domingo, 13 de octubre de 2013

Ferrer y Guardia y la Escuela Moderna




Una constante a lo largo de la historia del movimiento libertario ha sido el interés que ha despertado la difusión cultural en general, y el hecho educativo en particular. Este interés por la enseñanza ha propiciado dentro del movimiento libertario interesantes debates sobre las distintas relaciones posibles de lo educativo y la transformación social revolucionaria. Pero además, y probablemente antes que preocupados teóricos, los militantes anarquistas han sido incansables activistas que han puesto en marcha innumerables proyectos educativos con diferentes características pero guiados todos ellos por unos principios comunes, de los que queremos mencionar los siguientes: - Una educación en libertad y para la paz
- Una educación integral, es decir, que aúne lo manual y físico con lo intelectual y todo ello con lo emocional.
- Una educación individual, donde lo específico de cada ser no vaya contra lo colectivo.
- Una educación encaminada hacia la formación de principios morales y solidarios.
- Una educación no circunscrita a la infancia, ni a la institución escolar, etc.
De los muchos compañeros que admirablemente se han lanzado a la lucha contra la incultura impuesta a las clases trabajadoras desde hace siglos por la Iglesia y el Estado, debemos detenernos en un militante catalán, Francisco Ferrer y Guardia (Alella 1859- Barcelona 1909), que destaca por la creación de un proyecto que ejerció una gran influencia en las líneas de actuación de los militantes anarcosindicalistas en el campo educativo hasta 30 años después de su muerte.
La Escuela Moderna, el proyecto educativo ideado por Ferrer y Guardia que nace en Barcelona en septiembre de 1901, comienza su andadura en una España que a principios de siglo (hacia 1910) contaba con un índice de analfabetismo que estaba cerca del 59 % y que tenía a la Iglesia Católica como principal protagonista de la actividad docente desarrollada en territorio estatal. Así no podemos sorprendernos de que las escuelas de la época se caracterizaran por la brutalidad de la represión física y el peso del elemento doctrinal católico. Frente a este panorama, la Escuela Moderna adopta muchos de los principios pedagógicos más avanzados de la época a los que añade los fundamentos del anarquismo y del librepensamiento.
Ferrer, a través de la obra editada por Anselmo Lorenzo, La Escuela Moderna, póstuma explicación y alcance de la enseñanza racionalista nos ha legado algunas reflexiones sobre esos fundamentos que sostuvieron o pretendieron sostener la actividad de este proyecto y que hemos resumido del siguiente modo:
Enseñanza mixta.
En la abrumadora mayoría de las escuelas de la época se separaba a los alumnos según su sexo. Esto era el reflejo del fanatismo religioso y su patriarcado radical que marcaba unos determinados roles de género: la mujer se debía al hombre, siendo ésta sostenedora del papel de reproductura y pilar de las esferas privadas de la vida familiar. Ferrer apuesta por la coeducación de sexos como instrumento de combatir la absurda desigualdad entre mujeres y hombres.
Importancia del higiene.
Dicen los documentos de la época que la suciedad en las escuelas, y no sólo en las escuelas, era tal que los niños iban allí a coger enfermedades. Por ello, el movimiento higienista del que la Escuela Moderna participa en cierto modo se preocupa de combatir la superstición de la suciedad y la mierda secularmente alimentada por la Iglesia gracias a su mensaje de despreocupación por lo físico y terreno frente al alma y lo ultraterreno.
Enseñanza integral.
Valor del juego en el proceso de aprendizaje.
Frente a los modelos de enseñanza donde se impone un cruel aburrimiento y se reprime cualquier método lúdico de aprendizaje Ferrer señala la importancia del juego como forma de libre desarrollo.
Enseñanza racionalista.
Frente al asfixiante dominio que ejercía la Iglesia católica sobre la vida cotidiana del pueblo con su moral y su visión del mundo, Ferrer cree que la Ciencia será la base sobre la que se construirá el nuevo hombre libre. En Ferrer, la admiración por la filosofía positivista, no es nada más que la asunción del modelo filosófico que él considera más avanzado en su época y que va a impregnar muchas de las reflexiones y prácticas de la pedagogía ferreriana.
La coeducación de clases sociales.
Éste ha sido uno de los aspectos más criticados por muchos seguidores de Ferrer y por otros militantes anarquistas de la época. Los críticos con la educación de distintas clases sociales en un mismo proyecto educativo razonan que la enseñanza de raíz libertaria debe ser una enseñanza al servicio de la clase obrera, pero en las páginas en las que Ferrer explica sus ideas sobre este asunto parece vislumbrarse la intención de que exista total coherencia entre medios y fines, aspecto ético fundamental del anarquismo. El pedagogo catalán construye una escuela en cuyas entrañas no hay clases sociales como debiera ser la escuela y la sociedad futura. Si bien algunos críticos e intérpretes de la Escuela Moderna muestran algunas contradicciones de la practica de la coeducación de clases en esta escuela barcelonesa.
Rechazo de premios y castigos.
El sinsentido de los castigos y su abuso de gran valor anti-educativo y la utilización de premios que promueven entre otros valores la vanidad o la frustración son rechazados.
No podemos ser exhaustivos ya que no queremos alargarnos. Por eso, sólo recordaremos brevemente otros importantes aspectos como el carácter antiestatista de la Escuela Moderna o el desbordamiento de su actividad educativa que también se concretaba en un boletín y lo que fue el germen de una universidad popular; no podemos olvidar tampoco el interés por las metodologías prácticas y la iniciativa del niño que le dio a éste un mayor protagonismo en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
El éxito de la Escuela Moderna fue considerable. Comenzó el curso de 1901 con 30 alumnas y alumnos y en 1908 hay diez escuelas modernas sólo en la ciudad de Barcelona que cuentan con un número aproximado de 1.000 alumnas/os.
El asesinato legal cometido por el Estado español en 1909 terminó con Ferrer pero no consiguió, ni mucho menos, detener el impulso que ya había tomado el modelo pedagógico racionalista que durante 30 años tuvo una gran importancia para la historia educativa de la clase obrera en España y en especial para el influyente movimiento anarcosindicalista. Dicho impulso saltó las fronteras establecidas y además de extenderse por Cataluña, Valencia, Andalucía, Madrid, etc. también llegó a Suiza, Bélgica, Portugal, Argentina, Estados Unidos y Brasil, entre otros lugares.
El interés que ha despertado la obra de Ferrer, se puede comprobar a través de la extensa bibliografía que ha generado su tarea con seguidores y detractores poco rigurosos y algunos estudios bastante interesantes que además de reconstruir las bases de la teoría y práctica del pedagogo catalán lo han analizado con resultados desiguales. De verdadero interés son las aportaciones de Cappelletti (1) (desde una óptica libertaria), Cambrá Bassols (2) (marxista) o las más fáciles de encontrar en librerías de Peré Solá (3).
Pasados 100 años desde que Ferrer fue fusilado, se hace necesario no abandonar al olvido a aquellos que lucharon con honestidad libertaria por un mundo nuevo, ahora que después de tanto tiempo parece que todavía tiene sentido aquello que dijo el de Alella:
"Educar equivale actualmente a domar, adiestrar, domesticar..."
Porque hoy, como hace un siglo, sigue siendo necesaria una sociedad decente donde quepa un lugar donde conocer, aprender y cooperar, por esto, es necesario recordarlos y aprender de sus errores y aciertos para seguir camino hacia la anarquía.
http://madrid.cnt.es/pedagogia_libertaria/articulo.php?id=2


Documental sobre Ferrer i Guardia - Viva la escuela moderna

 

jueves, 10 de octubre de 2013

12 de octubre: nada que festejar, por Eduardo Galeano




Cinco siglos de prohibición del arcoiris en el cielo americano.
El descubrimiento: el 12 de octubre de 1492 América descubrió el capitalismo. Cristóbal Colón, financiado por los reyes de España y los banqueros de Génova, trajo la novedad a las islas del mar Caribe. En su diario del Descubrimiento, el almirante escribió 139 veces la palabra oro y 51 veces la palabra Dios o Nuestro Señor. Él no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza en aquellas playas, y el 27 de noviembre profetizó: Tendrá toda la cristiandad negocio en ellas. Y en eso no se equivocó. Colón creyó que Haití era Japón y que Cuba era China, y creyó que los habitantes de China y Japón eran indios de la India; pero en eso no se equivocó.
Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso.
Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve.
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El 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón escribió en su diario que él quería llevarse algunos indios a España para que aprendieran a hablar (“que deprendan fablar”). Cinco siglos después, el 12 de octubre de 1989, en una corte de justicia de los Estados Unidos, un indio mixteco fue considerado retardado mental (“mentally retarded”) porque no hablaba correctamente la lengua castellana. Ladislao Pastrana, mexicano de Oaxaca, bracero ilegal en los campos de California, iba a ser encerrado de por vida en un asilo público. Pastrana no se entendía con la intérprete española y el psicólogo diagnosticó un claro déficit intelectual. Finalmente, los antropólogos aclararon la situación: Pastrana se expresaba perfectamente en su lengua, la lengua mixteca, que hablan los indios herederos de una alta cultura que tiene más de dos mil años de antigüedad.

El 16 de diciembre de 1492, Colón lo había anunciado en su diario: los indios sirven para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo que fuere menester y que hagan villas y se enseñen a andar vestidos y a nuestras costumbres. Secuestro de los brazos, robo del alma: para nombrar esta operación, en toda América se usa, desde los tiempos coloniales, el verbo reducir. El indio salvado es el indio reducido. Se reduce hasta desaparecer: vaciado de sí, es un no-indio, y es nadie.

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En 1523, el cacique Nicaragua preguntó a los conquistadores:
–Y al rey de ustedes, ¿quién lo eligió?
El cacique había sido electo por los ancianos de las comunidades. ¿Había sido el rey de Castilla elegido por los ancianos de sus comunidades? La América precolombina era vasta y diversa, y contenía modos de democracia que Europa no supo ver, y que el mundo ignora todavía. Reducir la realidad indígena americana al despotismo de los emperadores incas, o a las prácticas sanguinarias de la dinastía azteca, equivale a reducir la realidad de la Europa renacentista a la tiranía de sus monarcas o a las siniestras ceremonias de la Inquisición.
En la tradición guaraní, por ejemplo, los caciques se eligen en asambleas de hombres y mujeres –y las asambleas los destituyen si no cumplen el mandato colectivo–. En la tradición iroquesa, hombres y mujeres gobiernan en pie de igualdad. Los jefes son hombres; pero son las mujeres quienes los ponen y deponen y ellas tienen poder de decisión, desde el Consejo de Matronas, sobre muchos asuntos fundamentales de la confederación entera. Allá por el año 1600, cuando los hombres iroqueses se lanzaron a guerrear por su cuenta, las mujeres hicieron huelga de amores. Y al poco tiempo los hombres, obligados a dormir solos, se sometieron al gobierno compartido.
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El Paraguay habla guaraní. Un caso único en la historia universal: la lengua de los indios, lengua de los vencidos, es el idioma nacional unánime. Y sin embargo, la mayoría de los paraguayos opina, según las encuestas, que quienes no entienden español son como animales.
De cada dos peruanos, uno es indio, y la Constitución de Perú dice que el quechua es un idioma tan oficial como el español. La Constitución lo dice, pero la realidad no lo oye. El Perú trata a los indios como África del Sur trata a los negros. El español es el único idioma que se enseña en las escuelas y el único que entienden los jueces y los policías y los funcionarios. (El español no es el único idioma de la televisión, porque la televisión también habla inglés.) Hace cinco años, los funcionarios del Registro Civil de las Personas, en la ciudad de Buenos Aires, se negaron a inscribir el nacimiento de un niño. Los padres, indígenas de la provincia de Jujuy, querían que su hijo se llamara Qori Wamancha, un nombre de su lengua. El Registro argentino no lo aceptó por ser nombre extranjero.
Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?


martes, 1 de octubre de 2013

Documento base sobre el posicionamiento de CNT en relación a la Memoria Histórica



POR UNA MEMORIA VIVA de la lucha anarcosindicalista
“El pasado no está muerto ni enterrado, de hecho ni siquiera es pasado” William Faulkner
El movimiento libertario en general y el anarcosindicalismo en particular han sido tradicionalmente objeto de persecución y represión violenta por parte del Estado y de sus habituales socios: ejército, iglesia y oligarquía económica. El poder ve en el anarcosindicalismo y el anarquismo dos de sus principales enemigos, ya que cuestionan tanto su existencia como su práctica mediante la solidaridad, el apoyo mutuo y la movilización obrera entendida como instrumento material para alcanzar un futuro libre de tiranías y yugos de cualquier tipo.
España es un país en el que a lo largo de su historia se han vivido intensas etapas de persecución del movimiento obrero, y en ese escenario la CNT ha sido una de las organizaciones a la par que más combativas sin duda, la más atacada y hostigada desde el poder, no sólo en períodos con gobiernos monárquicos o autocráticos sino también bajo la república, la dictadura franquista o la actual monarquía parlamentaria habida tras el proceso de la llamada transición. Con todos estos formatos de modo de gobierno se ha producido un ataque sistemático a las ideas del anarquismo y del anarcosindicalismo, que llegan a día de hoy y que continuarán a futuro. Contra la imagen del anarquismo que se ha difundido desde el periodismo, la literatura y la historia domesticada, la militancia anarquista ha padecido mucho más la violencia estatal de lo que la ha podido ejercer en algún período determinado.
Persecución y muerte son términos repetidos a lo largo de la historia de la CNT, por ello cumple hoy a la organización y a todos sus miembros o simpatizantes dar una contundente réplica en lo que se refiere a los resultados de la represión, así como difundir entre la opinión pública y el pueblo en su conjunto toda una serie de ataques que han supuesto muerte, cárcel, persecución, torturas, desapariciones, humillaciones, vejaciones, depuraciones y violencia indiscriminada de la que han sido objeto sus militantes y en muchos ocasiones sus propios familiares. Importa mucho por tanto romper el cómplice velo de silencio que desde el Estado y demás instancias de poder se está produciendo acerca de la memoria histórica, entendida como forma de reivindicación frente a la barbarie y represión aplicada al movimiento obrero, en nuestro caso al anarcosindicalismo y al anarquismo en general.
Los intentos por difundir bajo un punto de vista crítico la acción represiva durante la guerra civil y el franquismo, han contado con la mordaza de diferentes “gobiernos democráticos” y un tibio posicionamiento por parte de la socialdemocracia, que pese a haber promulgado una insuficiente ley de memoria histórica ni siquiera ha realizado el más mínimo esfuerzo para hacer que se cumpla; en sus manos, el tema de la memoria histórica ha sido solamente una herramienta para el combate electoral y no una cuestión de principios y de justicia. La derecha política y sus sectores más ultramontanos -herederos morales y materiales de la represión- justifican a día de hoy su existencia, crean irreales y falsarios documentos que tergiversan cifras e intensidad de la represión, y en el colmo de su farisaico cinismo tratan de minimizar las prácticas de barbarie humana ocurridas favoreciendo un olvido culpable.
La ley de amnistía de 1977
La constitución de 1978 no supuso una auténtica ruptura democrática con la dictadura franquista, sino una adaptación de sus leyes a la nueva realidad, en la que, a cambio de la ‘apertura política’ se conservaron la estructura del estado y sus integrantes. La ley de Amnistía de 1977 fue una ley de punto final que otorgó una total impunidad a los responsables de la represión en la dictadura, bajo la coartada de sacar de las cárceles a los presos políticos. Esta injusticia nos aboca desde entonces a una transición eterna, que no sólo deja sin resolver la actuación criminal del estado, sino que pone todos los obstáculos posibles a los que intentan sacar a la luz esos crímenes.
Al amparo de esa ley vergonzosa, ha crecido lo que se ha dado en llamar democracia. Una sistema político que nació lastrado por un régimen que sólo cambió algunas de sus formas, pero que mantuvo intactas las riendas del poder. La figura más clara es la monarquía, instaurada con el beneplácito del dictador. Los órganos e instituciones más altas del estado siguen dirigidas, en demasiados casos, por descendientes de las mismas familias responsables de la represión franquista; esos mismos clanes dominan en los partidos políticos, en la justicia, en la economía y en las grandes empresas del país; la ultramontana cúpula de la iglesia sigue añorando el fascismo sin recato alguno; incluso retirar sus símbolos de las calles sigue costando acudir a los tribunales, casi cuarenta años después de la muerte del dictador, lo que muestra por sí solo el carácter “modélico” de la transición.
La oposición de CNT a los pactos de la transición que dieron origen al actual sistema político, nos legitiman en la cuestión de la memoria histórica, en contraposición a otras organizaciones políticas y sindicales. En cambio, la izquierda parlamentaria debería asumir su papel de neta complicidad en la consolidación de un sistema político marcado por la impunidad de los criminales de estado, el olvido de los luchadores antifranquistas y el silencio de las víctimas de la dictadura.
La Ley de Memoria Histórica
Si la ley de amnistía es la primera losa sobre los represaliados del franquismo, la ley de Memoria Histórica, supone una segunda, porque lo que hace esta ley es consolidar esa situación según la cual los asesinatos cometidos por el franquismo no son tarea de las autoridades ni de los tribunales de justicia.
Una ley en la que el estado traslada nuevamente de sus responsabilidades y las deposita en las asociaciones de víctimas y familiares, subvencionando tareas como las de localización y exhumación de fosas en lugar de asumirlas y financiarlas directamente, de forma sistemática y con criterios científicos. Es paradójico, como señalan varias organizaciones internacionales, que las víctimas sean las encargadas de intentar rehabilitar su memoria, teniendo en cuenta además, que esa tarea está chocando con multitud de escollos administrativos, judiciales y económicos, dispuestos con el objetivo de entorpecer y silenciar esa rehabilitación. Este solo hecho, demuestra que el estado español sigue sin reconocer que es el heredero de aquél estado franquista y por tanto, el encargado de esclarecer los crímenes ejecutados por el estado durante la dictadura. En un sistema que pretende llamarse democrático, la diferencia entre la consideración institucional que reciben las actuales víctimas del terrorismo y la actitud que se muestra ante las víctimas del terrorismo de estado, debería cubrir de vergüenza a todos los que tienen responsabilidades públicas.
En esa misma línea de no asumir su responsabilidad, la ley evita anular las sentencias de la justicia franquista, a través del artificio legal de dejarlas “sin efecto”, lo que permite no tener que resarcir moral y materialmente a las víctimas; sigue sin reconocer a los guerrilleros antifranquistas y que deja sin resolver la devolución justa de los bienes expoliados por el franquismo a sus legitimos propietarios; una ley que equipara de nuevo a víctimas y verdugos, porque no está hecha para buscar la verdad, ni la justicia ni la reparación, sino para cerrar un período de nuestra historia cuyas heridas siguen sangrando porque sigue sin hacerse justicia. Una ley, en fin, que apenas deja a las victimas y sus familiares intentar reconstruir su propia memoria, pero que niega tajantemente la memoria colectiva del pueblo, la que reivindica la lucha contra la dominación y la barbarie fascista, que a la postre, es la única que puede conseguir que crímenes como aquellos no lleguen a repetirse.
Luchemos para devolver al pueblo su historia
Desde el punto de vista de la CNT, seguiremos anclados en el tardofranquismo político e institucional en el que vivimos hasta que se devuelva al pueblo la historia de sus luchas, sin la cual, los pueblos quedan reducidos a la nada. Para ello es fundamental participar en las actividades del movimiento social de recuperación de la memoria histórica con nuestra propia visión, aportando un componente social y libertario, reivindicativo y rebelde, que a veces queda difuminado.
Al mismo tiempo, hay que denunciar que hasta el momento las instituciones estatales han sido un estorbo para la recuperación de la memoria y para la exigencia de justicia; desde esta perspectiva, el estado sólo le cabe adoptar las siguientes medidas:
  • Derogar de la Ley de Amnistía de 1977, para que el genocidio franquista pueda ser investigado y juzgado en los tribunales españoles e internacionales.
  • Asumir por parte del estado todas sus responsabilidades en la búsqueda de VERDAD, REPARACIÓN Y JUSTICIA para con las víctimas del franquismo, como exige las normas internacionales en Derechos Humanos, legislación que la propia constitución de 1978 asume.
  • Investigar y difundir, para el público conocimiento de los responsables de la represión y la exigencia de responsabilidades a los franquistas supervivientes (políticos, militares, eclesiásticos, empresarios o miembros de los sindicatos verticales).
  • Localización y exhumación científica y sistemática de las fosas comunes devolviendo a los familiares los restos de las personas asesinadas, rechazando las medidas de carácter asistencialista introducidas por la Ley de Memoria Histórica, contrarias a las normas internacionales de derechos humanos al trasladar la responsabilidad del Estado a las asociaciones y particulares.
  • Declarar nula de pleno derecho toda la legislación franquista y los actos administrativos o jurídicos represivos derivados de ella, planteando un rechazo frontal a cualquier equiparación de víctimas con verdugos.
  • Eliminar todos los símbolos del régimen dictatorial, como monumentos, lápidas en las iglesias, cementerios o edificios públicos, nombres de vías públicas, establecimientos sanitarios o centros de enseñanza y cualquier otra referencia a la más siniestra época de la historia de España.
  • Indemnizar debidamente a cuantos sufrieron persecución y promover su rehabilitación pública, reponiendo de oficio los inmuebles, muebles, documentos y bienes de todo tipo que fueron incautados en base a la Ley de Responsabilidades Políticas y legislación conexa.
  • Reconocer la propiedad del patrimonio documental de las organizaciones políticas y sindicales, que fue incautado por el régimen anterior y que el actual maneja sin tener en cuenta el criterio de sus auténticos propietarios.
  • Impulsar una necesaria socialización de la historia, en aras de la justicia y la reparación, rechazando la justificación de acudir exclusivamente a la memoria individual y familiar para crear en cambio, una memoria colectiva y viva que pase por llevar la verdad a las calles, a las casas, y a los cementerios, pero sobre todo, a los colegios, institutos y universidades.
Por nuestra parte, la CNT se propone impulsar distintas acciones para poner de manifiesto los procesos de represión que ha soportado, romper el cerco de silencio que se ejerce desde el propio poder y desde muchos medios de comunicación o grupos ideológicos, que de un modo u otro quieren echar tierra sobre la represión al movimiento libertario, mirando para otro lado y tratando de extender un mensaje benévolo para aquellos criminales que la practicaron y salieron indemnes de responsabilidad alguna.
Hay mucho por hacer en este sentido, como investigar en profundidad y coordinar los esfuerzos en la recuperación de la memoria de nuestros perseguidos y represaliados a lo largo del tiempo, limpiar su buen nombre del olvido, reivindicar su figura frente a los juicios sumarísimos, las condenas de muerte, las torturas continuadas, los expedientes de depuración, las largas condenas carcelarias, la esclavitud de los trabajos forzados, los destierros, la exclusión profesional o los informes represivos emitidos por la Falange, requetés, curas, monjas y demás entidades benéficas católicas. Es preciso e inexcusable del mismo modo implementar un plan de localización y exhumación de fosas, pozos, cunetas y escombreras en las que aún hoy día siguen abandonados los restos de muchos de nuestros compañeros que fueron asesinados. También es obligada la reivindicación de la memoria de todos aquellos que participaron en los maquis y en la guerrilla urbana, limpiar la sucia imagen de bandoleros que les atribuye el franquismo y poner de relieve su esfuerzo e incondicional sacrificio en la lucha frente a la dictadura.
Reivindicar también el obligado y duro exilio social y económico al que se vieron abocados muchos militantes del anarcosindicalismo y del movimiento libertario, es otro de los campos en los que es preciso el desagravio de todos aquellos que hubieron de sufrirlo, aportando su esfuerzo a la lucha antifranquista y dejando así una imborrable semilla que perdura en el tiempo en diversos países de Europa, América o África. Es de justicia deshacer la imagen de que el exilio lo constituyeron los intelectuales acogidos en América Latina, para recomponer una imagen global en la que esa minoría no oculte la historia de los padecimientos del conjunto de exilio: miles de hombres y mujeres que en su mayoría no pudieron llegar al dorado exilio latinoamericano y permanecieron en Europa y el Norte de África, con la intención de continuar su combate contra el franquismo; un exilio que costó la vida a muchos hombres y mujeres en los campos de refugiados franceses, en los combates de la Segunda Guerra Mundial, en los campos de concentración nazis y también, en las actividades antifranquistas de posguerra.
La acción mediática de la reacción y la complicidad consciente de muchos durante la transición e incluso hoy día, han generado una serie de mecanismos que inciden en la justificación y el olvido, por lo que la reivindicación de la memoria adquiere el carácter de mecanismo vivo para combatir la impotencia e indefensión frente al poder en una sociedad cada vez más injusta y corrupta.
Está claro que nuestro concepto de memoria histórica difiere bastante del maniqueo modelo que se pretende desde el poder. Nosotros reivindicamos la verdad, la dura realidad sufrida, la vida militante de nuestros compañeros que fueron perseguidos y represaliados, queremos que resplandezca la figura de los que fueron torturados, fusilados o asesinados sin otro motivo que el de luchar esforzadamente por una humanidad libre. Por ello, ni tranquilidad ni reposo, hay cosas que no admiten mayor retraso o demora.
http://memoriahistorica.cnt.es/documento-base-sobre-el-posicionamiento-de-cnt-en-relacion-a-la-memoria-historica/