Un libro, del historiador Fermín Escribano y el
periodista Luis Rajadel, relata cómo fue la insurrección anarquista
en el Matarraña y Bajo Aragón
El levantamiento fue impulsado desde la CNT y se desarrolló en
varios puntos del país entre el 8 y el 15 de diciembre 1933
El objetivo de los anarquistas era instaurar el Comunismo
Libertario, una teoría en contra del Estado, del capitalismo, del trabajo asalariado
y de la propiedad privada.
Corría el otoño de 1933, el gobierno de Azaña acababa de caer y
España celebraba unas elecciones en las que por primera vez podían votar las
mujeres. El centro-derecha del Partido Republicano Radical (PRR) y la derecha
católica de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) se alzaron
con la victoria a pesar de la campaña a favor de la abstención impulsada por la
CNT. Pero en los pueblos y ciudades iba calando el mensaje de los anarquistas.
Su objetivo era instaurar el Comunismo Libertario, una teoría
anarquista en contra del Estado, del capitalismo, del trabajo asalariado y de
la propiedad privada. Y aún sin haberse constituido el nuevo gobierno, el Pleno
Nacional de la CNT decidió el 26 de noviembre en Zaragoza poner en marcha una
sublevación armada que comenzaría el 8 de diciembre. Esta llegó también a las
comarcas del Bajo Aragón y de Matarraña, donde pronto varios de sus pueblos
fueron controlados por los anarquistas.
Así lo relatan Luis Rajadel y Fermín Escribano en el libro 'La
Tierra baja en llamas. Diciembre de 1933, por la senda de la revolución', en el
que ahondan en la repercusión que este movimiento tuvo en municipios como
Valderrobres, Beceite, Mas de las Matas, Alcorisa, Calanda o Alcañiz. Fue allí
donde se desarrollaron los principales focos de la provincia con escasos medios
y un paupérrimo armamento.
El método de
actuación de los anarquistas
Explica Luis Rajadel que la mecánica de los focos anarquistas se
repetía en distintos puntos de la geografía española con el interés común de
instaurar el Comunismo Libertario. Detenían a los más destacados derechistas,
terratenientes, empresarios y funcionarios de cada localidad, cortaban las
telecomunicaciones y montaban barricadas para impedir el paso de las fuerzas
del Estado.
Conseguían así el control de los Ayuntamientos y, según indica
Rajadel, "rara vez había violencia en las detenciones". Era diferente
en las localidades donde había cuartel de la Guardia Civil. En Valderrobres lo
atacaron, lo rodearon y fue objeto de bombazos, pero resistió hasta el 11 de
diciembre, cuando llegaron a la comarca los militares del Ejército enviados
desde Tarragona por el Gobierno.
En ese momento se puso en marcha la represión y la maquinaria
judicial, que se consumó el 15 de diciembre, con un millar de presos en la
provincia que rebasaban la capacidad de las cárceles. Las condenas ascendían
hasta los 20 años, aunque hubo quienes pudieron quedar en libertad por falta de
pruebas.
En abril de 1934, sin embargo, el gobierno aprobó una ley de
amnistía de los delitos políticos sociales que dejó a muchos de ellos en la
calle. No a quienes habían sido condenados por la justicia militar, que
tuvieron que esperar a la victoria del Frente Popular en las elecciones del 36,
precisa el autor.
El conflicto a nivel nacional concluyó con un balance de 75
muertos y 101 heridos entre los anarquistas, 11 muertos y 45 heridos entre los
guardias civiles y 3 muertos y 18 heridos entre los guardias de asalto. En la
provincia de Teruel, Rajadel calcula que la cifra en total ascendió a media
docena de fallecidos.
Información
gracias a los juicios
En 'La Tierra Baja en llamas. Diciembre de 1933, por la senda de
la revolución' Luis Rajadel y Fermín Escribano narran la historia de una mismo
acontecimiento desde dos prismas diferentes. Rajadel, natural de Valderrobres,
muestra la situación que en la comarca del Matarraña se vivió, mientras que
Escribano expone la del Bajo Aragón. El libro, además, se completa con un
prólogo del investigador Luis Antonio Palacio.
Para recabar la información que presentan en este libro, los
autores se apoyaron en los sumarios judiciales que les fueron abiertos a los
anarquistas detenidos. Los de carácter civil están almacenados en el Archivo
Provincial de Teruel, donde los autores pasaron varias horas tomando
fotografías a las páginas y analizando los autos de las sentencias. "Los
desmenuzamos y había muchísima documentación, informes de testigos, de médicos,
las declaraciones…", dice Rajadel.
Ambos autores son veteranos en la escritura de libros de
historia. Escribano abordó en 2017 el mismo tema a nivel nacional con 'La
España rojinegra. La insurrección anarquista de diciembre de 1933' y años atrás
escribió 'El Movimiento Libertario aragonés y su prensa (1976-1991)'. También
Rajadel publicó 'Tret de la memòria', 'Mort al monestir', 'A la vora del riu',
'1956, l'any de la gelada' y 'La ternura del pistolero. Batiste, el anarquista
indómito'.
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