La Alianza Internacional de la Democracia Socialista fue una
organización anarquista fundada el 25 de septiembre de 1868 por Mijaíl Bakunin
en Ginebra, Suiza. Pretendía convertirse en el núcleo dirigente y secreto de la
Primera Internacional pero el Consejo General, de mayoría marxista, se opuso y
en el Congreso de La Haya de 1872 logró que fueran expulsados Bakunin y sus
seguidores «antiautoritarios». Estos fundaron inmediatamente después la
Internacional de Saint-Imier que se presentó como la verdadera continuadora de
la Internacional. La Alianza perdió entonces su razón de existir y desapareció.
domingo, 24 de febrero de 2019
viernes, 15 de febrero de 2019
Hoy se cumple 38 años de la tortura y muerte de Joseba Arregi
José Ignacio Arregui Izaguirre (1951-1981), también conocido como Joseba Arregi,
fue un militante de ETA Militar (grupo terrorista de ideología nacionalista vasca que se proclama independentista, abertzale, socialista y revolucionario) que murió a raíz de las torturas infligidas en
la Dirección
General de Seguridaden Madrid por la Policía Nacional en febrero de 1981.
Joseba Arregi
murió el 13 de febrero de 1981 en el Hospital Penitenciario de Carabanchel después de haber sido torturado
en la Dirección General de Seguridad de Madrid por miembros de la Policía
Nacional. Tras su detención en la capital de España el 4 de febrero de 1981,
junto a Isidro Etxabe, pasó a las dependencias de la Dirección General de
Seguridad en Madrid donde, en aplicación de la legislación
antiterrorista vigente en
el momento, lo mantuvieron incomunicado y bajo interrogatorio durante nueve
días. En el interrogatorio participaron 72 agentes de la Policía Nacional y
acabó con el ingreso del detenido, sospechoso de su pertenencia a ETA
Militar, en el Hospital Penitenciario de Carabanchel el día 12 de febrero a las
17:30 horas. Al día siguiente fallecía. El Juzgado de Instrucción número 13 de
Madrid, en el informe forense de la autopsia, certificó la existencia de
torturas, señalando que la causa de la muerte fue «un fallo respiratorio
originado por proceso bronconeumónico con intenso edema pulmonar». El 18 de
febrero ETA militar publica un comunicado en el que reconoce la militancia en sus
filas de Joseba Arregi.
El juez tomó
declaración a cinco funcionarios del Cuerpo Superior de Policía, adscritos a la
Brigada Regional de Información, que participaron directamente en los
interrogatorios del presunto militante de ETA Militar. Esos inspectores de policía (Juan Luis
Méndez Moreno, Juan Antonio Gil Rubiales, Julián Marín Ríos, Ricardo Sánchez y
Juan Antonio González) fueron puesto bajo prisión preventiva, por lo que Manuel Ballesteros, entonces director de la Comisaría
General de Información, dimitió de su cargo.
De los 73 policías
que participaron en los interrogatorios, fueron detenidos cinco, solo dos
fueron encausados y quedaron libres, tras recurrir la sentencia a siete meses
de prisión que no llegaron a cumplir.
El olvido es el peor de los castigos.jueves, 7 de febrero de 2019
El club ciclista que se convirtió en Batallón Antifascista en la Guerra Civil Española
España es el segundo país del mundo con
más desaparecidos en el mundo, solo detrás de Camboya. Los muertos siguen como
llaman ellos en las “cunetas”, enterrados en fosas clandestinas a orillas de
los caminos donde fueron masacrados tras el derrocamiento de la República, sin
que hasta hoy exista ni verdad, ni justicia.
La historia de la República Española y
de la Guerra Civil tiene muchos pasajes poco conocidos, uno de ellos es el que
tratamos de rebelar aquí, el de uno de los batallones ciclísticos, el Batallón
Errico Malatesta.
En noviembre de 1936, en ese terrible
mes Durante la Guerra Civil Española, con las tropas fascistas asediando la
capital y el pueblo de Madrid resistiendo, conteniendo el avance de los
golpistas de Franco, el periódico La Voz da la noticia de la creación del
Batallón Ciclista Errico Malatesta cuyas tareas eran el reparto de “órdenes del Estado Mayor en el interior de
Madrid y las avanzadillas”.
Este batallón fue fundado por un
militante de la CNT aficionado al ciclismo: Miguel Viríbay, llevaba el nombre
del destacado militante anarquista italiano, lo que deja claro la procedencia
de sus integrantes. El Batallón Ciclista contó con secciones destacadas en
todos los frentes, una de sus tareas principales y más intensa fue la destinada
al servicio del Estado Mayor del Ministerio de la Guerra, que estaba dirigida
por José Iturria, otro amante del ciclismo.
La mayoría de los integrantes del
Batallón provenían del Velo Club Portillo, el cual aún existe, y que había sido
fundado hacia 1927. Será de este Barrio Madrileño de Portillo, desde donde
saldrán los ciclistas anarquistas y de otras tendencias que formaron el
legendario Batallón Ciclista Malatesta. Portillo era uno barrio con mucha
historia en Madrid, a mitad de camino, entre las puertas de Toledo y Atocha.
UNA MILICIANA DEL BATALLÓN CICLISTA “ENRIQUE MALATESTA”, LEYENDO LAS NOTICIAS DE LOS FRENTES, EN EL DIARIO ABC.
El Batallón, ocupo la iglesia de la
calle Conde de Peñalver número 36 como cuartel, y contó con mujeres, que el año
1935 había creado el primer grupo ciclista completamente femenino de Madrid al
que llamaron As. El 20 de junio de 1937, del periódico La Trinchera, perteneciente
a la 7ª División Mixta, se incluyó una declaración de los ciclistas de
Malatesta titulada: Notas de unos combatientes del Batallón
Ciclista.
“Pertenecemos
al Batallón ciclista Enrique Malatesta y prestamos los servicios de enlace y
otros relacionados con los mismos. El título con el cual encabezamos estas
líneas es para poner de manifiesto que la mayoría de los ciclistas
pertenecientes a este Batallón éramos combatientes de las trincheras, de las
cuales salimos trasladados al mismo, por ser de bastante utilidad nuestros
servicios en dicho Batallón. El grupo con destino en esta Brigada mixta lo
componemos doce ciclistas entusiastas de este deporte. Trabajamos
incansablemente, ayudados de manera eficacísima por nuestras inseparables
compañeras, las máquinas. Y digo nuestras porque cada cual ha tenido que
aportar la suya para poder prestar este servicio a la causa, que, como en todas
las guerras modernas, es imprescindible, ya que estos servicios llevan las
órdenes de ataques, repliegues, contraseñas, señales de aviación, etc., y
realizan toda clase de servicios de enlace.
Este Batallón
se formó con el fin de conservar en todo lo posible los Servicios motorizados,
que son utilísimos para otros más necesarios y que nosotros con nuestra máquina
no podemos realizar, como son los relevos de fuerzas, transporte de material,
abastecimiento, etc., así como al mismo tiempo economizar el combustible,
gastando lo menos posible, con el fin de que no falte para otros servicios más
necesarios. Bien es cierto que la máquina consume, por lo menos, nuestra carne
y a veces nuestra paciencia. ¡Si vierais qué bien se curan los catarros cuando
tenemos un parte urgente y el sol pega de plano!, ¡la impresión que recibimos
cuando estamos acostados muy a gusto, descansando del trabajo diario, y
sentimos el timbre de los partes, nos tiramos de la cama medio adormilados, nos
sentamos en nuestro ya familiar asiento, el sillín, y nos damos cuenta de que
llueve y el piso está encharcado! Entonces nos acordamos de los paraguas, aunque
no sea más que para que no se moje la máquina, o nuestro equipo. En este
momento nos acordamos del parte que tiene que llegar a su destino, y nuestras
piernas hacen presión sobre las bielas de la máquina, y esta, en prueba de
cariño, aumenta su velocidad, y el parte, claro está, se encuentra en dos
minutos en su destino. Entonces emprendemos el regreso, aguantando el calor, la
lluvia o el frío.
En nuestro
cometido tenemos algunos curiosos. Vemos cómo en las carreteras y arroyos de
las calles juegan, sin dar importancia al peligro, los niños pequeños y algunos
mayorcitos, sin importarles que exponen su vida. Igualmente algunos perritos,
cuando llevamos prisa, se nos cruzan en nuestro camino, y nosotros, con más
paciencia que Gutiérrez, apretamos los frenos para no desplancharlos, y, claro
está, damos con nuestros huesos en el suelo. Mientras nos levantamos vemos al
gracioso perrito cómo corre con el rabo entre las piernas, sin duda para que no
le tomemos la matrícula y le hagamos pagar las arrugas de nuestra bicicleta,
que se ha quedado del golpe con más arrugas que Lerroux. Nosotros hemos
declarado la guerra a los perros porque no saben las leyes de la circulación ni
tienen quién se las enseñe. No obstante, seguiremos con nuestro buen humor y
satisfechos de nuestro servicio prestado a la causa, a la cual no abandonaremos
hasta su fin. Suena otra vez el timbre. Estamos preparados. Son las consignas.
Cada cual con su máquina toma una dirección, sin duda la del triunfo.
¡Salud!
Ciclistas de servicio en la Brigada”.
lunes, 4 de febrero de 2019
RAFAEL TORRES ESCARTIN - ANARQUISTA FUSILADO EN BARCELONA
El 21 de
enero de 1939 es fusilado en Barcelona (España) el militante anarquista Rafael
Liberato Torres Escartín, también conocido como El Maño. Había nacido el 20 de
diciembre de 1901 a Bailo (Huesca, Aragón, España), en la Casa Cuartel de la
Guardia Civil, donde su padre, Pedro Torres Marco, natural de Bolea, estaba
destinado; su madre, Orencia Escartín Villacampa, era de Biescas. Su hermano
Benito, de la Unión General de Trabajadores, fue encausado con motivo de la
huelga de 1932 que paralizó las fábricas de Sabiñánigo en demanda de mejoras
laborales, las acusaciones contra él y nueve trabajadores más fue por delitos
como incendio, explosión y tenencia ilícita de armas y de explosivos, con una
petición fiscal de 34 años de prisión por cada uno; defendidos por el famoso
abogado Eduardo Barriobero, lograron salir libres. Otro hermano, Fidel, que
vivía con sus padres en Ayerbe, fue fusilado en Huesca el 23 de agosto de 1936,
tenía los mismos apellidos que el conocido militante anarquista. Rafael Torres
Escartín marchó a estudiar a Huesca, donde Ramón Acín lo inició en el
anarquismo. Pronto dejó los libros y comenzó a hacer de pastelero. Después se
instaló en Zaragoza, donde en 1918 ya militaba en el Sindicato de la
Alimentación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), siguiendo en su
profesión en casa Zorraquino y otros pastelerías de la capital aragonesa. En estos
años comenzó a leer los grandes pensadores franceses y rusos, y se vegetariano
estricto, sin fumar ni probar el alcohol. Entra en contacto con los «grupos de
afinidad» («Voluntad», «Los Justicieros») y vive estos años entre Zaragoza y
Barcelona, donde comenzó a trabajar como
repostero en el Hotel Ritz a partir del 20 de octubre de 1920. En su primera
acción conocida, junto con Suberviola y Durruti, consigue un botín de 300.000
pesetas en Eibar. En agosto de 1922 crea, con Francisco Ascaso y Marcelino del
Campo, el "Grupo Grisol», que se amplió en octubre con militantes como
Ricardo Sanz, García Oliver, García Vivancos y otros, formando «Los
Solidarios», que protagonizaron los episodios de acción más destacados del
anarquismo español de preguerra. El asesinato, en marzo de 1923, del
anarcosindicalista Salvador Seguí por pistoleros del Sindicato Libre de la
patronal, provocó una reacción en los círculos confederales: «Los Solidarios»
intentaron asesinar en San Sebastián y A Coruña el general Martínez Anido ,
responsable de la represión. El 4 de junio de 1923 fue asesinado el senador y
cardenal arzobispo de Zaragoza Juan Soldevila, instigador y organizador de la
violencia patronal. Ascaso fue detenido el 8 de junio, pudiendo huir el 8 de
noviembre de 1923 de la prisión de Predicadores en una fuga de presos en masa.
Torres Escartín pudo eludir el círculo policial y reapareció el 1 de septiembre
de 1923 en una expropiación de bienes del Estado contra el Banco de España en
Gijón, recaudando 650.000 ptas. Tras un enfrentamiento armado con la Guardia
Civil en Oviedo, su compañero Eusebio Grau cayó asesinado y él fue detenido,
escapándose al día siguiente junto con siete recluidos, para acabar nuevamente
detenido y apaleado en la montaña. Diseñó un plan de escape para su traslado a
la prisión de Predicadores de Zaragoza, donde fue juzgado entre el 1 y el 4 de
abril de 1925, bajo la dictadura del general Primo de Rivera; negó todas las
acusaciones, pero fue condenado a muerte por el caso Soldevila, conmutando a la
pena por cadena perpetua. Los también encausados Esteban
Salamero y Julia López Mainar fueron condenados a 12 y seis años. Recluido en
el penal de El Dueso (Santoña) en una celda especial, en aislamiento y en
oscuras durante 15 meses, sin salir, haciendo dos huelgas de hambre, los
soldados disparando diariamente sobre la celda, etc., En estas condiciones
enfermó de reuma por el frío y la humedad y enloquecer durante su cierre. Con
la reaparición de Solidaridad Obrera en agosto de 1930 se inició una campaña pública
de denuncia de su situación por parte del médico anarquista Isaac Puente y por
la amnistía. Con la llegada de la II República, fue liberado el 30 de abril de
1931. En junio de 1931 participó en Madrid en la primera Conferencia Peninsular
de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), previa al III Congreso de la CNT.
Fue detenido y golpeado en los calabozos de la Dirección General de Seguridad,
y al llegar a Barcelona fue detenido como sospechoso, convirtiéndose en
portavoz de los presos sociales. Una vez consiguió la libertad, sus compañeros
lo internaron en el Hospital Psiquiátrico Institut Pere Mata, de Reus, de donde
huyó en tres ocasiones, llegando una de ellas hasta Ayerbe, donde fue detenido
en casa de su hermano Fidel. Llevado como preso gubernativo "en calidad de
extremista», ingresó en la cárcel de Huesca. En este breve periodo declaró
preferir la muerte que el manicomio. Su familia pidió hacerse cargo del
enfermo, y en Solidaridad Obrera se hizo una campaña por su libertad, pero fue
internado en un psiquiátrico. El 23 de noviembre de 1936 apareció en la segunda
fila del multitudinario entierro de su amigo y compañero Buenaventura Durruti,
con aspecto demacrado y envejecido por los años de cierre. Por entonces todavía
tendrá alma para participar en organizaciones benéficas de ayuda a la infancia
y los refugiados. Las tropas fascistas lo sacaron de una celda de dementes y lo
fusilaron, sus compañeros habían confiado en que nada se haría a un enfermo.