Sería presuntuoso creer que es posible
sintetizar todas las ideas de Bakunin en su fase decididamente anarquista y
sindicalista entre 1867 y su muerte en 1876. Tampoco se pueden arrinconar
algunas tendencias previas, como su rechazo del reformismo, representado por su
amigo Alexander Herzen. Desde su juventud, hervían en la mente de Bakunin
múltiples proyectos, sostenidos por una enorme vitalidad.
Por eso, sería una superchería reducir su
pensamiento a Dios y el Estado
(compuesto por Eliseo Reclus con extractos del Imperio Knutogermánico) e ignorar sus artículos en la prensa
obrera.
El análisis del poder
Demostró Noam Chomsky, refiriéndose a los
enfoques de Bakunin, en 1977 enLos
intelectuales y el Estado (1), cómo sigue teniendo validez la denuncia
del papel de los autoproclamados tutores del pueblo. Chomsky insistía en las
anticipaciones de Bakunin: “como
minoría sabía que pretende expresar la voluntad del pueblo” gobernará “la ficción de esa pretendida representación
del pueblo” que servirá a ocultar “el hecho real de la administración de las
masas populares por un puñado insignificante de privilegiados elegidos o no (2)
[…] el “pueblo
soberano” será sometido “a la
minoría intelectual que lo gobierna, que pretende representarlo y que
infaliblemente le explota (3)”. “Al
pueblo -escribía también Bakunin-, no le será mejor en absoluto si el palo que le pega lleva el nombre
del palo del pueblo" (4).
Y efectivamente al alcanzar el poder en la
democracia cloacal de los países europeos o latinoamericanos, los supuestos
heraldos de la izquierda, las direcciones de los partidos socialistas defienden
políticas neoliberales en nombre de un futuro -e invisible- auge económico que
nos beneficiaría a todos.
Es justamente lo que denunciaba Bakunin:
con vista a un cambio social o una alianza un signo infalible por el cual los obreros pueden reconocer a un falso
socialista, a un socialista burgués [es el siguiente:] Si en lugar de hablar de
revolución o si se quiere de transformación social, él les dice que la
transformación política debe preceder la transformación económica […] que el
obrero le dé la espalda pues o es un tonto, o un hipócrita
explotador. (5)
La clave de su análisis, la presentaba el
mismo Miguel Bakunin en una carta al militante castellano de la Internacional
Anselmo Lorenzo:
Enemigo
convencido del Estado y de todas las instituciones económicas como políticas,
jurídicas y religiosas del Estado; enemigo en general de todo lo que en el
lenguaje de la gente doctrinaria se denomina la tutela benefactora ejercida
bajo cualquier forma, por las minorías inteligentes, y naturalmente
desinteresadas, sobre las masas; convencido que la emancipación económica del proletariado,
la gran libertad, la libertad real de los individuos y de las masas […] es
incompatible con la existencia del Estado o cualquier otra forma de
organización autoritaria, inicié desde el año 1868, época de mi ingreso en la
Internacional, en Ginebra, una cruzada contra el mismo principio de autoridad,
y empecé a predicar en público la abolición de los Estados, la abolición de
todos los gobiernos, de cuanto se llama dominación, tutela, poder, incluida
desde luego la supuesta revolucionaria y provisional, que los jacobinos de la
Internacional, discípulos o no discípulos de Marx nos recomiendan como un medio
de transición absolutamente necesario, eso pretenden, para consolidar y
organizar la victoria del proletariado (6).
Las oposiciones teóricas
y personales entre Marx y Bakunin
Es indudable que hubo calumnias ridículas
entre ambas individualidades, un teórico y un hombre de acción, que no llegaron
nunca a aunar sus cualidades. Si Bakunin fue virulento (7), Carlos Marx y Federico
Engels fueron discreta y duraderamente persistentes (ver la nota 9).
Un diálogo indirecto que entabló Carlos
Marx con Miguel Bakunin en 1875 (8) es muy revelador y he elegido lo que
concierne para mí el mayor escollo y la diferencia abismal entre ambos. Es una
clara definición de lo que ya se denominaba en aquella época el socialismo
autoritario y el socialismo libertario.
[Bakunin sobre un gobierno popular y
revolucionario] gobierno de la
inmensa mayoría de las masas del pueblo por la minoría privilegiada. Pero esa
minoría, nos dicen los marxistas
[Marx] ¿Dónde? estará compuesta, de trabajadores. Sí, de antiguos
trabajadores, quizás, pero que en cuanto se conviertan en gobernantes o
representantes del pueblo cesarán de ser trabajadores [Marx] Ni más ni menos que hoy un fabricante deja
de ser capitalista porque le hagan concejal de su ayuntamiento.
[Bakunin] y considerarán el mundo trabajador desde su altura estatista; no
representarán ya desde entonces al pueblo, sino a sí mismos y a sus
pretensiones de querer gobernar al pueblo. El que quiera dudarlo no sabe nada
de la naturaleza humana.
[Marx] Si el señor Bakunin conociese, por lo menos, la posición que ocupa el
gerente de una cooperativa obrera, se irían al diablo todas sus fantasías sobre
la dominación. Hubiera debido preguntarse: ¿Qué forma pueden asumir las
funciones administrativas, sobre la base de un Estado obrero? (si le place
llamarlo así).
En estos dos comentarios Carlos Marx
pregonaba su prepotencia respecto al problema del ansia de agarrar el poder y
de conservarlo dentro del movimiento socialista en general. Indudablemente,
Marx no la podía aceptar puesto que él mismo estaba obsesionado por calumniar a
quienes le hacían sombra (Pierre-Joseph Proudhon y luego Ferdinand Lasalle).
Por eso, Marx dejó de lado este aserto de
Bakunin (que sigue la frase que termina con no sabe nada de la naturaleza humana):
Pero esos
elegidos serán convencidos ardientes y además socialistas científicos. Esta
palabra “socialistas científicos”, que se encuentra incesantemente en las obras
y discursos de los lassallianos y de los marxistas, prueban por sí mismas que
el llamado Estado del pueblo no será más que una administración bastante
despótica de las masas del pueblo por una aristocracia nueva y muy poco numerosa
de los verdaderos y pseudosabios.
Aquella imperdonable ceguera intelectual explica la
incapacidad de Marx de representarse cómo iban a evolucionar los futuros
Estados socialistas, cuando Bakunin no paraba de afirmar, de anticipar lo que
pasaría con la URSS u hoy Corea del Norte.
Marx llegó a justificar enteramente su visión del
socialismo como organización vertical:
[Bakunin] la libertad o la
anarquía,
[Marx] el señor Bakunin no
ha hecho más que traducir la anarquía de Proudhon y de
Stirner al tosco idioma tártaro9
[Bakunin] es decir, la
organización libre de las masas laboriosas de abajo arriba
[Marx] ¡Qué majadería!
Si para Carlos Marx cuando los
trabajadores se organizan libremente desde abajo es una majadería, eso significa no sólo el
colmo del desprecio hacia el proletariado, sino que se le debe imponer una
organización desde fuera, sin que la pueda controlar.
Las herramientas que nos
dejó Bakunin
Bakunin denunció repetidamente el peligro
de una transición presentada por los enemigos del poder del pueblo. Pero eso no
significa que Bakunin tuviera la ingenuidad de imaginar el paso sin transición
de la sociedad capitalista a la autogestión multitudinaria.
En una serie de artículos de Bakunin, La instrucción integral (10), en un
periódico obrero en 1869 se lee: Es
posible e incluso muy probable que en la época de transición más o menos larga
que sucederá naturalmente a la gran crisis social, las ciencias más elevadas
caigan considerablemente por debajo del nivel actual.
Nunca pidió Bakunin una limpieza social de
supuestos elementos “burgueses”, como lo llevó a cabo el marxismo de Lenin:
El socialismo
hará una guerra inexorable a las “posiciones sociales”, no a los hombres. Una
vez destruidas y quebradas esas posiciones, desarmados y privados de todos los
medios de acción, los hombres que las ocuparon se volverán inofensivos y mucho
menos poderosos, lo afirmo, que el más ignorante obrero, porque su potencia
actual no radica en sí mismos, en su valor intrínseco, sino en su riqueza y en
el apoyo del Estado (11).
Tampoco cayó Bakunin en el mito del Hombre
Nuevo (que haya seres más buenos en una sociedad sin explotación es cierto,
pero me parece dudoso que muchos sean impecables).
Los mejores
hombres son fácilmente corruptibles, sobre todo cuando el mismo medio provoca
la corrupción de los individuos por la ausencia de control serio y de oposición
permanente (12).
La evidente deducción es seguir aplicando
la rotación de las tareas para formar compañeros y evitar que los mismos
individuos se aferren a los mismos puestos. Y el control desde la base, y hasta
la revocación, son factores imprescindibles.
Bakunin creó un gran número de sociedades
secretas con un propósito muy claro y una práctica sin rigidez castrense:
Este programa
se puede formular claramente en algunas palabras: liquidación total del mundo
estatal y jurídico y de la llamada civilización burguesa por una revolución
popular espontánea, invisiblemente dirigido de ninguna manera por una dictadura
oficial, sino por la dictadura anónima y colectiva de los amigos de la
emancipación completa del pueblo de cualquier yugo, sólidamente aunados en una
asociación secreta y actuando siempre y por todas partes con un único objetivo
y un programa único. […]
Sinceridad
absoluta entre los miembros. Exclusión de todo jesuitismo en las relaciones, la
desconfianza ruin, el control pérfido, el espionaje y las delaciones
recíprocas, ausencia y prohibición terminante de rumores e indirectas. Cuando
un afiliado tiene algo que reprochar a otro, debe hacerlo en la asamblea
general y en su presencia. Control fraterno colectivo de cada uno por todos,
control en ningún caso molesto, mezquino y sobre todo malévolo, el cual debe
sustituir su sistema de control jesuítico, y debe hacerse con la educación
moral, con el pilar de la fuerza de cada miembro, con la base de la confianza
fraterna mutua, en la que se fundará toda la fuerza interior y por tanto
exterior de la asociación; (13)
Si Bakunin predicó siempre la revolución,
lo hizo con sensatez porque las
revoluciones no se improvisan. No las hacen arbitrariamente ni los individuos
ni aun las poderosas asociaciones. Independientemente de toda voluntad y de
toda conspiración, son llevadas siempre por la fuerza de los acontecimientos.
Se las puede prever, algunas veces presentir su aproximación pero jamás
acelerar la explosión (14).
Las recientes explosiones antiautoritarias
en algunos países árabes, si bien han quedado muy quebradas, demuestran la
validez del juicio de Bakunin.
Bakunin, como todos los socialistas
autoritarios y libertarios del siglo XIX, consideraba próximo el estallido
revolucionario. Un año antes de su muerte, y ya muy debilitado por la vejez,
acentuada por casi siete años de régimen carcelario severo, Bakunin anunció un
periodo de 50 años de apatía de las luchas sociales, o sea hasta 1920-1925. Y
el surgir espontáneo de los soviets revolucionarios rusos (sin la acción de
ningún partido político) en febrero de 1917 demostró la justeza del análisis.
Las dejaciones de los ex movimientos de
izquierda, las apariciones y desapariciones de movimientos de base, pero su
presencia latente o persistente, son las únicas fuerzas capaces de resistir las
presiones neoliberales. Bakunin, en su tiempo, emitía este juicio: […] el mundo obrero permanece todavía
ignorante de una teoría que le falta aún completamente. Así no le queda más que
una sola vía, la de su emancipación por la práctica. ¿Cuál puede y debe ser
esta práctica? No hay más que una. Es la de la lucha solidaria de los obreros
contra los patrones y su carácter fundamental: la organización y la federación
de los sindicatos de resistencia (15).
Ahora que vamos abriendo caminos al andar,
desde el pie, Bakunin nos puede ayudar a tomar en cuenta aspectos que no
sospechamos. Sus reflexiones sobre las experiencias que vivió intensamente no
nos dejan indiferentes, puesto que estamos frente a obstáculos en parte
similares.
Notas
1 Chomsky Los intelectuales y el Estado (http://www.fondation-
besnard.org/article.php3?id_article=693) pp. 15-17.
2 Bakunin Estatismo
y Anarquía [1873], Buenos Aires, 2004, p. 162; Madrid, 1986, pp.
211-212 [corregido con el texto ruso].
3 Ídem,
o. c., p. 18; p. 66.
4 Ibídem,
o. c., p. 31; o. c.
, p. 79.
5 Bakunin.
Crítica y acción, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2006, [1869], pp.
95-96.
6 Bakunin
carta a Anselmo Lorenzo,
10 de mayo de 1872
[http://www.fondation- besnard.org/spip.php?article794].
7 entre las acusaciones dirigidas por Bakounine contra Marx descuella
como motivo especial de odio las circunstancias de que Marx era judío. Esto,
que contrariaba nuestros principios, que imponen la fraternidad sin distinción
de razas ni de creencias, me produjo desastroso efecto, y dispuesto a decir la
verdad, consigno esto a pesar del respeto y de la consideración que por muchos
títulos merece la memoria de Bakounine. Lorenzo Anselmo El Proletariado militante, Madrid,
2005, p. 204.
8 Marx Carlos “Acotaciones al libro de
Bakunin “El Estado y la Anarquía” [Estatismo y anarquía, 1873] en Marx Engels
Lenin Acerca del anarquismo y el
anarcosindicalismo, Moscú, s. d. [1973], p. 136. Las citas de
Bakunin corresponden a las páginas 210-211 de la edición de Buenos Aires, 2004.
9 Cuando Marx alude al tosco idioma tártaro designa el ruso, o sea Marx expresa
una doble xenofobia: hacia los tártaros y hacia los rusos. Engels había
escrito, sin que Marx le contradijera, ¿Y acusará Bakunin a los norteamericanos haber hecho una "guerra
de conquista", que, si bien asesta un duro golpe a su teoría basada en la
"justicia y la humanidad", fue sin embargo llevada a cabo total y
únicamente por el bien de la civilización? ¿O será una desgracia que la
espléndida California haya sido arrebatada a los perezosos mexicanos que no podían
hacer nada en ella? Neue Rheinische Zeitung enero-febrero 1849.http://www.marxists.org/archive/marx/works/1849/02/15.htm; en
inglés y no en castellano en el sitio citado.
11 Ibídem,
(CAI, p. 302) p. 41.
12 Bakunin.
Crítica y acción, Buenos Aires, Libros de Anarres, 2006, p. 41
[1871]. 128 p.
14 Bakunin.
Crítica y acción, o. c., p. 69.
15 Idem, p.
70.
Frank Mintz, 31.08.2014.
Publicado en la revista El Solidario, N° 18,
2015, Madrid, pp. 6-9
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