Entrevista a Emma
Goldman realizada por Domenico Ludovici
Es ya la segunda
vez que Emma Goldman, la muy célebre propagandista anarquista, viene a España.
Acudió enseguida el año pasado, después de las jornadas de julio, ofreciendo su
solidaridad, inteligencia y experiencia, a favor de la causa por la que lucha
desde hace cincuenta años con fe, pasión y sacrificios. Es pues la segunda vez
que me encuentro con ella para intercambiar unas impresiones en una breve
conversación. Y le hice esta pregunta:
Podría verte de
nuevo, Emma, no para una larga entrevista, sino para precisar bien tu
pensamiento para los lectores del Risveglio anarchico de Ginebra.
Sin vacilar un
segundo me contestó:
Vale. Prepara
tus preguntas, y nos podemos encontrar mañana.
De hecho, a la hora
convenida, nos encontramos en un cuartito de la Regional que le sirve de
despacho durante su estancia y allí empieza la conversación.
Ante todo dime
¿cómo encuentras a España, y en especial Cataluña, desde los meses en que no
estuviste?
Evidentemente
¿quién no ve que todo ha cambiado? ¿quién no ve que los compañeros de la
CNT-FAI, dominando ya de la situación y estando en los puestos de mayor
responsabilidad, ahora lo han perdido todo, si bien tienen quizás más que antes
la masa fiel a los dos organismos? ¿Quién no sabe y no ve que los comunistas,
de momento en la dirección de la cosa pública, no tienen ningún éxito? El
pueblo los detesta y terminado el chantaje debido a los suministros rusos de
armas, bien pagadas además pero absolutamente necesarias, en tierra de España
el estalinismo no arraigará nunca. Conviene por lo tanto aguardar y todo deja
esperar que, liquidada la guerra, la vuelta a la acción directa nos llevará a
las posiciones perdidas, siempre que no se repitan funestos errores.
¿Crees también
que la CNT FAI, a pesar de los errores a que aludes, ha ganado terreno en toda
España?
Ciertamente,
absolutamente en todas las provincias, principalmente de Madrid y de Valencia,
nuestras ideas se afirman y se desarrollan de modo extraordinario. Basta que
sepas que en esta última gira que hice con Federica Montseny y Souchy, por
todas partes hablamos delante de muchedumbres inmensas, vibrantes de un gran
entusiasmo, atentas sobre todo a nuestras afirmaciones más audazmente
anarquistas.
¿Crees que la
CNT-FAI, vencedora incontestada en las jornadas de julio, puede empujar más a
fondo la revolución?
Estoy profundamente
persuadida, segurísima, que si la CNT-FAI, teniendo todo en sus manos y bajo su
dependencia, hubiese bloqueado los bancos, disuelto y eliminado guardias de
asalto y guardias civiles, puesto candado a la Generalidad en vez de entrar en
ella para colaborar, dando un golpe mortal a toda la vieja burocracia, barrido
a los adversarios vecinos y lejanos, hoy, se puede estar seguro, no sufriríamos
la situación que nos humilla y nos hiere, por que la revolución hubiera tenido
para consolidarse lógicos desarrollos. Dicho esto, no entiendo afirmar que los
compañeros hubieran podido realizar la anarquía, pero sí encaminarlo,
aproximarse lo más posible a ese comunismo libertario de se habla aquí. Para
ser, con todo, objetiva, es necesario que diga, en honor a los compañeros
españoles, que son los primeros que han hecho un experimento de realizaciones
colectivistas en el campo y las fábricas, ejemplo único en la historia, en
tiempo de guerra y revolución.
¿No crees que
fue un grave error la participación de los anarquistas en el gobierno?
Naturalmente, y
cómo podría pensarlo de otro modo después de medio siglo de propagan-da hecha
en contra del Estado y de la autoridad, cómo podría aprobar y ratificar
contradicción y la incoherencia para con las ideas que aprecio? Entendámonos.
Los compañeros españoles han creído que no podían actuar diferentemente por el
interés de la revolución, por tanto si critico y no apruebo no voy hasta
condenarlos. No comprendieron que de un compromiso con refinados político,
tenía que resultar inevitable, fatalmente un engaño, sobre todo si se fundaba
en la política ambigua, tortuosa y falsa de Francia, Inglaterra y Rusia. Los
resultados no podían ser otros que lo que fueron y son. Y si yo desde hace
veinte años combato el bolchevismo no es sólo por su dictadura, sino y sobre
todo para rechazar cualquier compromiso, los compromisos con los bolcheviques u
otros, incitando a negar el anarquismo y a obrar contra la anarquía. La prueba
es que la participación de los nuestros en el gobierno ha dado los resultados
más desastrosos. Aunque no quiero ser absoluta en mi juicio, espero que no van
a repetir los mismos errores, por los que se sacrifican fe, rectitud,
independencia, para conseguir nada de nada de los improvisados amigos, para ser
primero premiados con insultos y calumnias y después, como ahora, encarcelados,
apuñalados, y además, fusilados.
¿Ves tú también
que ahora la CNT, a pesar del descontento que provoca entre sus afiliados,
practica demasiado la consigna de la no resistencia a todas las provocaciones
de la reacción, y que ha llegado el momento de defenderse, para no morir, como
dicen los franceses, à petit feu?
Lo veo también, y
estoy de acuerdo contigo, que la CNT hace concesiones exageradas sin necesidad,
pero todos los compañeros con quienes tomo contacto y que interrogo están
obsesionados por la necesidad de ganar la guerra y aniquilar el fascismo,
¡razón por la cual se dicen forzados a doblegarse, callar y tolerar resignados
la arbitrariedad del querido hermano en antifascismo! A mi parecer enjuician
mal la situación, y puedes entender que tengo una buena respuesta porque si es
muy verdadero que es necesario combatir el fascismo hasta el final, no puedo
admitir en absoluto que se tenga que tolerar otro fascismo más peligroso y
nefasto, enmascarado de popular, y que se deba ceder y ceder siempre hasta el
punto de hacer de la CNT, la más fuerte de las fracciones antifascistas, una
criada menor de edad y despreciable. Añade a eso el dejar hacer, el dejar obrar
dado a los gobernantes, de ahí el apetito que les viene comiendo porque tienen
por característica totalitaria de cortar y tomar siempre algo al pueblo, para
terminar con privarlo de todas sus conquistas y arrinconarle en la miseria y en
la esclavitud. Los hechos lo muestran todos los días y, como yo lo decía, de
concesiones en concesiones se van a perder todos los derechos, se van a perder
el pan, la libertad y la vida, con perder también la guerra y la revolución.
¿No ves ahora
que la teoría de la no resistencia hace de la CNT un organismo que
prácticamente acabará en el mezquino reformismo conservador y conformista, que
deploramos siempre y deploramos, como una cojera, una parálisis de cada
movimiento?
Exacto, pero no
creo aún que los nuestros han perdidos fe en la acción revolucionaria. Incluso
si en este punto igualmente están en el error, que llamaré de evaluación, no
percatándose de que persistiendo en las renuncias y las concesiones al enemigo,
ya deploradas, con buena fe y sin quererlo, llevan el proletariado español a la
derrota, como han hecho y harán siempre las Centrales sindicales, carentes de
dinamismo revolucionario. Pero, compañero, no hay que desesperar ; conozco
demasiado los compañeros españoles y conozco demasiado la historia de su
movimiento sindical, avezado en mil y mil batallas, habituado a todas las
tormentas de la reacción, y, además, no se debe olvidar que aqui el
sindicalismo es método de acción y de ataque, que no conoce y no conocerá jamás
la renuncia y el compromiso, porque, en una palabra, es anarquista y volverá a
vivir en sus hombres y en sus luchas como anarquismo, hasta si por azar un sedicente
dirigente tuviera por deformación profesional tener la veleidad de conducir sus
“ tropas ” por una mala vía.
Para terminar te
voy a decir que he visto y hablado en las trincheras con jóvenes compañeros,
llenos de ardiente fe, que aseguran que no van a dejar el arma hasta que se
cumpla la revolución, como me he acercado de otros en la retaguardia que roban
al descanso y al recreo tiempo para su ininterrumpida actividad de militantes,
que hablan, escriben y obran, convencidos todos que la batalla no se ha perdido
y continúa, porque el anarquismo no ha dicho su última palabra, por ser
aspiración del pueblo y sacar de él fuerzas indestructibles para el porvenir
que ha de ser nuestro. Salí de Londres casi convencida yo también, y era la
opinión general de los compañeros, que la revolución española era perdida,
derrotada y con ella nuestro movimiento. Volveré a Londres y recorreré toda
Inglaterra para afirmar en escritos y discursos que la revolución española
resiste a todas las coaliciones del capitalismo internacional, persuadida más
que nunca que el anarquismo es la única salvación de la clase obrera. Es
imposible matarlo, es demasiado sentido y amado, tiene raíces profundas en todo
y por doquier, demostrándose como el intérprete desinteresado y sincero de la
regeneración española, el único movimiento fuerte que, de extenderse a todo el
mundo, pueda indicar al proletariado la vía segura de su emancipación integral.
Aquí ha
terminado, Emma Goldman y como lo ven los lectores, sus conclusiones no
necesitan aclaraciones.
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