El 17 de agosto de 1963, Joaquín Delgado Martínez y Francisco Granado Gata, dos combatientes libertarios, miembros de la resistencia armada antifranquista, fueron asesinados por los esbirros del régimen mediante el criminal método del “garrote vil” y tras un simulacro de juicio sumarísimo.
Su muerte
intentó revestirse entonces de la supuesta legalidad con la que ese régimen
golpista había intentado siempre disfrazar todos sus crímenes y su misma
existencia desde sus orígenes.
Con sus
sentencias, ejecutadas apenas 11 días después de su detención, se quiso
claramente ejemplarizar y mostrar lo que le ocurriría a aquellos que se
atrevían a enfrentarse al franquismo.
Francisco
Granado y Joaquín Delgado, como otros miles de luchadores, no tuvieron miedo a
luchar y estaban decididos a entregar sus vidas si era necesario para acabar
con la tiranía franquista y demostrar que era necesario contestar al régimen
con el único lenguaje que éste entendía.
El régimen
utilizó la violencia y las armas para instaurar una dictadura y los sectores
más firmes de la resistencia antifranquista no estaban dispuestos a ceder ante
ese chantaje criminal y decidieron que era necesario demostrar que el régimen
no tendría descanso hasta su definitivo derrocamiento.
Esta y no
otra es la explicación de la muerte de Granado y Delgado.
Una muerte
cruel e injusta para demostrar que se estaba dispuesto a todo para defender los
privilegios de los vencedores de la guerra civil.
Pero
aquellos sencillos trabajadores, esos dos hombres del pueblo que encarnaban el
mejor espíritu de sacrificio y de entrega por la libertad que otros miles de
antifascistas que les precedieron en la lucha, no se dejaron intimidar.
Su ejemplo
sigue siendo en 2013 un modelo a seguir por cualquier persona que se denomine
demócrata o amante de la libertad. El nombre de sus asesinos debería hoy ser
para todos un sinónimo de infamia y vergüenza.
En los días
de la parodia de juicio que se les hizo, fueron diversas las protestas y
acciones que se hicieron para intentar salvar sus vidas, pero acosado por el
precedente de las movilizaciones internacionales en el caso de Julián Grimau,
el régimen decidió en este caso acelerar sus ejecuciones y estas se produjeron
con tremenda celeridad, apenas 11 días después de su detención.
Se recordó
ya desde entonces las nulos derechos jurídicos del proceso y tribunal, el
propio carácter criminal que había dictado ya sentencia sin considerar siquiera
la identidad de los acusados, pues se trataba de responder con muerte a la
osadía de enfrentarse al régimen,
Durante años
se ha recordado a Granado y Delgado para insistir que fueron inocentes y que su
proceso tenia terribles irregularidades, un planteamiento que en cierto modo
acompaña a sus nombres,
Es hora de afirmar
y recordar que Granado y Delgado eran Realmente luchadores antifranquistas
dispuestos a enfrentarse al régimen, algo de lo que no se puede dudar y debemos
estar orgullosos. Es preciso decirlo bien alto.
El derecho a
la resistencia a la tiranía está justificado y reconocido y las Naciones Unidas
habían caracterizado al franquismo como un régimen fascista heredero de los
fascismos europeos y criminal en su práctica y esencia.
Respecto de
lo que se ha dicho sobre el carácter irregular del tribunal y la sentencia, hay
que decir que fueron completamente normales e idénticos a cualquier otro de
aquel régimen, pues ni uno solo de aquellos tribunales que condenaron a los
combatientes por la libertad tenia base legal ni moral para actuar, pues su
legitimad provenía de un golpe contra la legalidad republicana. Quienes
deberían ser juzgados y condenados en la memoria son sus verdugos y los
ministros cómplices de su sentencia
Es una
batalla estéril intentar indagar las circunstancias de los hechos de los que se
les acusó o el artificio de su pseudo juicio o tribunal, pues la nulidad de
éstos era de origen. Esto es algo que debemos tener muy presente, pues a fecha
de hoy, en 2013, la desnuda realidad de la impunidad del franquismo sigue
negando verdad, justicia y reparación a las víctimas del franquismo y mantiene
legales sus sentencias e impunes a sus verdugos,
Granado y
Delgado fueron militantes anarcosindicalistas. Su ideal había nacido y
prosperado en la defensa de los derecho de los trabajadores y extendido y germinado
del que fue uno de los primeros sindicatos modernos de Europa: la Confederación
Nacional del Trabajo, una organización nacida para llevar la dignidad al mundo
del trabajo, mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y edificar un
mundo nuevo sin explotación ni miseria. Fue el fascismo, el golpe, la guerra y
la dictadura las que obligaron a trabajadores como Granado y Delgado al
sacrifico de sus vidas en la defensa de la libertad de todos,
La figura de
Granado y Delgado trasciende las siglas de las Juventudes Libertarias en las
que militaban y son, cada día más, patrimonio de todos los resistentes
antifascistas. Merecen el reconocimiento y el recuerdo público e institucional
que se otorga a los héroes por la libertad
Desde la
Federación Estatal de Foros por la Memoria reivindicamos la figura de Granado y
Delgado como héroes por la libertad y solicitamos: 1 La declaración de
ilegalidad del franquismo. 2- Para ellos, al igual que para todos las víctimas
del franquismo, que los tribunales que los juzgaron sean declarados ilegales,
así como sus sentencias. 3. Inaplicación de la Ley de Amnistía de 1977 que
sigue siendo el verdadero muro en el que se sustenta la impunidad de los
crímenes del régimen franquistas. 4- Aplicación del derecho Internacional en
España en materia de Crímenes de Lesa Humanidad.
Compañeros
Granado y Delgado vuestro ejemplo nos acompaña
http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/25987
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