hermanos Jubiles estaban al frente del 2º Batallón. Desde Manzanares,
a últimos de enero vuelven al frente de Córdoba, tomando posiciones entre Villa
del Río y Lopera y trasladándose después al frente de Pozoblanco, donde
permanece hasta que termina la guerra.
“Ni nos entregamos
ni nos vamos de España”
El
26 de marzo de 1939, el ejército sublevado toma Pozoblanco. Los Jubiles estaban
en Villanueva de Córdoba. En medio del desconcierto general de las tropas
republicanas, deciden irse al monte. “Ni nos entregamos ni nos vamos de
España”, le dijeron a Carlos Menéndez, comisario de la Agrupación de
Artillería. Ahí empieza su odisea por las sierras de Córdoba y Jaén que termina
el 6 de enero de 1944 en el tristemente célebre cortijo de Mojapiés.
Cortijo
de Mojapiés lugar donde fueron asesinados Los Jubiles. A la izquierda monumento
en memoria del grupo guerrillero
Los
Jubiles y los que les acompañaban decidieron entonces vender cara su vida. Por
un lado, era imposible entregarse y esperar la “piedad” del vencedor, ya que
eso era una muerte segura. Por otro, consideraban que el final de la contienda
no significaba una victoria definitiva de los franquistas, y creían posible un
posterior cambio de escenario, a lo que después contribuyó después la guerra
europea contra el fascismo.
Para
sobrevivir se apoyaron en gran cantidad de personas (de izquierdas en su
mayoría) que les sirvieron de enlaces y proporcionaban alojamientos, lo que les
permitía sobrevivir en un territorio cercado por las fuerzas militares y donde
la represión se ejercía sistemáticamente. A pesar de ello, estas personas
arriesgaban sus vidas y las de sus familias para sostener a la guerrilla.
Gentes que llevaban una vida “normal” y que con una pericia y solidaridad que
ahora se nos antojan irreales, hacían posible la supervivencia de los
guerrilleros.
Los
Jubiles salen en un grupo de más de cien y se dirigen hacia Alicante, pero el
puerto estaba tomado por los italianos. Entonces retornan hacia Sierra Morena,
y desde allí a Bujalance. Su campo de operaciones fue al principio la sierra de
Cardeña y Montoro, haciendo esporádicas entradas en su pueblo y en la campiña
circundante. Luego actúan en la sierra de Adamuz, Obejo, y llegan hasta Cañete
de las Torres y Encinas Reales. Finalmente, se mueven entre las sierras de
Cardeña y Montoro y las tierras de Marmolejo, Torredonjimeno y Bailén. Parece
que el grupo de Los Jubiles llega a tener hasta 30 resistentes, según iban
incorporándose a él los enlaces que eran descubiertos.
Haciendo
incursiones desde el monte, se acercaban hasta los olivares colindantes con
Bujalance, y en ocasiones hasta sus mismas casas, en las que se dice que
llegaron a dormir alguna vez. Llevaban comida y dinero a sus familias y se
informaban de su situación. Las torturas que la guardia civil y la Legión, (que
aparece destacada en la campiña y sierra de Córdoba hacia 1940) inflingía a los
que imaginaban que tenían algo que ver con ellos no tienen cuento. La familia
de Los Jubiles es torturada y después desterrada a Encinas Reales. Allí,
vuelven a ser detenidos y enviados a la prisión de Córdoba. En medio de este
panorama, Los Jubiles no rehuían los encuentros con las fuerzas franquistas; se
les atribuyen ya la realización de bajas a falangistas y guardias civiles desde
el verano de 1939.
Así
trascurre durante casi cinco años la vida de los Jubiles. Ocultándose de
caserío en caserío, haciendo largas marchas para evitar ser localizados,
teniendo constantes encuentros con la guardia civil, atracando a los
terratenientes de las comarcas por donde se movían para obtener fondos, siendo
víctimas de emboscadas y de traiciones. Son acusados de multitud de acciones,
tanto si se sabía con certeza de su participación como si no. Surge en torno a
ellos el mito de Los Jubiles. Tanto en la población, que les admira y apoya,
como entre las fuerzas franquistas, que les temen e intentan evitar cuanto
pueden.
Tuvieron
poco contacto con otros grupos guerrilleros. En 1943 intentan el contacto con
un grupo de Marmolejo, pero al final se frustra y termina con grandes
desconfianzas por parte de los Jubiles que creen haber sido traicionados, ya
que en vez del grupo guerrillero, aparece en el lugar la guardia civil.
La traición
Una
traición, la de Juan Olmo “El Abisinio” es la que da lugar al trágico desenlace
del grupo. Este “Abisinio” era un pastor de Andújar que se une al grupo a
finales de 1943. Con la intención de delatarles desde un principio, ocasiona
primero la muerte de Juan Rodríguez Muñoz en una emboscada, y unos días después
la de todo el grupo menos José Moreno Salazar, “El Quincallero”, que es
apresado. El grupo había decidido refugiarse en la casilla del cortijo de
Mojapiés, en el término de Montoro, después de las desgracias sufridas en los
últimos días y de las que era culpable el Abisinio. Éste en compañía de otro de
los guerrilleros, se separan para dispersar a los animales que traían, y
engañando a su compañero se dirige hacia Andújar, donde da parte del lugar
donde se esconden Los Jubiles. La guardia civil emprende un amplio dispositivo
y cerca el cortijo en la madrugada del 6 de enero de 1944.
El
Abisinio había convencido a Francisco Rodríguez de que guardaran las armas
largas en una casucha cercana, por lo que cuando se inicia la emboscada, éstos
no disponen más que de algunas pistolas. Aún así, intentan defenderse, pero son
arrasados por disparos y bombas de mano. La casa se derrumba parcialmente y
sólo José Moreno queda vivo para contarlo. Sufre la tortura de ver allí al
traidor riéndose y golpeándole mientras contempla a sus compañeros muertos por
doquier.
Tras
la caída de Los Jubiles, el Abisinio es también responsable de la matanza del
grupo de “El Obispo” de Marmolejo. El régimen lo premia haciéndole guarda en la
localidad de Villa del Río. En 1963 muere en Sevilla atropellado por un coche.
El Quincallero
José
Moreno Salazar, es superviviente de la matanza donde el grupo es finalmente
aniquilado. La relación de José Moreno con los Jubiles es temprana, ya que se
hace enlace del grupo desde septiembre de 1939, encargándose de ponerles en
contacto con sus familias, llevar a éstas alimentos y dinero que le era
entregado por los guerrilleros y en definitiva sirviéndoles de colaborador
hasta el verano de 1940, cuando es detenido por primera vez por la Guardia
Civil y torturado ferozmente junto con su madre y su hermano, siendo los tres
encarcelados en Bujalance durante casi un año.
En
1941 quedan libres, pero con la prohibición de salir al campo y debiendo
presentarse en el cuartel tres veces al día, debiendo además, anotar en un
diario todo que hacían durante el día. En las presentaciones eran víctimas de
humillaciones e insultos, además de se objeto de constantes inspecciones en su
casa. El hermano de José Moreno, después de ser condenado por robar en un
cortijo y nuevamente torturado en la cárcel, queda imposibilitado de los dos
brazos a causa de las torturas que se le inflingen. Los dos compañeros que son
acusados con él, son fusilados.
La
historia de Antonio, hermano de José, es también dolorosa y triste. Tras una
vida de penurias desde que sale de la cárcel, es asesinado, con toda probabilidad,
por los fascistas en 1978. Después de un altercado con unos policías, empieza a
recibir amenazas de muerte. Un tiempo después es atropellado por un coche que
se da a la fuga. Resulta gravemente herido y es operado con pocas esperanzas,
pero sale vivo, aunque ya en una silla de ruedas. Cuando se está recuperando,
otro coche le aplasta contra un muro.
En
verano de 1941 José Moreno tiene 17 años, y se hace nuevamente enlace de los
Jubiles. A finales de 1942, varias redadas de enlaces le hacen temer nuevamente
que va ser apresado, y sin dudarlo, huye a la sierra a ponerse en contacto con
el grupo y unirse a ellos. Con ellos permanece hasta el 6 de enero de 1944, día
en que el grupo es traicionado y aniquilado.
José
Moreno es apresado y llevado a la cárcel de Córdoba. No pueden imaginarse las
torturas a las que fue sometido; en los interrogatorios los fascistas
pretendían que denunciara a personas que habían servido de alojamiento y enlace
a los Jubiles. No consiguieron que delatara a nadie. A la cárcel seguían
llegando presos día tras día. Los jueces militares piden la pena de muerte para
él. Pero José se niega a aceptar el destino que los asesinos le tenían
preparado y huye de la cárcel con un compañero. Exhibiendo un sorprendente
arrojo, se mezcla entre los albañiles que trabajaban en la cárcel durante un
día de visita de altos cargos franquistas.
Tras
muchas vicisitudes consiguen llegar hasta Manzanares, donde tenían un contacto
con una familia que podía ayudarles. Después de un tiempo, para no comprometer
más a sus protectores, marchan hacia Madrid donde intentaron sobrevivir hasta
que el peligro de ser identificados les hace huir hasta Valencia, donde el
compañero de José, Francisco Jurado, no puede más y se entrega, siendo
fusilado.
José
Moreno se queda en Valencia e intenta unirse a la guerrilla allí, lo que no
puede hacer ante la falta de contactos. José Moreno empieza a trabajar y a
vivir con un nombre falso: Antonio Pérez Sánchez. Termina haciéndose agente de
seguros en un pueblo de Cuenca, Osa de la Vega. Tras toda una vida ocultando su
identidad, su pasado y sus ideas, en 1988 recupera de nuevo su nombre: José
Moreno Salazar.
José
Moreno vivió muchos años bajo otra identidad y ocultando su procedencia y sus
ideas. Su historia permaneció oculta pero no olvidada. Su memoria prodigiosa y
su ánimo tenaz le permitieron, muchos años después, describir la travesía de su
lucha y la de sus compañeros de una forma meticulosa y exhaustiva. No olvidó
tampoco sus ideas libertarias, y desde que recuperó su identidad no cesó en el
empeño de que se reconociera y recordara a sus compañeros. José promovió con su
tesón los actos celebrados hace ocho años en Bujalance y Montoro que culminaron
con la construcción de un monolito en el lugar donde murieron. José volvió a
ver su pueblo después de más de 40 años.
La
versión de José acerca del final de “Los Jubiles” no era compartida por algunos
familiares de éstos, que dudaban que él hubiera estado presente. Pero el tiempo
ha querido que el expediente instruido por el ejército franquista y la Guardia
Civil al grupo guerrillero haya sido encontrado en el Archivo Militar de
Sevilla, dando la razón plenamente a las palabras del compañero José.
Aquejado
por graves dolencias del corazón desde hacía varios años, no dudó jamás en asistir
a actos, conferencias, allí donde se congregaran guerrilleros para seguir
manteniendo viva su historia. La muerte de su compañera el año pasado agravó
sus dolencias hasta que el sábado 1 de Septiembre de 2007 ya no pudo más.
Con
la muerte de José se fue el último de Los Jubiles. De él queda un ejemplo de
lucha constante que nos demuestra que ésta es posible siempre, aun en las
condiciones más adversas, sin perder la humanidad que caracteriza a los
auténticos anarquistas.
Homenaje
En
Junio de 2005, la CNT organizó en Bujalance y Montoro las Primeras Jornadas
sobre la Guerrilla Antifascista en Córdoba, dentro de las cuales se rindió
homenaje a Los Jubiles. Se construyó asimismo en el cortijo de Mojapiés un
monumento en memoria del grupo guerrillero que mantuvo en jaque a la guardia
civil hasta 1944.
El
homenaje surgió a raíz de conocer que José Salazar “El Quincallero”, integrante
del grupo guerrillero de Los Jubiles, seguía vivo. Fue una sorpresa, ya que se
pensaba que todos los que formaron parte del grupo habían sido asesinados en el
cortijo de Mojapiés, en 1944. José Moreno quería, desde hacía mucho tiempo,
hacer un homenaje a sus compañeros en ese lugar, el lagar de Mojapiés. José
quería colocar una placa en el cortijo, en la que aparecieran los nombres de
los miembros del grupo. Desde el primer momento, los compañeros de CNT en
Córdoba se interesaron mucho por este tema y se decidió tirar para adelante con
ese proyecto. En primer lugar porque se quería conocer a José y que contara su
experiencia, y también porque parecía importante ayudarle a llevar adelante su
idea de mantener viva la historia de los hombres y mujeres que dieron su vida
en la lucha contra el franquismo.
Una
lucha que primero la dictadura y después con otros métodos, la democracia, han
intentado mantener en el olvido. Y porque hace falta recordar, saber por qué
vivieron y porque murieron los que defendían una forma de vida basada en la
libertad, la justicia y la solidaridad, al margen del poder y de los poderosos.
Como anarcosindicalistas, creemos que es nuestro deber contribuir en lo que
podamos a que los que ahora tenemos la posibilidad de retomar la pelea contra
cualquier forma de opresión y contra las múltiples formas del moderno fascismo,
lo hagamos.
Placa en recuerdo
del grupo guerrillero Los Jubiles
No hay comentarios:
Publicar un comentario