¿Sabias qué?: el 7 de abril de 1999, el GRAPO coloco un artefacto el valle de los caídos.
El pasado 23 de noviembre, tres días después de que la abadía del Valle de los Caídos demostrase con una misa que Franco sigue bajo palio en Cuelgamuros, empezaron unas obras de remodelación del mosaico del altar. El objetivo de los benedictinos era recuperar el esplendor del popurrí de banderas de Falange Española, soldados franquistas y monjes que quedaron dañados tras un atentado del GRAPO, el 7 de abril de 1999.
El resultado ha sido cuidadosamente tapado con un biombo de madera por Patrimonio Nacional, a la espera de que el Ministerio de Cultura decida si las imágenes restauradas suponen una vulneración de la Ley de la Memoria, que prohíbe en su artículo 15 la “exaltación personal o colectiva de la sublevación militar, protagonistas de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura”. Miembros de la Comisión de Expertos creada por el Ministerio de Cultura para decidir qué símbolos franquistas tienen valor histórico, artístico o religioso suficiente como para ser amnistiados acudieron al templo el pasado 25 de marzo.
Las obras, que se prolongaron durante tres semanas, fueron realizadas por cuatro empresas: Muferfi, Adriá, Vamasa y Eulen. El coste no fue sufragado ni por los monjes ni por Patrimonio Nacional, de quien depende el recinto.
Las obras, que se prolongaron durante tres semanas, fueron realizadas por cuatro empresas: Muferfi, Adriá, Vamasa y Eulen. El coste no fue sufragado ni por los monjes ni por Patrimonio Nacional, de quien depende el recinto.
“Aquí todo lo que Patrimonio no nos quiere restaurar lo tenemos que hacer gracias a un donante”, explicó un portavoz de la abadía, que se identificó a través del teléfono como “el organista”.
La información de los monjes, los monjes no informaron de las obras al consejo de administración de Patrimonio Nacional, aunque sí se lo comunicaron a la persona de dicho organismo que se encargaba de los asuntos del Valle de los Caídos.
Los trabajos de limpieza de los pequeños azulejos se realizaron aplicando agua y jabones neutros. La mayor complejidad fue de infraestructura, ya que fue necesario utilizar una grúa de grandes dimensiones. Y es que la cúpula sobre el altar de la basílica del Valle de los Caídos es un conjunto de cinco millones de teselas (pequeños azulejos que forman un mosaico) que fueron colocadas minuciosamente entre 1951 y 1955, cuatro años antes de la inauguración del complejo franquista.
El artefacto que dos miembros del GRAPO consiguieron introducir en la basílica en el año 1999 tuvo consecuencias leves. El organista de la abadía benedictina todavía recuerda “la columna de humo y la polvareda que invadió toda la basílica”. Pese a la espectacularidad de la explosión de aquella madrugada, apenas quedaron dañados una decena de bancos y cuatro confesionarios. Uno de ellos permanecía hasta hace poco tiempo en uno de los transeptos de la basílica.
Patrimonio Nacional procedió a la rehabilitación del techo de la sacristía de escayola y de los azulejos del suelo, pero mantuvo los borrones sobre las banderas de Falange y el cañón a los pies de la representación fascista de un hipotético juicio final a los caídos tras la Guerra Civil. Hasta que los monjes decidieron, por su cuenta y riesgo, sacar brillo a la pintura.
La abadía benedictina. Los monjes reclaman más inversión
Confesionarios. Cuatro muebles menos
Los monjes de la abadía del Valle de los Caídos reclaman a Patrimonio Nacional que reponga los confesionarios incendiados tras la bomba del GRAPO de abril de 1999.
Goteras. La humedad daña la basílica
El principal desperfecto para cuya reparación reclaman inversión en la abadía es la lucha contra la humedad. El complejo mausoleo excavado en la roca del risco de la Nava en el Valle de Cuelgamuros cuenta actualmente con numerosas goteras.
Tuberías. Canalización dañada del agua
Los monjes aseguran que la única manera de evitar que las tuberías estén dañadas por las goteras sería “la impermeabilización del monte”. “Es decir, que es imposible”, reconocen en la propia abadía.
Competencia. Patrimonio o un donante
La única manera que tienen los monjes benedictinos de restaurar las instalaciones del Valle es a través de Patrimonio Nacional, que regenta el recinto, o con la donación de algún fiel. El Arzobispado de Madrid no es competente.
Los trabajos de limpieza de los pequeños azulejos se realizaron aplicando agua y jabones neutros. La mayor complejidad fue de infraestructura, ya que fue necesario utilizar una grúa de grandes dimensiones. Y es que la cúpula sobre el altar de la basílica del Valle de los Caídos es un conjunto de cinco millones de teselas (pequeños azulejos que forman un mosaico) que fueron colocadas minuciosamente entre 1951 y 1955, cuatro años antes de la inauguración del complejo franquista.
El artefacto que dos miembros del GRAPO consiguieron introducir en la basílica en el año 1999 tuvo consecuencias leves. El organista de la abadía benedictina todavía recuerda “la columna de humo y la polvareda que invadió toda la basílica”. Pese a la espectacularidad de la explosión de aquella madrugada, apenas quedaron dañados una decena de bancos y cuatro confesionarios. Uno de ellos permanecía hasta hace poco tiempo en uno de los transeptos de la basílica.
Patrimonio Nacional procedió a la rehabilitación del techo de la sacristía de escayola y de los azulejos del suelo, pero mantuvo los borrones sobre las banderas de Falange y el cañón a los pies de la representación fascista de un hipotético juicio final a los caídos tras la Guerra Civil. Hasta que los monjes decidieron, por su cuenta y riesgo, sacar brillo a la pintura.
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Goteras. La humedad daña la basílica
El principal desperfecto para cuya reparación reclaman inversión en la abadía es la lucha contra la humedad. El complejo mausoleo excavado en la roca del risco de la Nava en el Valle de Cuelgamuros cuenta actualmente con numerosas goteras.
Tuberías. Canalización dañada del agua
Los monjes aseguran que la única manera de evitar que las tuberías estén dañadas por las goteras sería “la impermeabilización del monte”. “Es decir, que es imposible”, reconocen en la propia abadía.
Competencia. Patrimonio o un donante
La única manera que tienen los monjes benedictinos de restaurar las instalaciones del Valle es a través de Patrimonio Nacional, que regenta el recinto, o con la donación de algún fiel. El Arzobispado de Madrid no es competente.
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