Néstor
Makhno (Guliaipolé, Ucrania, 27 de
octubre, 1889- París, 25 de julio de 1934) fue un campesino
ucraniano de origen, que tuvo una actuación excepcional en la vasta
insurrección campesina del sur de Ucrania, movimiento que toda
la literatura sobre la Revolución rusa, salvo algunas ediciones
libertarias, pasa por alto o sólo trata en pocas líneas difamatorias. En cuanto
a su animador y guía militar, Makhno, si se dignan alguna vez citarlo es
únicamente para tacharlo de bandido, asesino, bribón, fautor de progroms contra
los judíos, etc. Constante, obstinadamente, se le enloda, se le calumnia, se le
abomina. En el mejor de los casos, autores sin escrúpulos, que no se preocupan
de examinar y verificar los hechos y las fábulas, difunden leyendas absurdas y
estupideces inefables sobre la vida y la acción de este militante libertario.
Todos
estos procedimientos son, ¡ay!, clásicos y corrientes. Ellos nos obligan a
reproducir, brevemente, la auténtica biografía de Néstor Makhno y, por el
momento, las etapas de su actividad hasta el derribamiento del hetman
Skoropadsky.
Por
lo demás, conviene conocer la personalidad de Makhno para la mejor comprensión
de la secuela de los acontecimientos
Juventud
de Makhno
Eran
sus padres campesinos pobres. Néstor tenía diez meses de edad cuando murió su
padre, quedando la viuda con cinco hijos menores. Desde los siete años, a causa
de la extrema miseria de la familia, sirvió como pastor de vacas y ovejas en su
aldea. A los ocho, ingresó en la escuela local, que frecuentaba en invierno,
sirviendo siempre de pastor en el verano. A los doce, dejó escuela y hogar para
colocarse. Trabajó como peón de granja en las propiedades de los
agrarios y de los kulaks alemanes, cuyas colonias eran numerosas en Ucrania. En
esa época, a los catorce o quince años, profesaba ya un fuerte odio contra los
patrones explotadores y soñaba en la manera en que podría «ajustarles las
cuentas un día», por sí y por los demás, si tuviese fuerzas para ello.
Hasta
la edad de dieciséis años no tuvo ningún contacto con el mundo político. Sus
concepciones revolucionarias y sociales se moldeaban en un círculo restringido
de sus conciudadanos, campesinos y proletarios como él. Las versiones de que
era maestro y se había formado bajo la influencia de un anarquista intelectual
son falsas, como muchas otras.
El
anarquismo
La
revolución de 1905 le hizo salir de un golpe de ese pequeño círculo,
lanzándolo en la corriente de los grandes acontecimientos y actos
revolucionarios. Tenía entonces dieciséis años, estaba pleno de entusiasmo
revolucionario y dispuesto a todo en la lucha por la liberación de los
trabajadores. Después de conocer algunas organizaciones políticas, entró
resueltamente en las filas de los anarquistas comunistas y desde ese
momento se hizo un militante infatigable. Desplegó gran actividad y participó
en actos de los más peligrosos de la lucha libertaria.
En 1908 cayó
en poder de las autoridades zaristas que lo condenaron a la horca por
asociación anarquista y participación en actos terroristas. En consideración a
su juventud, la condena fue conmutada por la de trabajos forzados a
perpetuidad. Purgó su pena en la prisión central de Moscú (Butyrki).
A pesar de que la vida en prisión no tenía perspectivas para él y era
extremadamente penosa, Makhno se esforzó sin embargo en aprovecharla para
instruirse [4]. Dio prueba de una gran perseverancia. Aprendió la gramática
rusa, estudió matemáticas, literatura, historia de la cultura y de la
economía política. A decir verdad, la prisión fue la única escuela en que
Makhno recibió los conocimientos históricos y políticos que le sirvieron tanto
en su acción revolucionaria ulterior. La vida, los hechos, fue la otra escuela
donde aprendió a conocer y comprender los hombres y los acontecimientos
sociales.
Makhno,
muy joven aún, comprometió en la prisión su salud. Obstinado, sin poder
adaptarse al aplastamiento absoluto de la personalidad a que está sometido todo
condenado a trabajos forzados, se resistió siempre a las autoridades
omnipotentes y estaba continuamente en el calabozo, donde contrajo una afección
pulmonar a causa del frio y de la humedad. Durante los nueve años de su
reclusión permaneció sin cesar en lugares de castigo por «mala conducta», hasta
que fue al fin libertado con los demás detenidos políticos por la insurrección
del proletariado de Moscú, el 1 de marzo de 1917.
Comuna
de Gulal-Pole
Volvió
inmediatamente a Gulal-Pole, donde las masas campesinas le manifestaron una
profunda simpatía. De todo el pueblo, era el único forzado político devuelto a
su familia por la revolución. Se convírtió espontáneamente, por eso, en
objeto de la estima y la confianza de los campesinos. No era ya entonces un
joven inexperto, sino un militante consumado, con una poderosa voluntad y una
idea determinada de la lucha social.
En
Gulal-Pole se entregó de inmediato a la labor revolucionaria, tratando primero
de organizar a los campesinos de su aldea y de los anarquistas. Fundó una unión
profesional de los obreros agricolas, organizó una comuna libre y un soviet
local de los campesinos. El problema que le agitaba era el de la concentración
y organización de todo el campesinado de un modo bastante firme y sólido como
para poder expulsar de una vez por todas a los señores agrarios, los amos y
dirigentes políticos y de arreglar por sí mismo su vida. En ese sentido inspiró
su trabajo organizador de los campesinos y no sólo como propagandista, sino
también y sobre todo como militante práctico. Trató de asociar a los
trabajadores revolucionariamente, sacando partido de los actos flagrantes de
engaño, de injusticia y de opresión de que eran víctimas.
Durante
el periodo del gobierno de Kerensky y en los días de octubre, fue
presidente de la unión campesina regional, de la comisión agrícola, de la unión
profesional de los obreros metalúrgicos y carpinteros y, en fin, presidente del
soviet de los campesinos y obreros de Gulal-Pole.
Como
tal reunió en el mes de agosto de 1917, a todos los propietarios agrarios
de la región, les exigió los documentos sobre las tierras y bienes muebles que
poseían y procedió al inventario exacto de todo. Luego informó, primeramente en
una sesión del soviet del distrito, después en el congreso de los soviets de la
región. Propuso igualar los derechos de usufructo de la tierra de
propietarios y kulaks con los de los campesinos. A consecuencia de su proposición,
el congreso decretó que se dejaría a los propietarios y los kulaks una parte de
las tierras (así como instrumentos de trabajo y ganado) igual a la de los
campesinos labradores. Varios congresos de campesinos en las gobernaciones de
Ekaterinovslav, de Taurida, de Poltava, de Kharkov y de otros lugares siguieron
el ejemplo de la región de Gulal-Pole y decretaron la misma medida.
Acciónes
insurreccionales en Ucraina
Durante
esa época Makhno se convirtió, en su región, en el alma del movimiento de los
campesinos que tomaban las tierras y los bienes de los agrarios, a quienes
ejecutaban en caso de resistencia. Se hizo así de enemigos mortales entre los
señores agrarios, los kulaks y los grupos burgueses locales. Comienzos de la
acción insurreccional de Makhno. Sus ideas, sus proyectos.
En
el momento de la ocupación de Ucrania por los austroalemanes, Makhno fue
encargado por un Comité revolucionario clandestino de la zona de crear
batallones de campesinos y obreros para emprender la lucha contra los invasores
y contra el poder.
Hizo
lo que fue menester, pero se vio forzado a retroceder con sus guerrilleros
hacia las ciudades de Taganrog, Rostof y Tzaritzin, combatiendo paso a paso. La
burguesía local, reafirmada entonces por la llegada de los austroalemanes, puso
su cabeza a precio y lo obligó a ocultarse por algún tiempo. En venganza, las
autoridades militares ucranianas y alemanas quemaron la casa de su madre y
fusilaron a su hermano Emelian, inválido de guerra.
En
junio de 1918 Makhno fue a Moscú para aconsejar con algunos viejos
militantes anarquistas sobre los métodos y las tendencias a seguir en el
trabajo libertario entre los campesinos de Ucrania. Pero los anarquistas que
encontró estaban entonces indecisos y pasivos. No recibió, pues, ninguna indicación
ni consejos satisfactorios.
Volvió
a Ucrania, más firme aún en sus ideas y proyectos. En su breve estancia en
Moscú, Makhno se entrevistó con el viejo teórico del anarquismo Pedro
Kropotkin y con Lenin, lo que relata detalladamente, sobre todo la
conversación con el último, en sus Memorias. Dice en ellas haber
estimado en muchos ciertos consejos de Kropotkin. La conversación con Lenin
versó sobre estos tres puntos: la mentalidad de los campesinos ucranianos; las
perspectivas inmediatas para Ucrania y la necesidad para los bolcheviques de
crear un ejército regular; y el desacuerdo entre bolchevismo y anarquismo.
Aunque no carente de cierto interés, la conversación fue demasiado breve y superficial
para poder aportar algo realmente importante. No nos detendremos en ella, pues.
Señalemos
aún que los bolcheviques de Moscú ayudaron en cierta medida a Makhno a tomar
precaucioens para franquear la frontera de Ucrania y desplazarse con el menor
riesgo posible. Makhno consideraba al campesinado como una enorme fuerza
histórica.
Desde
hacía mucho tiempo, él maduraba -continúa Pierre Archinov- la idea de
organizar las grandes masas campesinas y hacer manar la energía revolucionaria
acumulada en ellas desde siglos y precipitar su formidable potenciar sobre el
actual régimen opresor. y juzó llegado el momento de la ejecución de su idea.
Emprendió,
pues, el regreso a Ucrania, con intención de dirigirse a Gulal-Pole. Era en
julio de 1918.
El
viaje se realizó -refiere Pierre Archinov- con muchas dificultades,
clandestinamente, para no caer en las guerras; de las autoridades del hetman.
Una vez estuvo a punto de perecer, pues fue arrestado por un destacamento
austroalemán, estando bien provisto de literatura libertaria. Un conocido, rico
judío de Gulal-Pole, lo salvó pagando por su liberación una suma considerable
de dinero. Al continuar su viaje, los comunistas le propusieron escoger una
región determinada de Ucrania para el trabajo revolucionario clandestino en la
orientación de ellos. Ni que decir que hasta rehusó discutir esa proposición:
la tarea que él se proponía no tenía nada de común con la de los bolcheviques.
He
aquí, pues, a Makhno en Gulai-Pole, esta vez con la decisión irrevocable de
perecer o de obtener la victoria de los campesinos; en todo caso, decidido a no
abandonar la región. La noticia de su regreso se extendió rápidamente de aldea
en aldea. Por su parte, en asambleas y por medio de la prensa y de volantes, no
tardó en mostrarse francamente a las vastas masas campesinas, incitándolas a
acciones decisivas contra el poder del hetman y de los propietarios, haciendo
resaltar que los trabajadores tenían ahora su suerte en sus manos y no debían
dejarla escapar. Su llamado vibrante y enérgico se propagó en algunas semanas
por numerosas aldeas y distritos, preparando las masas para los grandes
acontecimientos futuros.
Makhno
se puso inmediatamente a la obra. Su primera preocupación fue la de formar una
compañía revolucionaria militar suficientemente fuerte para garantizar la
libertad de agitación y de propaganda en ciudades y aldeas y comenzar al par
operaciolles de guerrilla. Esta compañía fue rápidamente organizada. Había en
todas las aldeas elementos maravillosamente combativos, dispuestos a obrar.
Sólo faltaba un buen organizador: éste fue Makhno.
La
misión de su compañía era: a) un trabajo
activo de propaganda y de organización entre los campesinos; b) la lucha
implacable contra todos los enemigos. Como fundamento de esa lucha tenía por
lema: « Todo agrario que persiga a los campesinos, todo agente de policía
del hetman, todo oficial ruso o alemán, en tanto que enemigo mortal e
implacable de los campesinos, no hallará piedad alguna y será suprimido».
Además, según los principios de los insurrectos, debía ser ejecutado todo el
que participase en la opresión de los campesinos pobres y de los obreros, en la
supresión de sus derechos o en la usurpación de su trabajo.
En
dos o tres semanas, ese destacamento era ya objeto de terror, no sólo para la
burguesía local, sino también para las autoridades austroalemanas. El campo de
acción militar y revolucionaria de Makhno era considerable; se extendía desde
la estación de Lozovala a Berdiansk, Mariupol y Taganrog y desde Lugansk y la
estación de Grichino hasta Ekaterinoslav, Alexandrovsk y Melitopol. La rapidez
de los movimientos era la particularidad de la táctica de Makhno. Gracias a ella
y a la extensión de la región, aparecía siempre de improviso en el lugar en que
menos se le esperaba.
En
poco tiempo envolvió en un círculo de hierro y de fuego toda la región en que
se atrincheraba la burguesía local. Todos los que durante los dos o tres meses
de la heimanchina lograron afirmarse en sus viejos nidos señoriales, todos los
que se embriagaron en la sumisión de los campesinos, saqueando sus tierras y
gozando de los frutos de su trabajo, todos los que reinaban como amos sobre
ellos, se encontraron repentinamente bajo la mano implacable e inexorable de
Makhno y de sus guerrilleros. Rápidos Como el huracán, intrépidos, inaccesibles
a la piedad ante los enemigos, caían Como el rayo en tal o cual propiedad,
masacraban a todos los adversarios declarados de los campesinos y desaparecían
tan rápidos como habían llegado. Y al día siguiente Makhno hacía lo mismo a
cien kilómetros de distancia: aparecía súbitamente en alguna población,
masacraba a la guardia nacional (la varta), los oficiales, los señores agrarios
y se eclipsaba antes de que las tropas alemanas, apostadas muy cerca, tuviesen
tiempo de comprender lo que ocurria. Al día siguiente estaba a cien kilómetros
de allí y caía sobre un destacamento expedicionario enviado para reprimir a los
campesinos o bien ahorcaba algunos guardias nacionales.
La
guardia nacional se alarmó. Las autoridades austroalemanas también.
Fueron enviados varios batallones para aplastar a Makhno y apoderarse de él. En
vano. Excelentes jinetes desde la infancia, teniendo en el camino caballos de
repuesto a voluntad, Makhno y sus partidarios eran absolutamente inasibles;
hacían en veinticuatro horas marchas imposibles para las tropas de caballeria
regulares. Muchas veces, Como para burlarse de sus enemigos, Makhno aparecía en
el centro mismo de Gulai-Pole o en Pologui, donde había siempre numerosas
tropas austroalemanas, o bien en algún otro lugar de concentración de tropas,
matando los oficales que caían bajo su mano y desapareciendo sano y salvo sin
dejar el menor rastro de su derrotero. O bien en el momento preciso en que se
seguía su pista reciente, aprestándose a rodearlo y prenderlo en una aldea
señalada por alguien, él, vestido con el uniforme de la guardia nacional, se
mezclaba, con un pequeño número de sus guerrilleros, en el núcleo enemigo, se
informaba de sus planes y disposiciones, se ponía después en marcha en
persecución de Makhno, con un destacamento de la guardia, al que exterminaba
luego.
La
población campesina toda prestaba su concurso eficaz y hábil a la gente de
Makhno, que tenía la certeza de encontrar refugio seguro, víveres, caballos y
hasta armas. Los campesinos solían ocultar a los revolucionarios en sus
viviendas con riesgo de sus vidas. Muchas veces, los habitantes de un pueblo
dirigían a la guardia nacional y a las tropas perseguidoras de Makhno sobre una
ruta falsa, mientras éste y sus jinetes se hallaban en el mismo pueblo o en
lugar opuesto al indicado.
Muchas
aldeas eran castigadas despiadadamente por su actitud a favor de los
insurrectos; todos los hombres eran atrozmente golpeados a baquetazos y los
sospechosos fusilados en el acto. Se quemaban aldeas enteras por venganza. Pero
ninguna violencia era capaz de dominar la resistencia tenaz de la población
trabajadora contra los invasores y sus protegidos: propietarios y
contrarrevolucionarios.
En
lo que concierne a las tropas austroalemanas y magiares, los guerrilleros se
mantenían en la regla de acción siguiente: matar a los oficiales y dar libertad
a los soldados prisioneros. A éstos se les proponía volver a sus países,
relatar lo que hacían los campesinos ucranianos y trabajar por la Revolución
social. Se les proveía de literatura libertaria y algunas veces de
dinero. No se ejecutaba más que a los soldados reconocidos culpables de actos
de violencia hacia los campesinos. Tal modo de tratar a los prisioneros ejerció
sobre ellos cierta influencia revolucionaria.
En
este primer período de su actividad, Makhno fue el organizador y guía de los
campesinos y el temible justiciero del pueblo oprimido. Cientos de señores
agrarios emboscados, miles de opresores y beligerantes fueron destrozados. Su
actitud resuelta, la rapidez de sus golpes certeros y la imposibilidad de
capturarlo muerto o vivo, hicieron su nombre célebre y ante él temblaban de
odio y terror los burgueses y las autoridades, mientras que entre el pueblo
trabajador despertaba sentimientos de profunda satisfacción, de altivez y de
esperanza. Pronto fue Makhno una figura legendaria. Había en su carácter y en
su conducta extraordinaria audacia, firme voluntad, perspicacia vigilante y, en
fin, un humor simpático. Todas estas cualidades se imponían al pueblo. Más no
era todo esto, con ser mucho, lo fundamental en la personalidad de Makhno. Su
temperamento combativo, sus empresas insurreccionales no fueron sino las
manifestaciones primeras de su enorme talento organizador y defensivo, que más
tarde se reveló en toda su capacidad.
Multiplicaba
las reuniones públicas en todas partes, escribía informes sobre las
labores inmediatas, sobre la Revolución social y sobre la vida en comunidad
libre e independiente de los trabajadores como fin supremo. Redactaba
continuamente manifiestos al pueblo, a los soldados invasores y a los cosacos
del Don y del Kuban.
Así
hablaba Makhno a las grandes masas campesinas:
«¡Vencer
o morir! Este es el dilema del momento histórico para los campesinos y obreros
de Ucrania. Más nosotros no podemos morir todos porque somos ini1umerables.
¡Nosotros somos la humanidad! ¡Por eso triunfaremos! Y no venceremos para
repetir el terror de los pasados años: el de remitir nuestra suerte a nuevos
amos. Venceremos para tomar nuestros destinos en propias manos y disponer
nuestra vida conforme a nuestra voluntad y nuestra verdad.»
Exilio
en París
Perseguido
por los bolcheviques y los burgueses, Makhno se escapa (Rumania, Polonia) y
llega a París. Durante su estancia en París Majno demandó, mediante escritos y
conversaciones, una mayor autodisciplina personal de los anarquistas y una
organización capaz de dotar de efectividad y homogeneidad al movimiento. Parece
que alabó en una entrevista con miembros de la FAI, entre los que estaba
Buenaventura Durruti, la capacidad organizativa
del anarquismo español de esa época. Makhno y otros exiliados (Pierre
Archinov, Ida Mett. etc) promueven la Plataforma Organizativa para
una Unión General de Anarquistas (Propuesta).
Hasta
el final de sus días se ganó la vida como el obrero que era (en Francia, en la
fábrica Renault).
Muere
el 25 de Julio de 1934 enfermo de Tuberculosis, lo
incineraron pocos días después de su muerte, enterraron sus cenizas en el
famoso cementerio de Père-Lachaise en París, a su entierro asistieron unas 500
personas. En aquellos momentos estaba casado con Halyna Kuzmenko y tenía una
hija llamada Yelena. Durante la ocupación nazi de Francia, fueron
deportadas a Alemania a trabajos forzados. Al final de la guerra fueron
arrestadas por el NKVD soviético y enviadas a Kiev, donde en 1946 fueron
juzgadas y condenadas a trabajos forzados. Después de su liberación
en 1953 vivieron en Kazhajastán.
La Makhnovtchina
Si en la historia hay sucesos cuya existencia ha sido tratada de borrar por todos los medios por los gobiernos y discursos, probablemente el majnovismo sea uno de los mas golpeados por el olvido.
Si en la historia hay sucesos cuya existencia ha sido tratada de borrar por todos los medios por los gobiernos y discursos, probablemente el majnovismo sea uno de los mas golpeados por el olvido.
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