Para los que habíamos crecido bajo el franquismo con la idea de que ser un trabajador significaba ser alguien obligatoriamente inculto, encerrado en sus cosas, el fútbol y poco más, descubrir que existían obreros como José Peirats, aparecía como una revelación, una prueba de que otra clase obrera era posible...
José Peirats historiador (Vall de Uxo, Castellón, 1908-1989), destacado militante e “intelectual orgánico” de la CNT y la FAI, fue conocido tanto por sus actividades como por sus trabajos como divulgador e. Emigró a Barcelona cuando tenia 4 años, y a los 9 se instaló en el barrio de La Torratxa, de L´ Hospitalet. A su propio decir, trabajó como «un bruto» como ladrillero desde los 9 años hasta el 18 de julio de 1936. A los 14 años ingresó en la CNT y comenzó a sentir una gran pasión por la cultura. Peirats lee de todo, su fiebre de lectura llega hasta Volney, Darwin, Haeckel y se extiende hacia los clásicos griegos y, claro está, los anarquistas. Frecuenta la escuela nocturna del legendario educador Juan Roige. Vive intensamente la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera, y sobresale en las actividades culturales del Ateneo del barrio. Posteriormente, Peirats participa en el Ateneo Racionalista de Sants, mostrándose muy preocupado por la acción cultural: «…queríamos que la cultura no fuese ni comunista ni anarquista, porque la cultura es algo general de la humanidad y por eso tratábamos en nuestros cursos de conferencias de temas de cultura general, desde la astronomía a la química o a la pedagogía (…) queríamos que los jóvenes que se formaban con nosotros, y nosotros con ellos, tuviesen una visión de la cultura lo más amplia posible; que tuviesen una base cultural y no una cultura adocenada y clasista, saturada de temas obreristas», (Declaraciones en Tiempo de Historia).
A los 20 años, el ladrillero publica el Boletín del sindicato de los ladrilleros. Colabora en toda la prensa anarquista y anarcosindicalista de los años treinta utilizando diferentes seudónimos, fue redactor del diario Solidaridad Obrera, y director de Acracia, de Lleida. Peirats se especializó en temas judiciales y desarrolló un estilo literario muy semejante al de Felipe Aláiz y Angel Samblancat. Fue adversario de las posiciones «trentistas» («no por sus tesis sino por su fermento escisionista») y estuvo siempre dentro de la FAI, aunque se proclama en «contra la prepotencia desquiciada de la FAI, que siempre tuve por no anarquista y bolchevizante». Militante de las Juventudes Libertarias; delegado y secretario de actas en el Congreso de Zaragoza, teniente de la 26ª División del Ejército popular republicano, cruza la frontera en unión del resto de la unidad al finalizar la guerra en Cataluña.
Estamos hablando pues de un militante de a pie que vivió en primer plano todos los grandes momentos de la historia del movimiento cenetista, del que fue además el principal historiador desde el exilio, con una obra histórica inexcusable: La CNT en la revolución española. Nacido en una familia de alpargateros que emigró a Hospitalet, Peirats aparte de ladrillero ejerció diversos oficios, y desde muy joven fue un voluntarioso y muy reconocido autodidacta formado estrictamente en la tradición anarquista, la propia del barrio de Coll-Blanch-Torratxa, especialmente curtido tradicionalmente en las luchas obreras y en las actividades ateneístas, de las que tantos testimonios nos hacía llegar Francecs Pedra. Se trataba entonces de conocer los clásicos anarquistas, pero también una cultura no partidaria, la cultura, dirá, de la humanidad: "Por eso -dirá- tratábamos en nuestros cursos de conferencias de temas de cultura general, desde la astronomía a la química o a la pedagogía...También nos interesaban los temas sexuales, naturalmente, y los tratábamos a nuestra manera, hablábamos, entre otras cosas, del amor libre". Los que le conocieron entonces lo recuerdan como un muchacho retraído y estudioso, convencido de que todavía le quedaba mucho por aprender para asumir tareas de responsabilidad porque, como diría un ácrata sevillano en el Congreso de Zaragoza de 1936, para hablar de anarquismo había que enjuagarse varias veces la boca y no hablar por hablar.
Durante los años siguientes el compromiso de Peirats será vertiginoso: secretario de grupos de Barcelona de la FAI ("Ios que estábamos en la FAI teníamos nuestra pistola (...) dispuestos a usarla y no a llevarla de adorno, y nos prestábamos a hacer lo que había que hacer. Por ejemplo, si había que proteger una manifestación, había siempre elementos armados, para que cuando se producía el ataque de la policía, hacerla frente... Yo he llevado mi pistola, pero no recuerdo haber disparado nunca contra nadie"); militante de las Juventudes Libertarias; delegado y secretario de actas en el Congreso de Zaragoza; redactor de Solidaridad Obrera, y en los años de la guerra director de Acracia.
Sus posiciones militantes son complejas, y sus influencias muy variadas. En 1934 abandona la FAI por discrepar con el sistema de mayorías y ser contrario al llamado "bolchevismo" de "Ios Solidarios". Admira seriamente a Joan Peiró, pero dimite de "Solidaridad Obrera en oposición al posibilismo trentista. Durante la guerra será uno de los portavoces que opone la construcción del sistema de colectividades y los principios libertarios a la actuación del equipo rector de CNT-FAI. Desde el 37 combate en el frente de Aragón donde será teniente de la 26ª División del Ejército Popular al mando de Ricardo Sanz. Cuando cruza la frontera francesa es llevado al campo de concentración de Mont Louis, en Cerdeña, para pasar luego por otros campos hasta que en 1940 logra marchar a Santo Domingo, iniciando así una ardua aventura centroamericana.
La aventura del exilio le lleva a desembarca en la República Dominicana que vive bajo el terror de la familia Trujillo. Trabaja en las fronteras con Haití hasta que una fundación norteamericana presidida por John Dos Passos que quiere facilitar una solución a los españoles exiliados mediante la creación de unas colonias agrícolas en el Ecuador, le permitió salir de allí para llegar, después de diversas vicisitudes marineras, al puerto de Guayaquil. Vivió entonces cortado de la civilización, en plena sierra oriental donde la estación de las lluvias se prolongaba por meses enteros. Aunque se entregaron en cuerpo y alma a la tarea --Peirats se hizo un consumado panadero--, la situación cambia cuando a raíz de la entrada de los Estados Unidos en la guerra, la fundación cesa en su ayuda. Navega entonces hacia México en un barco que va a la deriva y sin subsistencias en medio de un mar Pacífico que hace honor a su nombre. Llega a Panamá y se gana la vida trabajando en oficios diferentes, entre ellos el de fotógrafo ambulante.
Luego marcha a Venezuela donde colabora en el periódico El País y en 1947 asiste a una Conferencia Intercontinental del Movimiento Libertario en París. Regresa clandestinamente a España como miembro de las Juventudes Libertarias. De nuevo en Francia ocupa la Secretaria del Movimiento Libertario y pasa a ser uno de los más incisivos polemistas en los diferentes debates que conmueven el exilio, en particular sobre el tema de la posible participación en los sucesivos gobiernos republicanos. Teóricamente, Peirats siempre se manifestó contrario al gubernamentalismo anarquista. Cuando en 1948 trabaja en la instalación de una explotación maderera en las Landas francesas, le llega la propuesta para hacerse cargo «de una extensa obra sobre la actuación de la CNT en la guerra y en la revolución española. Era una tarea importante que llevaría años de trabajo en condiciones nada favorables. Pero acepté sin vacilaciones, entregándome de lleno a la tarea, consultando archivos, reuniendo documentos y dialogando con cuantos habían intervenido personalmente en cada uno de los acontecimientos». Tras cuatro años de intensa labor --parte de la cual transcurre en la cárcel--, concluye La CNT en la revolución española (editada en 3 volúmenes por Ruedo Ibérico; reedición Madre Tierra), que se agota rápidamente. Sin duda esta es la obra capital de Peirats y resulta, con todas las limitaciones obvias derivadas tanto de las condiciones materiales en que fue escrita como de su carácter «orgánico» --fue un encargo del Congreso de 1947 celebrado en Toulouse--, comparable por su importancia con El proletariado militante, de Anselmo Lorenzo. Imprescindible para cualquier estudio serio sobre la revolución española y la actuación de los anarquistas, fue también la base para una versión reducida titulada Los anarquistas en la Guerra Civil española (Júcar, Madrid, 1976).
En Francia será secretario de la CNT, siempre en una línea ortodoxa, contraria a la colaboración con las demás fuerzas antifranquistas y situado en el ojo del huracán de las innumerables controversias confederales. Su compromiso con los empeños reconstructores en el interior le lleva a desafiar la represión franquista y viajar clandestinamente alentando la formación de grupos de acción antifranquista. En 1947 tiene también lugar el Congreso de la CNT realizado en Toulouse en el que se le encargará la redacción de una historia de La CNT en la revolución española, obra a la que dedicará los cuatro años que siguen, y que puede considerarse un aporte vivo y apasionado a la bibliografía de una revolución que se había ocultado
Las actividades de Peirats como historiador se pueden dividir al menos en dos partes. La principal, es la del encargo del Congreso de Toulouse, que llevó a cabo mediante una labor de investigación en la que contó con la ayuda inapreciable de su propia experiencia militante, la documentación que la CNT congregó en el exilio y la contribución de centenares de militantes, protagonistas de los acontecimientos que ofrecieron a Peirats una panorámica irrepetible. La obra se inserta además en un momento en el que la mirada sobre la guerra civil comienza a replantearse la cuestión del hecho revolucionario, hasta entonces camuflado por las izquierdas republicanas moderadas y, como es obvio, por el franquismo. Desde su aparición en la mítica edición de Ruedo Ibérico, La CNT en la revolución española y que se convirtió en un libro básico, digno de ser comparado con otro igualmente célebre que trata de los orígenes del anarquismo: El proletariado militante, de Anselmo Lorenzo.
Está claro que Peirats no es un pensador original, sus ideas son las de la tradición libertaria (esto es notorio por ejemplo en su concepción sobre el Estado cuando escribe «La conquista del Estado es una ilusión. El Estado conquista finalmente a sus conquistadores. O convierte en Estado a cuantos llegan hasta él, por sufragio o por asalto»), y su principal característica radica en que personifica como pocos a ese importante sector de obreros autodidactos educados y forjados en las luchas sociales y en la intensa vida cultural proletaria de finales de los años veinte y la década de los treinta. Hombre de carácter, de voluntad critica, áspera e independiente, lo cual ha motivado no pocas discusiones en las filas anarquistas del exilio, y con numerosas personalidades y comités. Después de 37 años de exilio, pudo regresar a España con la ilusión de una pronta e inevitable reconstrucción del anarcosindicalismo. En su actuación pública, durante un mitin multitudinario --el primero y el último de esta amplitud en la efímera reconstrucción cenetista-- en Barcelona, en el Estadio de Montjuich, sus palabras sobre las autonomías, muy en la honda proudhoniana, dieron lugar a una reacción crispada dentro y fuera del movimiento al que pertenece.
Sus actividades como escritor y publicista libertario fueron tan apasionadas como circunstanciales. Entre las obras de historia que entran en esta categoría se encuentra sobre todo su vulgata de la obra anterior: Los anarquistas en la guerra civil española. También hay que añadir a esta trayectoria dos obras importantes, una documentada biografía de Emma Goldman, y una serie de biografías publicadas con el título de Figuras del movimiento libertario (Ed. Picazo, BCN, 1977),, en las que se reconstruye los datos más interesantes de muchos militantes que Peirats rescata con emoción y veracidad del olvido, y sobre los cuales tiene sus propias aportaciones. La lista de sus obras, y sobre todo de sus artículos, es enorme. Son trabajos publicados en editoriales y prensa del movimiento libertario en el exilio, obras de interés muy desigual, producto en muchos casos de polémicas ya muy lejanas, pero en las que brilla el temple de aquel ladrillero autodidacta que será reconocido como un militante revolucionario duro y entregado y en un erudito con el que la discusión podía ser -lo era sin duda- áspera y difícil, pero en la que estaba desterrada la hipocresía.
En el cisma CNT-CGT de 1979-80 siguió a los escindidos "posibilistas", pero se retiró a Vall de Uxo manteniendo una actitud de "lejos del mundanal ruido", orgulloso y fiel a sí mismo, dolorido ante el curso cenetista, perplejo ante la marcha de la historia y decepcionado de proyectos editoriales que se quedan en el cajón.
Otras obras suyas son: Emma Goldman. Una anarquista de dos mundos (Campo Abierto, Madrid, 1977, reedición Laia, BCN), Diccionario del anarquismo (Dopesa, BCN, 1977). Al exilio corresponden: Examen crítico-constructivo de movimiento libertario español (Ed. Mexicanos Reunidos, 1967), Voluntarismo y determinismo; La destrucción del Estado; España: ¿transición o continuidad? (Toulouse 1973); Estampas del exilio… Anarquismo, Breve historia de la CNT, La pretendida destrucción del Estado (las tres en Madre Tierra). Peirats escribió para la prensa libertaria numerosas semblanzas biográficas, varias traducciones (como El debate imaginario entre Marx v Bakunin, de Maurice Crompton), así como algunos prólogos como el que antecede al un libro tan notable como el de H. E. Kaminski, Los de Barcelona (Cotal, BCN, 1977). En Tiempo de Historia nº 62 apareció una larga entrevista sobre su vida y sus ideas. La revista barcelonesa Anthropos (nº18), le dedicó uno de sus «dossiers»: José Peirats Valls: Una experiencia histórica del pensamiento libertario. Memorias y selección de artículos breve, que contiene igualmente una completa bibliografía.
Artículos de Pepe Gutiérrez-Álvarez
domingo, 25 de septiembre de 2011
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