Indigentes que mueren en las calles de Valencia, tres en menos de una
semana, bebés de pocos meses que sucumben de frio y enfermedades curables,
personas mayores sin recursos revolviendo en la basura de cualquier ciudad,
millones de niños y niñas en situación de hambre y empobrecimiento extremo,
familias desahuciadas que malviven en espacios sin luz ni agua, que como en
cualquier corrala resisten el embate de un régimen altamente descompuesto, de
pudrición política generalizada, de saqueo del patrimonio público, de
privatización de servicios esenciales, de abandono y desamparo de la
ciudadanía, de las personas más desfavorecidas, un panorama que configura un
genocidio social sin precedentes en la historia de España.
Mientras todo esto sucede, en una
realidad desoladora, las encuestas electorales más recientes pronostican que el
partido del gobierno volverá a ganar, que su palanganera y eterna “oposición”
obtendrá un jugoso tercer puesto a pesar de tantos saqueos, el surgimiento de
fuerzas políticas claramente ultraderechistas que pueden optar a posibles
pactos de gobierno, acuerdos que mantengan en el poder a los culpables de tanto
sufrimiento, de tantas injusticias, montajes y asaltos a la democracia en forma
de desahucios que expulsan de sus casas a familias con menores, con enfermos
terminales, a gente mayor sin nada, todo tipo de despropósitos y abusos de
poder que podemos ratificar sintonizando cualquier informativo, uno tras otro,
cada día un nuevo escándalo de corrupción política: tarjetas blacks, sobres,
financiación ilegal, maletines repletos de millones, puertas giratorias, desvío
de capitales a paraísos fiscales, destrucción del patrimonio público, venta a
precio de costo de servicios tan esenciales como la sanidad, los servicios
sociales, la educación pública.
Lo que los voceros del régimen llaman
pomposamente “gentes de bien” son quienes les mantienen en el poder, esa “masa
silenciosa que no va a manifestaciones” que dijera el nefasto presidente Rajoy,
la que les sigue votando pase lo que pase, muera quien muera, robe quien robe.
Obreros/as que votan por quienes les conducen al abismo de la miseria y el
hambre, barrios, ciudades, donde la pobreza se percibe en cada esquina y que
los estudios de estimación de voto dicen que volverán a ganar, que seguirán en
el poder en municipios con vergonzosas tramas de corrupción, comunidades
autónomas donde se han retirado servicios de urgencias de pueblos remotos, con
la mayoría de sus gobernantes imputados o encarcelados en todo tipo de tramas
“púnicas”, “gürtels”, “malayas”, “faycanes”, “góndolas”…, todos esos nombres
rebuscados que elige la policía, que en su mayoría acaban en nada, puras
maniobras de dilación, procesos judiciales alargados en el tiempo
intencionadamente, con el único objetivo de distraer, hacer olvidar a la
ciudadanía que sus representantes públicos han robado y actuado como vulgares
delincuentes.
En este año 2015 habrá varias citas
electorales, si el pueblo, si la inmensa mayoría de la ciudadanía no toma
conciencia, si en caso de decidirse a votar no medita en profundidad que
papeleta poner en la urna, si se deja llevar por la estructurada manipulación
mediática vendrán tiempos terribles, mucho peores de los que vivimos
actualmente, con millones de personas desempleadas y familias sin ningún tipo
de ingresos.
¿Seguirán masacrando a personas
inocentes, a enfermos/as dependientes, de hepatitis C condenados/as a una
muerte segura abandonados/as por el gobierno, a niños/as bajo el umbral de la
pobreza, a gente que no puede más y se quita la vida, que se lanza al vacío, que
se corta las venas, que se arroja a las vías del tren?
La respuesta está vez no estará en el
viento, sino en la justicia de una meditada decisión, en la inmensa capacidad
del ser humano para cambiar lo injusto, lo terriblemente cruel por la brisa de
la esperanza y la libertad.
http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com.es/
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