martes, 12 de abril de 2016

Errico Malatesta



Errico Malatesta es uno de los grandes teóricos del anarquismo moderno y con él podemos decir que se cierra la etapa de los clásicos anarquistas (junto a Proudhon, Bakunin y Kropotkin).
Su pensamiento post-materialista abre una corriente, hasta el momento inexistente en la teoría anarquista, hecho que le llevará a un conflicto ideológico con el mismo Kropotkin. Sus teorías influirá en las nuevas corrientes filosóficas que surgen a fines del XIX y comienzos del XX entorno al neokantismo y neoidealismo.
Errico Malatesta nació el 14 de diciembre de 1853 en Italia, en un contexto familiar pequeño burgués. A los catorce años es encarcelado por haber escrito una carta contra Victor Manuel, respirando republicanismo.

En 1869 comienza medicina en Nápoles, fecha en que se funda allí una sección de la Internacional. Al año siguiente es expulsado de la Universidad y en 1871 vuelve a la cárcel, mientras se declara la Comuna de París.

En 1872 conoce a Bakunin en Zurich, fundando ambos la Alianza de los Revolucionarios Socialistas. Asiste al Congreso Antiautoritario del Jura (Berna). Vuelto a Nápoles, es encarcelado. Conoce a Carlo Cafiero y le gana para el anarquismo. En 1874 se hace mecánico, oficio del que vivirá. Viaja por primera vez a España: Barcelona, Madrid (entrevista con Morago), Cadiz.

En 1877 es detenido por participar en la revuelta de Benevento.

En 1879 conoce en Ginebra a Kropotkin. En 1881, Londres le acoge como exilado. Asiste al Congreso Internacional Socialista. Dos años mas tarde vuelve a Italia, en Florencia funda el periódico La Cuestión Social. Por haber reorganizado la Internacional es detenido, y puesto en libertad provisional a final de año.

En 1884 asiste, gracias a sus conocimientos médicos, a la población napolitana diezmada por el cólera, rechazando sin embargo los títulos de agradecimiento que la burguesía le ofrecía. Al año siguiente viaja a Buenos Aires. Busca oro, que no encuentra. Tala árboles. El dinero para la propaganda había de ser limpio, ganado con el trabajo.

En 1889 funda el periódico La Asociación en Niza. Durante el bienio 1891-92 retorna clandestinamente a Italia y luego a Suiza y España dando mitínes. Visita a Tárrida de Mármol y en Sevilla a Ricardo Mella, tan parecido a Malatesta, y a Fermín Salvoechea.

En 1893 viaja a Bruselas, nueva vuelta a Italia para alentar el movimiento insurreccional del sur del país.

En 1897 funda en Ancona L´Agitazione. Es detenido y luego arresto domiciliario. Como Bakunin y Kropotkin logra fugarse de Londres.

En 1907 activa la huelga portuaria en Amberes.

En 1913 puede volver libremente a Italia, con la nueva situación política. Funda la revista Volontá. A los pocos meses debe, sin embargo emigrar a causa de la `semana roja` de junio.

En 1916 frente a la mayoría anarquista, expresa en Freedom su antimilitarismo ante la Guerra Mundial.

En 1919 acaba de nuevo su exilio, es recibido en Italia como un héroe legendario. Meses después dirige el diario milanés Umanitá Nuova. Y nuevo arresto.

En 1924 a sus 73 años funda la revista bimensual Pensiero e Volontá. Nuevo arresto domiciliario. Escribe Recuerdos sobre Bakunin.

En 1931 muy enfermo ya, escribe un hermoso ensayo sobre Kropotkin, el maestro del que discrepaba. Esa discrepancia no impide reconocimiento ante el mundo.

El 22 de julio de 1932 muere en medio de mil penalidades (hambre, ostracismo, interdicción civil, etc.) a que Mussolini le sometió con especial sadismo en estos últimos años. Como patética muestra de ello, es la carta de la esposa de Malatesta a Luigi Fabbri, recogida en los Scritti Scelti de G. Berneri.

Malatesta, hombre que prefirió buscar oro a robar bancos, que se ganó su vida como modesto mecánico, fue un auténtico Marco Polo de la Anarquía predicando por toda la tierra. Hombre dialogal y moderado en su vida, con el ascetismo de los humildes y la radicalidad infatigable de los luchadores legendarios. Sus ideas perduran hoy más que ningunas otras en un anarquismo renovado y creador. 

La revolución tiene que ser necesariamente violenta, aunque la violencia sea en sí misma un mal. Tiene que ser violenta porque sería una locura esperar que los privilegiados reconocieran el daño y la injusticia de sus privilegios, y se decidieran a renunciar de ellos voluntariamente. Tiene que ser violenta porque la violencia revolucionaria transitoria es el único medio para poner fin a la mayor y más perpetua violencia que tiene esclavizados a la gran mayoría de los seres humanos.
Errico Malatesta


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