Un informe de los servicios de inteligencia de
la dictadura, datado en 1966, narra el transcurso de una cena en la que participó
el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón. El documento pone de manifiesto los
movimientos de la oligarquía franquista y del futuro monarca para preparar un
régimen post-dictatorial que pudiera homologarse a los países europeos del
entorno. Eso sí, en la cena quedaba muy claro que el sistema resultante
tendría que ser fuertemente bipartidista. “El príncipe aludió a que habría que
evitar los excesos del pluripartidismo, a lo que Villar [Masso] y otros
abundaron en que bastaría con una inteligente Ley Electoral para que se pudiera
garantizar en la práctica el sistema de dos grandes partidos, socialista
democrático y demócrata cristiano, con algún otro sector marginal o
complementario”, se explica en un documento firmado por la Dirección General de
Seguridad al que ha tenido acceso La Marea y que se encuentra en el archivo de la
Fundación Francisco Franco.
El
dictador estaba obsesionado por saber si el futuro rey Juan Carlos le era
adepto o se había equivocado con su designación como sucesor. Por ese motivo
había dado órdenes a sus servicios de información para que le detallaran cada
paso que el príncipe daba y cada reunión en la que participaba.
En
la cena, que tuvo lugar el 27 de mayo de 1966, nueve años antes de la muerte
del dictador, estaba presente también el “prestigioso” –en palabras del propio
Servicio de Información– abogado Joaquín Garrigues Walker. El letrado,
considerado uno de los artífices de la Transición, fue fundador de la
Federación de Partidos Demócratas y Liberales (FPDL), que acabaría integrándose
en la Unión de Centro Democrático (UCD), formación con la que llegó a ser
diputado por Madrid y por Murcia y ministro de Obras Públicas con Adolfo
Suárez.
El
informe, con número 26686, también da cuenta de los otros 10 comensales que
participaron en aquella cena. Entre los asistentes se encontraban prominentes
hombres de negocios y de la vida social y académica del momento, como el
falangista y miembro del Opus Dei Hermenegildo Altozano; el presidente de
Telefónica, Antonio Barrera; el consejero del Banco Urquijo Pedro Durán; el
presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, Alberto
Algora; el catedrático de la Universidad de Navarra Antonio Fontán; el notario
Alberto Ballarín; el catedrático de la Universidad de Santiago Carlos Fernández
Novoa y otros nombres ilustres del momento. Muchos de ellos desempeñaron un
papel clave en el proceso de construcción de la Transición. En este sentido se
puede destacar a Antonio Fontán, primer presidente del Senado, de 1977 a 1979;
a Antonio Barrera, ministro de Hacienda en 1973; y a Manuel Ortínez, quien
participó en las negociaciones para la vuelta a Cataluña de Josep Tarradellas
con el visto bueno del rey Juan Carlos.
La
conversación que se mantuvo en aquella cena fue filtrada por uno de los
asistentes. En el informe se detalla que el entonces príncipe “habló con
respeto de la figura del jefe de Estado” y que sostuvo que “el balance del
Régimen sería positivo”. Sin embargo, los asistentes se mostraban cautos ante
el hecho de que se le asociara públicamente y de manera estrecha con el
dictador. El príncipe estuvo “a la vez espontáneo y prudente”, “muy en su
papel” y, eso sí, “no comprometiéndose en ningún momento”. El documento asegura
que la conversación fue “viva y muy libre” y las “bases comunes” sobre la
configuración del régimen postfranquista, como la instauración de un
bipartidismo fuerte, “se revelaron muy grandes”. El resto de la historia es ya
conocida. La Transición instauró un sistema dominado por dos grandes partidos
que en las últimas décadas han evitado esos “excesos del pluripartidismo” que
tanto preocupaban a Juan Carlos de Borbón, pero que hoy está más en cuestión
que nunca.
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